Isaki Lacuesta ve con su filme en la Berlinale "un objetivo cumplido"

Berlín, 15 feb (EFE).- El cineasta español Isaki Lacuesta ve como un "objetivo cumplido" la participación de su filme "Un año, una noche" en la sección oficial de la Berlinale, donde compite con otros 17 títulos por los Osos y que es "el espacio perfecto para compartir" la película.

"Estar aquí es un objetivo cumplido y nos hace muchísima ilusión", asegura el realizador en entrevista con Efe con motivo de su presencia en la Berlinale con la película que aborda el atentado yihadista contra la sala parisina Bataclán.

Lacuesta explica que de hecho cuando comenzaron con la película con el productor Ramón Campos se plantearon que el objetivo era precisamente ese.

"Teníamos la sensación de que al cine español hace años que le cuesta mucho entrar en las secciones competitivas de festivales A, y pensamos que en gran parte es por un motivo presupuestario", señala.

Según el cineasta, en España la financiación del cine "se ha polarizado extremadamente".

Por un lado está el cine comercial, que está muy bien y cuenta con mucho presupuesto, "pero que no tiene la mirada ni la vocación artística que buscan en estos festivales".

Y por otro lado están las películas que "sí buscan este tipo de mirada artística y personal que es la que estos festivales requieren", pero que están hechas con presupuestos muy bajos, que no son equiparables con los estándares europeos, precisa.

En el caso de "Un año, una noche" sí que lograron el presupuesto necesario gracias a ser una coproducción con Francia, puntualiza.

La mayor diferencia con otros rodajes quizás haya sido precisamente el presupuesto, mucho mayor al que acostumbraba a tener en sus películas anteriores, y que no habría sido suficiente para recrear Bataclán y la evacuación, señala.

El filme "Un año una noche", explora, a partir del testimonio de la pareja formada por Ramón y Céline, supervivientes del atentado yihadista contra la sala parisina Bataclán, las diferentes formas de sobrellevar el trauma.

Lacuesta lleva doce años trabajando en un proyecto documental sobre el fin de ETA y el terrorismo en el País Vasco y cómo esto cambia la sociedad vasca, por lo que ha estado en contacto con gente con experiencias muy distintas.

Nunca se había planteado hacer una película sobre el atentado contra la sala Bataclán, pero fue el productor, que había estado con su familia en París en la noche del ataque y que quedó muy impactado, quien le propuso adaptar el libro "Paz, amor y death metal", en el que el superviviente Ramón González procesa lo ocurrido.

De entrada le pareció demasiada responsabilidad, pero al leer el libro se dio cuenta que lo que contaba sí le concernía e interpelaba y que no tenía nada que ver con lo que había visto en las noticias y los periódicos.

Tras quedar con el Ramón y la Céline reales decidió que había que hacer la película, para transmitir esa experiencia que de otro modo es imposible conocer, "porque los informativos terminan en la noche del atentado y luego ya pasan a las consecuencias políticas".

"Toda esta parte humana de piel, de sentimientos, de cómo para ellos la historia empieza ahí y no termina, esto nunca se cuenta", señala.

Otra aspecto que le parecía clave es cuando Ramón cuenta que cuando estuvo encerrado en el camerino durante el tiroteo, lo que más temía era morir esa noche, porque si lo hacía, su vida habría sido un absoluto fracaso.

"Y pensé hasta qué punto todos vivimos así y si no ocurren tragedias como el atentado o, salvando las distancias, como la pandemia, no nos paramos a pensar si estamos realmente viviendo como queremos", explica.

Precisamente esa diferencia de planteamiento entre Céline, que decide "continuar con su vida al pie de la letra, no cambiar nada, porque cualquier cambio es ceder la victoria al terrorismo, y el punto de vista de Ramón, que decide cambiarlo todo", esos "dos puntos extremadamente opuestos", son el centro de la película.

"Es imposible pensar en las víctimas como un colectivo homogéneo", señala; incluso Ramón y Céline, que han vivido juntos ese momento , no comparten el mismo recuerdo ni la misma experiencia, recuerda.

Contar con el argentino Nahuel Pérez Biscayart y la francesa Noémi Merlant para interpretar a Ramón y a Céline es para Lacuesta como "una fantasía cumplida" y trabajar con "estos dos actores increíbles" una de sus experiencias cinematográficas "más bestias y alucinantes".

Destaca también el trabajo del resto del elenco -actores de "primera línea" como Alba Guilera, Quim Gutiérrez, Natalia de Molina, Bruno Todeschini, y también C. Tangana- que aceptaron hacer papeles más pequeños de los que harían normalmente, pero que "hacen que la película esté a un nivel muy alto de interpretación".

Según el cineasta, el de esta película ha sido un rodaje "muy, muy emocional.

"La montaña rusa que viven los personajes, de pasar de la euforia a los momentos de mayor dureza, creo que es una cosa que se contagió a todo el equipo. (...) Fue un viaje muy intenso y especial, sin duda", afirma.

Por Elena Garuz

(c) Agencia EFE