Cómo los jóvenes activistas están conversando con sus familias sobre la injusticia racial

Key'Maura Lewis y su abuela, Barbara Gilleylen, en su casa en 
Kalamazoo, Michigan, el 31 de julio de 2020. (Sylvia Jarrus/The New York Times)
Key'Maura Lewis y su abuela, Barbara Gilleylen, en su casa en Kalamazoo, Michigan, el 31 de julio de 2020. (Sylvia Jarrus/The New York Times)

En las mesas a la hora de la cena, la charla sigue enfocándose hacia el trato a los afroestadounidenses. En las salas, la historia de Estados Unidos se convierte en munición para debates.

Y en las redes sociales, las conversaciones difíciles entre diferentes generaciones —realizadas por mucho tiempo en privado— se están desarrollando ahora en público. Muchos jóvenes estadounidenses hablan con sus padres y familiares más viejos sobre racismo, violencia policial y las manifestaciones alrededor del mundo, y luego publican sus impresiones al respecto.

Mientras las manifestaciones en algunas ciudades ya llegan a su tercer mes, muchos adolescentes han mantenido el debate activo en casa. Algunos están creando y compartiendo archivos en Google Docs con recursos como listas de lectura y videos. Algunos están intentando alcanzar a sus allegados a través de sitios web como Facebook, en ocasiones con el riesgo de fomentar acritud en sus familias.

Cuando las redes sociales inician las conversaciones

A principios del verano, Carlos Hinojosa, de 17 años, se dio cuenta de que algo había cambiado en su madre, Frida Hinojosa, debido a Facebook: podía escucharla en la sala viendo una compilación de noticias sobre racismo y el asesinato de George Floyd en Minneapolis a manos de la policía.

Hinojosa, prometedor estudiante de secundaria en Laurel, Maryland, dijo que había intentado iniciar conversaciones sobre racismo con ella antes. Dijo que su madre, originaria de México, podía llegar a expresar estereotipos raciales sin darse cuenta, especialmente en cuanto a latinos no blancos.

Pronto entendió que la mejor manera de iniciar una conversación era a través de Facebook, la red social favorita de su madre. Él y su hermana le han enviado videos y artículos sobre las protestas.

“He estado siendo educada por mis hijos”, dijo Frida Hinojosa, de 50 años. “Han logrado captar mi atención sobre este tema”.

El activismo de su hijo también la atrajo a la conversación e incluso la ha hecho participar. Luego de que Carlos utilizara Instagram para planificar una protesta en su ciudad en junio, Frida lo ayudó a crear carteles, repartió agua y les dio chalecos amarillos a los voluntarios.

Al final, asistieron más de 2000 personas, dijo Carlos. Hinojosa escuchó a los amigos de su hijo contar historias sobre el racismo que han enfrentado.

“Es el paso más importante en el proceso de solucionar cualquier problema”, dijo Carlos Hinojosa.

Otros adolescentes han recurrido a apoyarse entre ellos mismos cuando han tenido problemas conversando con sus familias o no han podido obtener recursos.

Durante varios meses, desde su casa en Baltimore, Betsy Schultz, de 17 años, creó un documento de Google de 37 páginas sobre Black Lives Matter, con vínculos a páginas de GoFundMe para realizar donaciones, peticiones en línea y una guía de recomendaciones de libros, documentales y más.

Schultz ha estado intentando crear una estación única de recursos para otros activistas jóvenes, la cual se ha expandido rápidamente. Sin embargo, Schultz dijo que ha sido difícil explicarle el movimiento a su padre, cuya visión política independiente suele tender hacia al lado conservador. Ambos tienen desacuerdos constantes acerca de lo que ven y escuchan en las noticias y redes sociales. Por ejemplo, discuten sobre quién tiene la culpa en los enfrentamientos entre los manifestantes y la policía.

Sin embargo, Schultz sigue alentando a otros adolescentes a expresar sus convicciones.

“Estas conversaciones pueden ser difíciles, y cambiar la opinión de una persona puede llegar a ser en extremo complicado”, dijo Schultz. “Incluso si no puedes lograr un impacto directo en tu familia, hay muchísimas otras maneras de tomar acciones”.

Los historiadores de movimientos de derechos civiles afirmaron que las redes sociales han logrado que estas protestas destaquen sobre otras, pues les ha dado a los manifestantes una plataforma para organizar y recursos a los que pueden recurrir.

Además, gracias a los videos y las fotografías, las redes sociales han logrado que los episodios violentos contra personas negras lleguen de forma más inmediata a una audiencia más grande, dijo Thomas Holt, profesor de Historia de la Universidad de Chicago.

En las décadas de 1950 y 1960, la televisión y las fotografías jugaron un rol fundamental en los crecientes movimientos de protestas, al mostrarle imágenes de violencia cometida contra afroestadounidenses a una población más amplia de espectadores. Las brutales fotografías que mostraban el cuerpo de Emmett Till, un niño negro de 14 años asesinado por una turba de blancos en 1955, fue el punto de inflexión para el comienzo del movimiento de los derechos civiles, dijo Holt.

Este tipo de imágenes transmite la violencia que la población negra teme a diario, afirmó Kevin Gaines, profesor de Derechos Civiles en la Universidad de Virginia.

“La juventud afroestadounidense no tiene el lujo de ignorar el racismo y la violencia racista”, afirmó.

Cuando la conversación sale mal

Para muchas familias estas conversaciones nunca han sido sencillas. En la actualidad, los estadounidenses están cada vez más polarizados por la política. Las tensiones de una pandemia, una crisis económica y un año electoral están colisionando al mismo tiempo.

En Blue Bell, Pensilvania, Jessica Piccari confesó que estaba a punto de perder la paciencia con algunos de sus familiares. En una fiesta de cumpleaños, Piccari, de 18 años, escuchó a la hermana de su abuela decir un insulto racial. Sorprendida, le dijo que eso era racista: “No puedes decir eso. No está bien”.

A pesar de sus reiteradas protestas, Piccari afirmó que algunos miembros de su familia siguen utilizando insultos racistas y manifestando su desacuerdo con las protestas frente a ella. También le preocupa que su novio y sus mejores amigos, todos de raza negra, puedan terminar siendo víctimas de violencia por parte de la policía o de opositores de los manifestantes.

“Es un tema serio para mí”, dijo Piccari. “A veces me molesto y me altero porque no deberíamos estar hablando de esto”.

Aunque Piccari y su madre están de acuerdo en gran parte sobre el movimiento, sus conversaciones pueden volverse tensas cuando discuten sobre los métodos y objetivos de algunos manifestantes.

Esos desacuerdos parecen iniciar a menudo en las redes sociales, como la vez en la que Piccari etiquetó a su universidad en una publicación de Instagram sobre el desfinanciamiento de la policía. Su madre la reprendió y le dijo que fuera cuidadosa con las publicaciones que pudieran ser vistas por instituciones poderosas, aunque también respetó sus límites.

“Por incómodo que sea, no tengo ningún derecho a decirle que está equivocada”, afirmó Kathy Piccari, de 40 años. “Estoy orgullosa de ella por expresar sus ideales”.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company