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Italia 90. No lo sabíamos, el 8 de julio fue la escena final de "El último baile"

El 8 de julio de 1990 se detuvo el tiempo. Los días pasaron volando. Esa tarde de Roma cumple 30 años. Muchos de los lectores de esta nota no habían nacido. Lionel Messi era un niño de casi tres años en la casa de Jorge y Celia. Hoy todos seguimos anclados a 1990, como canta Gustavo Cerati en ese tema de Canción Animal lanzado apenas un mes después de ese momento fatídico.

Quienes recordamos esa fecha por haberla vivido quizás sabíamos inconscientemente que se trataba de un final de ciclo. Pero no era el sentimiento dominante. Nos tapaba la bronca. La sensación de que nos habían robado una Copa del Mundo estaba por encima de la melancolía del adiós. Italia 90 fue una montaña rusa de emociones. Una verdadera odisea.

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México 86 había sido una luna de miel desde el primer encuentro ante Corea del Sur. Tras una complicada clasificación, el seleccionado se había encontrado en el momento justo. El 0-0 ante Junior y el 7-2 a Israel previos ya perfilaban a un equipo con identidad y plan. Bilardo ajustó en pleno torneo. Cambió esquema e intérpretes durante la competencia. Tocó Inglaterra en cuartos. Y Maradona se pareció a Dios con un elenco de reparto en el que cada integrante sabía lo que debía hacer en cada lugar de la cancha y en cada momento del partido. Esa Selección jugaba fácil. Era la desorganización organizada.

Su dinamismo era indescifrable para los rivales. No podían detectar esos piques al espacio, siempre bien interpretados por pasadores y llegadores. En ese glorioso Mundial, la Argentina de Diego y el Doc eran los Lakers de Magic y Pat Riley, cinco veces campeones de la NBA en aquella década del 80. Los Lakers del Showtime. Defensa intensa y ataques rápidos, todo en transición continua. Vean el gol de Valdano en la final con Alemania. Donde arranca Jorge, su recorrido, la pausa y el pase de Negro Enrique, sus amagues previos a la definición y el toque suave con borde interno del pie derecho. Todo es hermoso. Cuando alguien les diga que Maradona solo ganó ese torneo, muéstrenle ese gol donde el 10 es una pieza de esa máquina que imponía condiciones y se adaptaba a cualquier contexto. Showtime!

Cuatro años después, la Selección se había transformado en los Bad Boys. Pero los Detroit Pistons eran mucho más que juego físico en defensa. Isiah Thomas conducía con maestría para que sus compañeros anotaran por distintos caminos. Argentina sólo ofrecía oficio para competir y hacer jugar mal al adversario. El proceso entre ambos mundiales había sido espantoso. Bilardo intentó renovar y ampliar el menú de opciones con experimentos insólitos. Los nuevos no lo entendían y los viejos no lo aguantaban más. Sin eliminatorias por ser el último campeón, deambuló en las Copas Américas del 87 y 89. El único momento relevante fue el triunfo ante Alemania en 1987, gol de Burruchaga en la cancha de Vélez. Mientras tanto Maradona hacía historia con Napoli durante ese período 86-90. Ganó dos Ligas italianas, una Copa Italia, Supercopa y la Copa de la UEFA. Completó una de las transformaciones más extraordinarias de un club en la historia del fútbol. El documental de Asif Kapadia está a la altura de semejante obra. Si Argentina se parecía a los Pistons en cómo desquiciar al contrario, Diego protagonizaba la precuela de MJ en los Bulls. Napoles y Chicago nunca más vivirían algo similar. El 10 y el 23 cambiaron el destino de sus equipos y sus ciudades. Ambos comenzaron sus respectivas obras en la temporada 84-85. En 1991 uno abandonó su lugar ya agobiado, cansado hasta de ganar. En ese mismo año, apenas dos meses después, el otro festejó su primer título cuando ya estaba harto de perder contra los chicos malos de Detroit.

El plantel argentino se concentró en Trigoria. ¡Había 7 zagueros centrales entre los 19 futbolistas de campo! Ruggeri, Serrizuela, Simón, Fabbri, Bauza, Monzón y Lorenzo. Olarticoechea y Sensini completaban ese numeroso bloque defensivo. En la mitad de la cancha, se sumaban Basualdo, Troglio y Calderón a la guardia campeona de Giusti, Batista y Burru. Balbo, Dezotti y Cani debían ofrecer piques al vacío para que Maradona hiciera su magia. Diego quería a Valdano y aceptaba a Ramón Díaz. Bilardo desconfiaba de Caniggia. Lo incluyó cuando el 10 amenazó con bajarse. El Julio Grondona de 1986 habría intervenido en esa lista en modo Jerry Krause. El de 1990 era un león herbívoro. El título en México y la vicepresidencia de la FIFA le habían cambiado prioridades.

El papelón ante Camerún con El Hijo del Viento suplente sacudió al mundo. El Doc cambió medio equipo para jugar ante Unión Soviética. Fue el día de los tres arqueros: Pumpido, Goyco y Diego, con ese penal que el árbitro no vio. Irrumpió Troglio con ese gol de cabeza. El formato del torneo le permitió clasificarse como uno de los cuatro mejores terceros tras el feo empate ante Rumania con el gol de otro Pedro, Monzón. De 24 seguían 16. Y tocó Brasil. Goyco - Monzón, Simón y Ruggeri - Basualdo, Troglio, Giusti, Burru, Vasco - Cani, Diego. El 3-5-2 marca registrada. Era una sandunga de novela. Los palos y Goyco mantuvieron el 0 a 0. "Si se la siguen pasando a los amarillos, perdemos" fue la antológica frase de Bilardo en el entretiempo. Ese equipo sabía jugar mal. Como jamás podía imponer condiciones por su falta de funcionamiento, entonces impedía que el rival lo hiciera. ¿Cómo? The Bad Boys tenían todos los trucos para cortar el ritmo del juego: reiteración de faltas no graves en mitad de cancha, demoras, pase atrás al arquero, toques muy cortos con pelotazo ante la mínima presión, mucha gente detrás de la línea de la pelota. Hasta un bidón para Branco, como la pizza para MJ en Utah. Nada de esto alcanzaba ante Brasil. Hacía falta un milagro.

"Caniggia va a tener una. ¿Acertará?", profetiza Alejandro Apo en Continental con Víctor Hugo. Diego toma la pelota. "Maradona. Alemao que no", cuenta el Comandante Araujo en ATC. Y Cani recibe ese pase con ventaja tras una jugada memorable del último héroe. Taffarel desparramado. Queridos Millenials y Centennials, no saben lo que se perdieron.Yugoslavia en cuartos con los penales de Goyco. Italia en semis y en ¡Nápoles! En el documental de Kapadia Albertino Bigón, DT del segundo scudetto napolitano, lo define como el gran error de Federación Italiana: "¿Programar una semifinal ahí con la chance de que fuera Italia-Argentina?" No fue casualidad haber llegado a los penales. El Doc dibujó un plan maestro con la idea de que el local no pudiera ni presionar ni correr. Le redujo los espacios durante 120 minutos. Goyco - Ruggeri, Simón, Serrizuela - Basualdo, Calderón, Giusti, Burru, Vasco - Cani, Diego. La sonrisa del Hijo del Viento tras el anticipo a Zenga. Diego y su golazo de penal. Goyco en modo prócer. Tanta alegría seguida me va a hacer mal, cantan los Auténticos Decadentes. Nada bueno vino después.

La final ante Alemania fue otro partido horrible. Argentina marcó 5 goles y recibió 4 en los siete partidos de un Mundial malo, que motivó a la FIFA a cambiar reglas como la prohibición para el arquero de tomar la pelota con sus manos tras el pase de un compañero. Codesal no cobró el penal a Calderón. Sí el de Sensini a Voeller. Brehme lo pateó muy bien. Diego pasó del insulto durante el himno al llanto durante la premiación. Nuestra memoria apretó el botón de pausa en esas lágrimas. Nos quedamos ahí porque todo lo que vino después fue incluso peor que ese final. Diego Maradona pasó cuatro de los siete años siguientes suspendido por doping o inactivo. Jugó otro Mundial, marcó una perla ante Grecia, le cortaron las piernas. Pero, con mi respeto y mi admiración, era el Jordan de Washington. Aún muy bueno en la escala de los normales pero sin su dimensión diferente. Carlos Bilardo volvió a dirigir. Coincidieron en Sevilla y en Boca. Ninguna terminó bien. En España casi se agarran a trompadas luego de un partido ante Burgos. El Doc lo sacó. Diego lo insultó delante de las cámaras. El asunto siguió en el hotel. En Boca perdieron el Clausura '96 con un equipazo contra el Velez de Bianchi. Volvieron a compartir la Selección como manager y entrenador. Se abrazaron en Montevideo en la LTA Night. También esa aventura acabó mal tras otra derrota con Alemania. "Bilardo me traicionó", denunció Diego ante la prensa. Habían empezado su viaje en 1983 cuando a pesar del fracaso en España '82 Carlos lo nombró capitán y titular indiscutido. Que suene la canción de Gianna Nannini y Edoardo Bennato. Una Estate Italiana es el Present Tense de Pearl Jam para esta serie. Tenemos la historia, el guión, las imágenes y la banda de sonido. Treinta años después, entendemos por qué una parte nuestra sigue anclada al 8 de julio de 1990. No lo sabíamos. Esa era la última escena de "El 'Último Baile".