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Jane Fonda, la ecoguerrera intergaláctica del abrigo rojo

La actriz Jane Fonda en Los Ángeles, el 30 de agosto de 2020. (Ryan Pfluger/The New York Times)
La actriz Jane Fonda en Los Ángeles, el 30 de agosto de 2020. (Ryan Pfluger/The New York Times)

Quería que Jane Fonda me aleccionara.

Había una buena posibilidad de que acabara metida en un lío como el de Megyn Kelly, si acaso abordaba un tema del que ella no quisiera hablar. Pero estaba lista para correr el riesgo.

Quería que Fonda, una Forrest Gump glamurosa que ha aparecido en los frentes de batalla de la cultura, la aptitud física, la política y Hollywood durante más de medio siglo, me informara de todo:

De los Panteras Negras al Nuevo Pacto Verde, de una vida sexual legendaria a una vida sexual inexistente, de la cirugía plástica a las esposas de plástico de prisión, de “Barbarella” a Quentin Tarantino, de Richard Nixon a Donald Trump, de Marilyn Monroe a TikTok, de las malas vibras sobre Hanói Jane a los buenos vibradores.

Y ahí estaba ella en Zoom, con su nuevo cabello gris y corto, hablando desde su elegante casa en Los Ángeles.

“Decidí dejarme el cabello canoso en el momento justo”, dijo. “No sabía que iba a aparecer la COVID-19. Me cansé de los productos químicos y del tiempo y el dinero para mantener ese tono particular de rubio, ¿sabes?, ¡suficiente! Así que hablé con los productores de ‘Grace y Frankie’ [su serie de Netflix] y les dije: ‘Quiero dejarme las canas, pero eso significaría que Grace va a tener que dejarse las canas también’ y todos estuvieron de acuerdo”.

A los 82 años, sigue teniendo la misma intensidad que la hizo ganadora de un Oscar en dos ocasiones, activista contra la guerra y un bombón intergaláctico. Además de una repetidora.

“¿Sabes lo que es una repetidora?”, dijo, sus ojos azules como el océano Pacífico me miraban fijamente. “Los repetidores son las antenas que se ven en la cima de las montañas”.

Prosiguió: “No originan las señales, pero recogen las señales del fondo del valle y las difunden a un público mucho más amplio. Eso es lo que son las celebridades”.

Un llamado a Ivanka

Fonda se consideraba a sí misma una ambientalista desde antes de este año, “pero no lo había dado todo aún”, dijo. Ella había “pescado en alta mar con todos los hombres importantes de mi vida, empezando por mi padre”.

Sabía que las tortugas marinas se quedan atrapadas y se estrangulan, y que los osos polares mueren de hambre. Decidió usar energía solar y eólica, comprar un BMW eléctrico, reciclar, reducir el consumo de carne roja y plástico (pero de vez en cuando todavía se da el gusto de comer costillas de cerdo). Coprodujo y protagonizó “El síndrome de China” en 1979, sobre los peligros de la energía nuclear.

Entonces, el fin de semana del Día del Trabajo pasado, mientras iba camino a Big Sur para hacer senderismo con sus amigas Rosanna Arquette y Catherine Keener, comenzó a entusiasmarse por hacer más.

“Temblaba de pies a cabeza”, escribe en su nuevo libro, “What Can I Do?”.

Inspirada por Greta Thunberg y por el libro de Naomi Klein sobre el nuevo pacto verde, decidió sacar del armario su bolsa de dormir, mudarse a Washington un año y acampar frente a la Casa Blanca para protestar contra el cambio climático (su padre, Henry Fonda, hizo “Las uvas de la ira” sobre la sequía de la era de la Depresión y la histórica sequía de 1930 conocida como el Tazón de Polvo).

“¿Dónde iré al baño?”, se preguntó. “Soy mucho más vieja ahora y tengo que levantarme durante la noche con mayor frecuencia”, pensó.

No quería que la desestimaran por considerarla “una estrella envejecida que llega de Hollywood”. Sin embargo, después, dijo: “Me puse las pilas”, y compró un elegante abrigo rojo en Neiman’s y se mudó a Washington.

Sintió que entendía al presidente Trump porque reconocía la que pensaba que podía ser una dinámica similar en la crianza de su tercer marido, Ted Turner.

“Pensé que había sufrido un trauma de niño, como Ted, así que hay ciertas cosas que entiendo de este tipo de hombres”, señaló. “Entonces pensé: ‘Bueno, encontraré cuatro de las mujeres más bellas, sexis, inteligentes e interesadas en el clima que pueda encontrar y entraremos, y nos arrodillaremos y suplicaremos y rogaremos’”.

Llamó a Pamela Anderson, “y estaba dispuesta a hacerlo”, recordó. Fonda seguía pensando en a quién más invitar, “tal vez a Sharon Stone”.

“Le diremos qué hay que hacer y la grave crisis que es y le diremos que será el mayor héroe del mundo, ese tipo de cosas”, comentó. “De hecho, llamé a Jared, o como se llame, y le conté mi idea y él dijo: ‘Bueno, Ivanka es la ambientalista de la familia’. Sí, claro. Así que ella me llamó y le conté mi idea y ella se rio y nunca más supe de ella”, aseveró la actriz.

Fonda obtuvo el apoyo de Annie Leonard, directora ejecutiva de Greenpeace Estados Unidos, quien dijo que acampar era una mala idea ―”’Va a haber ratas’”, le dijo Leonard―, pero había otras formas de practicar la desobediencia civil.

Fonda tenía una famosa fotografía policial de un arresto en 1970 con cargos inventados por la Casa Blanca de Nixon. El presidente estaba enojado por las protestas de la actriz contra la guerra de Vietnam y se le vio gruñir en un video: “¿Qué le pasa a Jane Fonda?”. Y también dijo: “Se ve bonita, pero, vaya, casi siempre toma el camino equivocado”.

Como dijo sobre ella en broma Troy Garity, su hijo con Tom Hayden, en el homenaje del Instituto Estadounidense del Cine en 2014: “Mi madre nunca contrató a una niñera para cuidarme. Para eso estaba el FBI”.

Durante cuatro meses, desempeñó su papel de repetidora, al convertirse en la estrella de los Fire Drill Fridays (los viernes de simulacro de incendio), una protesta climática frente al Capitolio. La arrestaron en cinco ocasiones y revisó si las esposas de plástico negro usadas por la policía eran reciclables.

La necesidad de desobediencia civil

De vuelta en Los Ángeles, Fonda llevó el activismo al mundo cibernético, donde ha quedado sorprendida por la reacción. “Seguimos creciendo”, dijo sobre el número de vistas de la serie de videos de los “Fire Drill Fridays” con Greenpeace. “Primero eran 100.000 y pasaron a 300.000, 400.000, ahora son 600.000”.

Tiene invitados, como Mary Trump, quien opinó sobre el negacionismo climático del presidente. Y tiene un nuevo libro, que ofrece muchos consejos útiles para los que no pueden lidiar con la ecología. “¡Coman menos pescado!”.

Su ida a prisión llamó la atención de Trump, quien dijo en un mitin en Luisiana: “Arrestaron a Jane Fonda; las cosas no cambian”.

“Ella siempre tiene las esposas puestas, ay, caray”, dijo. “Anda saludando a todos con las esposas puestas. No puedo creerlo”. Agregó: “Cada 25 años la arrestan”.

Se rio cuando lo mencioné.

“Soy de las personas que creen que las malas acciones, que Trump está cometiendo, son solo traumas expuestos”, afirmó. “Y puedes odiar esas acciones. No odies a la persona porque él gana si nosotros lo odiamos. Ni siquiera le des tanta energía”, recomendó.

“Así que, en realidad, siento empatía por él. Miro a esta persona y veo a un niño asustado que es muy muy peligroso porque tiene las manos en todos los botones”, reflexionó.

¿En qué se compara Trump con Nixon?

“Ay, es mucho más peligroso”, dijo. “Ni siquiera puedo creer que esté diciendo esto. En los años setenta, ni siquiera pensaba que Nixon tuviera algo bueno, pero estaba la Ley del Aire Limpio e hizo cosas muy buenas por las naciones tribales. Digo, realmente tuvo algunos logros bastante buenos, era un tanto inteligente y sabía de política exterior. Así que no era tan peligroso como alguien que no conoce límites en cuanto a su disposición para desmantelar el país”.

Aunque se declaró “una chica a favor de Elizabeth Warren”, está contenta con Kamala Harris y organizó una recaudación de fondos virtual con Lily Tomlin para Joe Biden.

“Mi actitud es: ‘Bueno, prefiero presionar a un moderado que luchar contra un fascista’”, dijo. “Puedes presionarlo”, añadió, refiriéndose a Biden. “Ya ha avanzado mucho con el clima”, afirmó.

Continuó: “Tenemos que reducir las emisiones de combustibles fósiles a la mitad para 2030 y eso va a ser difícil para él y tenemos que hacer que lo hagan, pero es posible. Aquí es donde entra en juego la desobediencia civil. Y yo seré una de las personas que salgan a las calles tan pronto como termine ‘Grace y Frankie’”.

Cuando vivía con su padre y se juntaba con los Panteras Negras, Henry Fonda le dijo: “Si alguna vez descubro que eres comunista, seré el primero en entregarte”. A principios de los ochenta, adoptó extraoficialmente a Mary Williams, la hija de dos miembros de los Panteras Negras que ya no podían cuidarla.

Señaló que las protestas de Black Lives Matter tienen “un componente de amor ausente en los Panteras de los años setenta. Creo que una razón es que las mujeres están en el liderazgo”. Dijo que, en la época de los disturbios de Ferguson, Misuri, “un día recibí en el correo algunos volantes sobre cuidado personal de parte de Black Lives Matter. Y me dije: ‘¿Este es un movimiento que está hablando con los activistas sobre el cuidado personal? Eso es nuevo’”.

En su libro, se sorprende cuando conoce a una joven de Hanói que nunca ha oído hablar de su encarnación como Hanói Jane.

“Ah, he estado allí unas cuantas veces”, le dijo a la joven con indiferencia.

No importa cuántas veces se haya disculpado por tomarse una fotografía desacertada sentada sobre un cañón antiaéreo norvietnamita ni cuantas veces haya explicado que ser antibelicista no significa estar en contra de los soldados estadounidenses, sabe que algunos de la derecha nunca se lo perdonarán.

“Creo que, así como hay algunas personas que realmente creen que Trump está haciendo un buen trabajo y ha cumplido todas sus promesas, hay personas que piensan que yo estaba en contra de los soldados y que lo que hice fue una traición y eso probablemente no cambiará”, mencionó. “Nunca dejé que eso me detuviera. Pido disculpas. Intento explicar el contexto. Y luego sigo adelante”.

Está en TikTok. Sí.

Aunque Fonda tiene un pasado fascinante y aunque ha sacado mucho de su pasado a relucir, ella hace énfasis en que vive en el presente.

La mujer que revolucionó el mercado de los videos caseros con su cinta de fitnes y calentadores de piernas en la década de los ochenta, ahora está jugando en TikTok, con videos que son un homenaje a su icónico entrenamiento para los que se quedan en casa en una cuarentena de engorda.

A diferencia de la mayoría, no piensa de manera negativa acerca de los milénials. “Creo que son totalmente fabulosos y están haciendo una gran diferencia y me siento llena de esperanza”, dijo.

Fonda señaló que “una de los aspectos positivos de ser activista es que se entra en contacto con hombres conscientes”.

¿Fonda, quien solía andar con Marlon Brando y Warren Beatty, cree que Netflix ha eclipsado el glamur del viejo Hollywood?

Me contestó que ya lo superara.

“Ay, no comparto ese sentimiento sobre esa época”, dijo con determinación. “No veo películas de antaño, casi nunca. Siempre andaba fuera de casa. No me importaban las películas”. Y prosiguió: “No romantizo esa época en absoluto y me parece que los actores de hoy son simplemente brillantes”.

En particular, dijo, le gusta mucho Saoirse Ronan; Michaela Coel y su programa en HBO, “I May Destroy You”; Issa Rae y su programa en HBO, “Insecure”, así como el programa de Ramy Youssef en Hulu llamado “Ramy”. Mencionó que le encantó la película de superhéroes de Charlize Theron en Netflix, “La vieja guardia”.

Creció cerca de John Ford, un amigo de su padre, y comenzó su carrera con Joshua Logan, pero los dos directores con los que ahora fantasea trabajar son Quentin Tarantino y Wes Anderson.

“Lo que quiero es que Wes Anderson se aparezca y me proponga un personaje que nunca jamás se me hubiera ocurrido interpretar”, dijo.

¿Y qué se imagina hacer con Tarantino?

“Lo que él quiera”, afirmó.

El abrigo para acabar con todos los abrigos

En su serie de Netflix, Grace, el personaje de Fonda, es una inflexible mujer protestante, anglosajona y blanca que se encuentra en una relación de pareja dispareja con una Frankie de espíritu libre, interpretada por su amiga en la vida real Lily Tomlin, después de que sus maridos declaran estar enamorados.

Tomlin dijo que el mantra de Fonda, desde que era una niña, había sido: “Puedo mejorar”.

“No tiene pelos en la lengua y siempre tiene buenas intenciones”, dijo Tomlin, “pero aun así dirá en voz alta en el plató: ‘Necesitas un corte de pelo’, y luego irá por ahí hasta que encuentre a alguien que le corte el pelo a la persona. Y entonces la persona regresará y dirá: ‘Pues sí, se ve mejor’”.

Fonda, cuya madre se suicidó mientras estaba en un centro psiquiátrico, dijo: “No tuve una figura materna, así que han sido mis amigas las que me han enseñado cómo ser”.

Al igual que Fonda, Grace se deja moldear por los hombres de su vida, hasta que de repente le declara a un novio que no le gusta el golf ni las baguetes y que no va a fingir más. Frankie se burla de Grace por sus malos hábitos alimentarios (afirma que podría caber en la guantera) y por su cirugía plástica.

Le pregunté a Fonda por qué dijo que renunciaba a la cirugía plástica. “Tengo casi 83 años”, dijo. “O sea, ya fue suficiente”.

Mencionó que se alimentaba sanamente y hacía ejercicio con un entrenador, con cubrebocas y guantes. “Y tengo rellenos”, confesó. “Y soy activista, así que me siento bien, y creo que esa es la parte más importante. Si me sintiera malhumorada y deprimida, no me vería tan bien”.

“Y la otra cosa importante es que tengo una buena postura. Y, lo creas o no, eso es fundamental. He trabajado duro para tener una espalda muy fuerte”.

Para mantener su enfoque en el medioambiente, ha jurado dejar las compras y dijo que su famoso abrigo rojo de los Fire Drill Fridays sería lo último que compraría.

Aunque en “Grace y Frankie” tiene muchos pretendientes y se involucra en la venta de lubricante de ñame elaborado por el personaje de Tomlin, así como vibradores para mujeres mayores, con instrucciones en letra grande y una empuñadura que no agrava la artritis, Fonda dijo hace dos años que había “cerrado el negocio de allí abajo”.

Después de toda una vida de ser camaleónica y tener que transformarse para complacer a su padre y a tres maridos muy diferentes, ahora Fonda afirma despreocupada: “No me interesa para nada”.

“No tengo tiempo”, dijo. “Estoy absolutamente completa conmigo y mis hijos y mis nietos y mis amigos. No quiero más romance. No tengo tiempo para eso”.

Recordó que cuando estaba con Turner, encontrar el tiempo para escribir requería que se escapara con su computadora portátil en medio de sus viajes de pesca.

“Sabes, casi todos los días, al estar haciendo algo, pienso que nunca habría tenido tiempo de hacer esto o leer esto otro, si estuviera tratando de mantener una buena relación”.

Pero le gusta que la consideren atractiva. Le conté que mi investigador, Shawn McCreesh, acababa de ver “Barbarella” por primera vez. También la vio en el ascensor de The New York Times cuando visitó nuestra oficina durante los Fire Drill Fridays y pensó que era una mujer hermosa y atractiva, pero impasible.

“¿Eso es bueno o malo?”, se preguntó.

Dijo que ya nadie más le ha propuesto matrimonio: “Cero”. “No, y no me siento sola. Nunca me he sentido así. Nunca me he aburrido ni me he sentido sola en mi vida”, aseguró.

Así que, si una noche de sábado estuviera libre, ¿qué haría?

“Leer”, contestó. “Y entre que estoy sola y la COVID, estoy descubriendo mucha televisión”.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company