Anuncios
Elecciones México 2024:

Cobertura Especial | LO ÚLTIMO

Una isla de mujeres: en Estonia, la última sociedad matriarcal de Europa

KIHNU, Estonia.- En el museo de Kihnu, una minúscula isla de Estonia, las señoras mayores, vestidas con polleras a rayas combinadas, reflexionaban sobre una de las preguntas preferidas mientras tomaban un café. ¿Qué no hizo una mujer de Kihnu? Armaron una lista con todos los trabajos necesarios que recordaban haber hecho las mujeres ante la ausencia de hombres, desde reparar motores de tractores hasta dar misa cuando el cura ortodoxo ruso no estaba disponible. Hasta el momento, hay un solo trabajo que las mujeres no pueden adjudicarse.

"Cavar una tumba", dijo Maie Aav, directora del museo. "Pero hasta eso es cuestionable". Como las mayores, Aav, que ronda los 45 años, también llevaba una pollera tradicional (llamada kört), pero la suya tenía una ligera variación de colores para representar su edad.

Los visitantes de esta pacífica isla del mar Báltico se maravillan con sus ventosas playas rodeadas de bosques vírgenes y de ocasionales haciendas de colores brillantes. Con poco más de 16 km2, Kihnu es la séptima isla en tamaño de las más de 2000 que tiene Estonia.

Muchas islas estonias se mantienen vírgenes y deshabitadas desde los últimos pobladores de siglos atrás. Kihnu, en cambio, se destaca precisamente por sus habitantes. Y la isla es famosa por la abundancia de mujeres.

Los hombres empezaron a esfumarse de la vida cotidiana de Kihnu en el siglo XIX, debido a su trabajo en el mar. En ese entonces, la pesca y la caza de focas los apartaba de sus hogares durante meses. Entonces las mujeres de Kihnu tuvieron que dar un paso al frente y empezaron a dirigir la isla. Así que los roles tradicionales de las mujeres se expandieron hasta incluir todo lo que su sociedad necesitaba para funcionar y prosperar. Con el tiempo, eso se arraigó en el acervo local, como señaló la Unesco cuando inscribió aspectos de su cultura en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, en 2008.

Pero la minúscula y tradicional isla de Kihnu enfrenta un problema moderno cada vez mayor: la población disminuye debido a que sus habitantes parten ante la falta de trabajo.

Además, los cambios en la industria pesquera están causando más inconvenientes: los hombres vuelven a sus hogares por períodos de tiempo más prolongados. Y algunos ya ni siquiera se van.

"Con el tiempo tendremos que empezar a comercializar la isla, pero tenemos que decidir cuál es la mejor manera para nosotras", dice Mare Matas, de 43 años, presidenta del Espacio Cultural Kihnu, dedicado a promover la historia de los isleños y sus tradiciones a través de eventos, festivales y actividades educativas.

Como muchas mujeres de Kihnu, Matas realiza una multiplicidad de tareas y está interesada en preservar su acervo. Además de gestionar varios alojamientos en casas de familia en la isla (incluido el de la suya), Matas también es la actual guardiana del faro y hace visitas guiadas para turistas.

En su casa amarilla cerca de la costa había mucho ajetreo la tarde de marzo que llegué en lancha desde el puerto de Munalaid, a poco más de 40 kilómetros de Pärnu, la cuarta ciudad de Estonia en población. La hija mayor de Matas, Liis, de 18 años, estaba de regreso del continente, donde vive durante la semana mientras asiste a la secundaria en Pärnu (no hay secundaria en Kihnu).

Anni, de 12 años, y Maria, de 9, estaban muy apuradas por salir al concurso de talentos que se haría esa noche en su escuela. Su hijo Martin, de 21 años, va a la facultad en Tallin, la capital de Estonia, a casi 180 kilómetros de distancia. Igual que Matas, todas sus hijas son muy rubias y tienen penetrantes ojos azules.

Cuando le preguntaron cuántos de los 300 residentes que viven durante todo el año en la isla son hombres, Matas hizo una pausa para contar mentalmente. En Kihnu hay una jerarquía clara: niños, comunidad y, por último, hombres.

Mentalidad

"Tenemos una mentalidad totalmente diferente a la de la gente del continente. Las mujeres de Kihnu siempre quieren hacer lo mejor para la familia, sobre todo para los chicos", dijo Aav, en el museo local.

Las mujeres de Kihnu son conocidas por su franqueza, y la isla no es el mejor destino para quienes se ofenden con facilidad.

"El turismo masivo no es bueno para Kihnu", señaló Aav. "Queremos turismo cultural, personas que realmente estén interesadas en nuestro estilo de vida".

De hecho, el encanto de Kihnu es que de ninguna manera está preparada para el turismo masivo. No hay demarcación de calles, y hay muy pocas asfaltadas que podrían demarcarse. No hay cadenas comerciales, ni cajeros automáticos, ni restaurantes abiertos todo el año, y actualmente está en construcción la primera comisaría. Allí los visitantes son invitados, no turistas.

The New York Times

Traducción de Jaime Arrambide