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Irán presiona a Estados Unidos para que salga de Irak y Afganistán, maniobra para influir en ambos

IRÁN REDOBLA sus acciones contra la presencia militar estadounidense en sus vecinos Afganistán e Irak, dos de las llamadas “guerras por siempre” de Estados Unidos que el presidente electo Joe Biden estará presionado para finalizarlas cuando asuma el poder el próximo mes.

La opinión pública y política estadounidense desde hace mucho se puso en contra de ambas guerras, aun cuando el valor estratégico y de seguridad de ambas naciones le ha dificultado a los presidentes estadounidenses el ponerle fin a la presencia estadounidense allí.

El presidente Donald Trump ha pasado casi cuatro años despotricando contra los despliegues estadounidenses a largo plazo en Oriente Medio y Asia, sobre todo en Afganistán. Trump ha sido incapaz de cumplir su promesa de campaña de traer a todos los soldados estadounidenses de vuelta a casa, para su gran frustración.

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Mientras él se prepara para dejar el cargo, el repliegue de tropas estadounidenses en ambos países parece ser una conclusión inevitable, aunque Biden y su equipo han insinuado que no perseverarán con la retirada total y rápida solo porque sí. Es más probable que la administración cambie los despliegues convencionales por misiones de contraterrorismo más objetivas en apoyo de las fuerzas locales.

Irán ha pasado años cultivando su influencia a través de sus fronteras con ambos países, ayudado por el caos sembrado por la invasión estadounidense y la ocupación sangrienta. El ascenso de y la lucha contra el Estado islámico le dio a Teherán más oportunidades de ampliar su influencia, y ampliar su red de milicias bien armadas y muy motivadas.

Irán, Rusia, China, Pakistán y otros se están posicionando para explotar el vacío de poder que Estados Unidos dejará tras de sí. Pese a todos los esfuerzos de Estados Unidos de limitar la influencia iraní en la región, terminar con los impopulares despliegues de la era de la Guerra contra el Terrorismo podría darle a Teherán una nueva victoria.

Por ejemplo, el martes, el secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán, Ali Shamkhani, se reunió con su par afgano, Hamdullah Mohib, y enfatizó la necesidad de que las fuerzas estadounidenses salgan del país. Según un acuerdo entre los talibanes y Estados Unidos y formado por Trump, las fueras estadounidenses y de sus aliados de la OTAN tendrían que salir del país para finales de 2021.

Trump dijo el mes pasado que planeaba reducir el número de soldados estadounidenses de 4,500 a 2,500 para finales de enero, cuando deje el cargo.

Mientras tanto, las tropas del gobierno afgano sufren bajas severas en su lucha en curso contra elementos de los talibanes e ISIS, pues los milicianos tienen la capacidad de lanzar ataques importantes y mortales contra objetivos delicados, que incluyen la capital Kabul. Un ataque con cohetes en agosto incluso alcanzó el complejo presidencial en la capital.

Irán otrora proveyó inteligencia para apoyar a las fuerzas especiales estadounidenses y equipos de la CIA que dirigieron la invasión de Afganistán en 2001, pero ahora está ansioso por sacar a Estados Unidos.

Un informe de la reunión del martes, por la Agencia Noticiosa Fars de Irán, dijo que Shamkhani expresó la necesidad de una “retirada estadounidense de [la* región”, y expresó la “posición especial de Afganistán para Irán”.

Shamkhani también promovió “la creación de infraestructura necesaria para desarrollar lazos bilaterales”, el “apoyo firme de Irán al gobierno legal de Afganistán” y la cooperación para destruir los remanentes de ISIS.

Teherán hace acciones concretas para vincular la economía e infraestructura de Afganistán con la propia. Por ejemplo, previamente este mes, funcionarios iraníes y afganos celebraron la inauguración de una nueva línea de tren de 219 kilómetros que conecta la ciudad oriental iraní de Khaf con la ciudad occidental afgana de Ghorian. La línea es parte del proyecto gigantesco de conectar a China con Europa por tren.

Teherán tiene lazos tradicionales con la minoría chiita hazara de Afganistán y la etnia tajik de lengua persa. Pero Irán también trabaja para mejorar sus lazos con los talibanes, protegiendo sus apuestas de quién terminará en la cima en la lucha de poder posterior a los estadounidenses para asumir el control del país. Los líderes talibanes incluso han visitado Teherán en años recientes, a pesar de la enemistad histórica entre el régimen chiita de Teherán y los extremistas suníes.

El ministro del exterior, Javad Zarif, también se reunió con Mohib en Teherán el martes, subrayando el deseo del régimen de que las tropas estadounidenses se marchen. “Vemos una solución política inclusiva con la participación de todos los grupos afganos como la mejor garantía para la paz sostenida en el país”, dijo él, según la Agencia Noticiosa Tasnim.

Mientras Mohib estaba en Teherán, Christopher Miller, secretario de defensa interino, se reunía con el presidente afgano Ashraf Ghani en Kabul para discutir “la oportunidad histórica para la paz, el apoyo continuo de Estados Unidos a las Fuerzas Nacionales de Defensa y seguridad de Afganistán, y la importancia de lograr una reducción a la violencia para hacer avanzar el proceso de paz”.

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Las relaciones entre Estados Unidos e Irán se han venido abajo con Trump, pues las dos naciones estuvieron al borde de la guerra en múltiples ocasiones durante su período, y Teherán amplió su programa nuclear ante el deterioro del acuerdo del Plan Amplio de Acción Conjunta.

Uno de los momentos más tensos se dio después de que los estadounidenses asesinaran al general de división Qassem Soleimani, comandante de la Fuerza Quds encubierta y ampliamente considerado como el segundo hombre más poderoso del régimen. Irán respondió con ataques con misiles balísticos contra bases iraquíes que albergaban tropas estadounidenses, pero los funcionarios han jurado una venganza mayor.

En la reunión del martes en Teherán, Shamkhani conectó la misión de Estados Unidos en Afganistán con la muerte de Soleimani. “Estados Unidos ha intensificado sus medidas para fomentar la inseguridad en la región occidental de Asia en el último año, y el clímax de este comportamiento fue el asesinato cobarde de los comandantes antiterroristas general Qassem Soleimani y Abu Mahdi al-Muhandis”, dijo Shamkhani.

Muhandis era el comandante de las poderosas Fuerzas Populares de Movilización, una organización general dominada por milicias chiitas alineadas con Irán que se hicieron prominentes durante la campaña de Irak en contra de ISIS. Las PMU ahora son actores importantes en la política iraquí, y una manera de que Irán influya en los asuntos locales.

Irán desde hace mucho ha sido la fuerza extranjera dominante en Irak, y sus aliados y bombas mataron a cientos de soldados estadounidenses durante la ocupación. Conforme ha menguado la influencia y el interés estadounidense en Irak, la nación asolada por la guerra se ha convertido en una parte clave de la red de influencia regional de Irán y de su campaña en contra de Estados Unidos.

La invasión y ocupación desastrosa de Irak ha marcado la psique colectiva estadounidense y desatado el caos en Oriente Medio. Las encuestas muestran que los estadounidenses en gran medida quieren que las tropas regresen a casa, y el Pentágono ahora está en el proceso de reducir su despliegue en Irak de 3,000 a 2,500 soldados como lo ordenó Trump.

Quienes permanezcan tendrán que lidiar con un ambiente hostil. Por ejemplo, la embajada estadounidense en Bagdad es atacada frecuentemente por las milicias apoyadas por los iraníes. Y el año pasado, unos manifestantes, apoyados por los milicianos, irrumpieron y saquearon la instalación.

Los líderes de las milicias iraquíes anunciaron una tregua en octubre, siempre y cuando Estados Unidos presentara una hoja de ruta para la retirada total. Esto no se materializó, y el mes pasado las milicias reanudaron sus ataques. Convoyes estadounidenses de suministros otra vez son el blanco de los artefactos explosivos improvisados, y los cohetes una vez más caen en la Zona Verde de alta seguridad de Bagdad.

Solo esta semana, se dispararon múltiples cohetes contra la embajada estadounidense en un ataque del que Mike Pompeo, secretario de estado, culpó a Irán. Irán negó estar involucrado y condenó el ataque.

Biden heredará el desastre diplomático de Trump en Irán, sus sanciones draconianas contra Teherán y los efectos secundarios de los asesinatos de Soleimani y el científico nuclear Mohsen Fakhrizadeh. Los líderes iraníes están ansiosos por revivir el Plan Amplio de Acción Conjunta y poder librarse de las sanciones, pero Teherán todavía quiere a los estadounidenses fuera de su vecindario.

Shamkhani dijo el martes que el país sigue comprometido con una “venganza dura” por la muerte de Soleimani y con una postura más amplia de “detener las acciones continuas terroristas y contrarias a la seguridad de Estados Unidos y sus agentes que provocan tensión en la región, y obligarlos a dejar la región”. N

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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek