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¿Por qué es inútil prohibir la pornografía en Internet?

Los demonios de la pornografía provocan esporádicas convulsiones en el planeta. Gobiernos de ideologías disímiles se han empeñado en desterrar la circulación de imágenes de contenido sexual explícito. En vano. Porque los interesados en consumir esa “presentación abierta y cruda del sexo que busca producir excitación”, como la define el diccionario, siempre encuentran una vía para acceder a fotografías y videos.

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La pornografía ha multiplicado los canales para satisfacer una demanda que no se agota, a pesar de las restricciones en algunos de países (CNET)

La imposibilidad de bloquear totalmente el material pornográfico se ha hecho más evidente con la expansión de Internet. Los filtros desplegados por regímenes autoritarios como China, Corea del Norte y Arabia Saudita, logran limitar el acceso a los sitios web de la “pornosfera”, pero no pueden impedir que cibernautas avanzados en el manejo de la redes burlen la censura. En sociedades democráticas, la imposición de estas prohibiciones atenta contra libertades esenciales.

¿Qué podrían hacer entonces las autoridades preocupadas por el efecto de la pornografía sobre la educación sexual de niños y adolescentes? ¿Qué hacer para evitar que los patrones machistas de buena parte de la producción pornográfica se impongan como modelos de las relaciones entre hombres y mujeres?

Ineficaces restricciones

Cualquiera con un mínimo de conocimiento sobre la psiquis humana sabe que la censura de un objeto o experiencia deseada suele tener un efecto ‘boomerang’. La parábola de la manzana prohibida resume esa característica de nuestra especie. La realidad abunda en ejemplos recientes.

En agosto pasado el gobierno de la India ordenó a los proveedores locales de Internet bloquear el acceso a 857 sitios que ofrecían contenido pornográfico. La medida respondió a una petición presentada en el Tribunal Supremo por un abogado que acusaba a la pornografía de corromper a la sociedad, promover la violencia contra las mujeres y estimular crímenes como el tráfico sexual.

La decisión generó una repulsa tal que fue reversada apenas un par de días después. Los indios acusaron a las autoridades de invadir su privacidad y tratar de establecer una vigilancia moral. Los residentes en ese país asiático aparecen en el cuarto lugar entre los visitantes de Pornhub, la mayor plataforma de videos pornográficos en Internet. El ministerio de Comunicaciones y Tecnología de la Información ordenó concentrar la veda solo a los sitios que ofrecieran pornografía infantil.

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Cameron afirmó que el objetivo de la prohibición era proteger la inocencia de los niños británicos. (AFP)

El primer ministro británico, David Cameron, emprendió una cruzada similar en 2013. Las compañías proveedoras del servicio de Internet en el Reino Unido debían bloquear los sitios pornográficos, hasta que los clientes expresaran interés en acceder a ese contenido. Londres también prohibió escenas de “pornografía extrema” y exigió a los buscadores implementar una lista negra de términos relacionados con la explotación sexual infantil.

Expertos en el tema tildaron de absurda la pretensión de Cameron de controlar de esa manera el consumo de material pornográfico. En primer lugar, el uso de servidores proxy y de redes virtuales privadas (VPN), fácil de adoptar hasta por el usuario menos avezado, permite esquivar los filtros. Por otra parte, los pedófilos no suelen utilizar populares motores de búsqueda, sino sitios protegidos por contraseñas y redes entre pares (P2P).

Hace apenas un mes el estado de Utah declaró que la pornografía era “un peligro para la salud pública”. Entre otras razones, la resolución citó su efecto perjudicial sobre la unidad familiar, la disminución del deseo de casarse de los hombres jóvenes, el incremento de la infidelidad, su impacto negativo en el desarrollo cerebral y el trato de las mujeres como objetos sexuales.

Aunque algunas observaciones de la legislación no carecen de sentido –en particular lo concerniente a la sexualización de la mujer—, condenar a la pornografía como una amenaza social constituye un ejercicio estéril.

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Una educación sexual que incluya un acercamiento crítico a la pornografía podría evitar que los jóvenes copien patrones machistas de relación con sus parejas. (CNET en español)

¿Aliada o enemiga?

Ningún estudio científico ha demostrado la relación directa entre un mayor consumo de pornografía y el aumento de las violaciones sexuales u otros crímenes de ese orden. En Estados Unidos, por ejemplo, en el último cuarto de siglo la tasa de violaciones ha caído en un 85 por ciento. Mientras, los jóvenes de hoy ven como promedio 16 por ciento más pornografía que sus coetáneos de la década de 1970.

En declaraciones a la cadena CBC, el sexólogo canadiense Jason Winters recomendó incluir la pornografía en la educación sexual de los jóvenes. A su juicio, si el material pornográfico se convierte en el único modelo de relación, a falta de un diálogo abierto con los padres y profesores, “cuando tengas una pareja real enfrentarás frustración y decepciones.”

Se trata entonces, según Winters, de poner la pornografía en contexto y de trascender el acercamiento al sexo como una experiencia no solo física, o un tema de prevención de enfermedades. El especialista destacó la importancia de explorar los principales componentes de la intimidad, ausentes en los planes de estudio y en las producciones de la industria del sexo.

La censura no enseñará a las jóvenes generaciones por qué la pornografía tradicional perpetúa la relación de dominación del hombre sobre la mujer. Ignorar la existencia de estas imágenes tampoco hará que nuestros hijos asuman la sexualidad como un espacio de igualdad entre personas que se sienten atraídas. Y no como un deporte donde gana quien mantenga una erección por más tiempo, o provoque más orgasmos a su pareja.

La producción y distribución de pornografía, escenificada por adultos con consentimiento mutuo, es legal en América Latina, salvo en Cuba y Guyana. La adquisición de ese material suele estar restringida a mayores de 18 años.