La invasión rusa a Ucrania y el confinamiento en Shangai impulsarán la próxima crisis económica | Opinión
Al finalizar la primera oleada de la pandemia, el presidente chino Xi Jinping declaró que los esfuerzos anti-COVID de su país “demuestran las ventajas que ofrece el liderazgo del Partido Comunista”.
Y en las recientes Olimpiadas de Invierno de febrero agregó que varios atletas foráneos propusieron “una medalla de oro a China por su respuesta a la pandemia”.
Evidentemente, estas afirmaciones no solo son discutibles, sino además pueden encerrar otros propósitos; recordemos que Rusia literalmente “esperó a que terminaran dichas olimpiadas celebradas en China” para iniciar las hostilidades hacia Ucrania.
La firma de investigación Gavekal Dragonomics encontró que actualmente 13 de las 100 ciudades Chinas más importantes habían implementado restricciones ante una nueva recaída de la pandemia en su variante ómicron. De esa ciudades, 10 estaban parcialmente cerradas y las otras tres sufrían de un confinamiento total, entre ellas Shanghai.
Los chinos aducen no querer sufrir la misma mortandad entre las personas mayores no vacunadas tal como sucedió en Hong Kong, donde existen ahora más de un millón de contagiados. Sin embargo, los habitantes alegan que las restricciones están matando más gente que el virus.
Un ejemplo elemental ilustra esta afirmación: un paciente con una peritonitis aguda falleció a las afueras de la sala de emergencias de un hospital, cuyo acceso le fue negado por no tener a mano el resultado negativo de una prueba de COVID. Los familiares no pudieron llegar a tiempo porque en las calles no había automóviles disponibles.
En efecto, un estudio publicado el año pasado por el equipo de trabajo del centro chino para el control y prevención de enfermedades, encontró que en la ciudad donde comenzó la pandemia del COVID, Wuhan, las muertes por enfermedades crónicas superaron con creces la tasa esperada del 21%; por ejemplo, los decesos por diabetes superaron al 85%.
Por supuesto, los controles y restricciones también generaron otras estadísticas; un aumento en la tasa de suicidios hasta un 66%.
Otro fenómeno que sucede principalmente en Shanghai es que los ciudadanos no están confiando en su gobierno. Les garantizaron que los alimentos no estarían escasos y no ha sido así. Los propietarios de negocios también se quejan porque no han recibido subsidios para mantenerse durante esta clausura.
Shanghai es la ciudad más poblada de China con más de 25 millones de habitantes. Con una superficie de 6,340 km2, es la capital económica ya que constituye el centro comercial y financiero más importante del país y uno de los más renombrados globalmente. Aunque la Bolsa de Shanghai no está abierta por completo a los inversionistas foráneos, es considerada la más pujante del mundo con un crecimiento de su índice bursátil SSE por el orden del 130% desde el año 2006.
Beijing, la capital de China, es la segunda ciudad con más habitantes, sumando unos 22.5 millones. Sede de una multitud de compañías multinacionales, Beijing se está preparando para un eventual cierre por la pandemia, aunque ahora solo hay un centenar de personas contagiadas.
Como sabemos, el mayor descalabro económico que ha padecido el mundo fue originado por la pandemia que surgió en Wuhan. Tendríamos que preguntarnos si el segundo mayor descalabro también vendrá marcado con otro origen chino, esta vez Shanghai.
Si hablamos de una población confinada de 25 millones de personas, nos preguntamos entonces cómo afectará esto a la cadena de suministros en virtud de todos los bienes que dejarán de manufacturarse, muchos de ellos productos terminados, y otros, componentes esenciales para la fabricación de terceros.
Siendo China la fábrica del mundo, y particularmente de EEUU, la escasez que se prevee puede resultar peligrosa. Si a esta receta le añadimos el ingrediente de la criminal invasión rusa a Ucrania, el panorama se complica aún más.
Rusia deja de exportar la mayor parte de su producción de 9.7 millones de barriles diarios de petróleo, así como de el paladio, que es un material principal en la confección de los contactos eléctricos.
Por su parte Ucrania no exporta litio de la zona del Donbas ni neón de Mariúpol, siendo el primero esencial para la manufactura de baterías eléctricas y el segundo fundamental para los automóviles y teléfonos celulares.
Analizando las protestas de los ciudadanos de Shanghai por su actual confinamiento, y observando la invasión rusa a Ucrania, no podemos dejar de pensar como ambos acontecimientos afectarán a la economía norteamericana y a todo el planeta, por la escasez que se avecina, la cuál originará una inflación sin precedentes tal como lo vaticina el FMI.
Aunque se deteriore el poder adquisitivo del dólar por un incremento excesivo en el índice de precios al consumidor, sabemos que este gran país se recuperará, e incluso, puede llegar a ser lo que una vez fue, cuando manufacturábamos orgullosamente “Made in USA”.
Confiamos en la capacidad de producción y trabajo de EEUU y en su tecnología suprema para superar los obstáculos, demostrando así que la democracia es el mejor sistema conocido en contraposición con el fracasado sistema comunista opresor.
Benjamín F. DeYurre es un economista y periodista. Twitter: @DeYURRE.