Un segundo posible intento de asesinato contra Trump es motivo de alarma en el extranjero

El expresidente Donald Trump, candidato presidencial republicano, pronuncia un discurso durante la Convención Nacional Republicana mientras se muestra en pantalla una fotografía tomada tras un intento de asesinato, en Milwaukee, el 18 de julio de 2024. (Kenny Holston/The New York Times)
El expresidente Donald Trump, candidato presidencial republicano, pronuncia un discurso durante la Convención Nacional Republicana mientras se muestra en pantalla una fotografía tomada tras un intento de asesinato, en Milwaukee, el 18 de julio de 2024. (Kenny Holston/The New York Times)

PARÍS — En los nueve años transcurridos desde que Donald Trump entró en la política estadounidense, la percepción global de Estados Unidos se ha visto sacudida por la imagen de una nación fracturada e impredecible. Primero un atentado contra la vida del expresidente, y ahora un segundo posible atentado, han acentuado la preocupación internacional, suscitando temores de una agitación violenta que podría desembocar en una guerra civil.

Keir Starmer, el primer ministro británico ha dicho que está “muy preocupado” y “profundamente perturbado” por lo que, según el FBI, fue un intento de asesinar a Trump en su campo de golf de Florida, a menos de 50 días de las elecciones presidenciales y dos meses después de que una bala ensangrentó la oreja de Trump durante un mitin de campaña en Pensilvania.

“La violencia no tiene cabida alguna en un proceso político”, afirmó Starmer.

Sin embargo, la violencia ha tenido un lugar preponderante en esta tormentosa y tambaleante campaña política estadounidense, y no solo en los dos posibles intentos de asesinato. Ahora existe una preocupación generalizada en todo el mundo de que las elecciones de noviembre no acaben bien y de que la democracia estadounidense, antaño un modelo para el mundo, se haya resquebrajado hasta el punto de quiebre.

En México, donde este año se celebraron las elecciones más violentas de la historia reciente del país, con 41 candidatos y aspirantes a cargos públicos asesinados, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo en una publicación en la plataforma social X: “Aunque aún no está claro lo que sucedió, lamentamos la violencia contra el expresidente Donald Trump. El camino es la democracia y la paz”.

En un momento de guerras en Europa y el Medio Oriente y de inseguridad global generalizada mientras China y Rusia afirman la superioridad de sus modelos autócratas, la precariedad estadounidense pesa bastante.

Corentin Sellin, profesor de historia francesa, comentó que la “brutalidad de la política estadounidense” hizo que Francia se “preguntara si la campaña presidencial terminará de manera pacífica”.

Afirmó que el ataque al Capitolio de Estados Unidos el 6 de enero de 2021 por parte de los partidarios de Trump dejó atónita a Francia y que “existe la noción de que la historia que comenzó con esa insurrección aún no termina”, y serán las elecciones del 5 de noviembre las que determinen su final.

La amenaza de la violencia —a veces, incluso la necesidad de ella— ha sido una parte esencial del mensaje de Trump.

El exmandatario ya puso en duda la credibilidad de los resultados de las próximas elecciones de noviembre. Insiste en incluir en su discurso llamados a “luchar” y ha utilizado términos incendiarios para insultar a los inmigrantes. Justo antes del asalto al Capitolio del 6 de enero, instó a sus seguidores a “luchar como locos” si no querían “dejar de tener un país”. En general, ha mostrado una férrea incapacidad para aceptar muchas verdades, entre ellas, el resultado de las elecciones de 2020.

En respuesta, los demócratas han dicho que Trump es una amenaza directa para la democracia estadounidense, un “extraño” aspirante a autócrata de tendencias fascistas y una “amenaza para nuestras libertades”, en palabras de la vicepresidenta Kamala Harris, candidata demócrata a la presidencia. La revista New Republic, de tendencia izquierdista, retrató a Trump como Adolf Hitler en una portada reciente y expresó la opinión de que era probable que un segundo mandato de Trump condujera a alguna forma de tiranía estadounidense.

Algunos europeos ven las cosas de una manera muy distinta.

“Lo intentaron todo”, aseveró Andrea Di Giuseppe, legislador del partido derechista Hermanos de Italia de la primera ministra Giorgia Meloni. “Intentaron acabar con Trump con juicios, intentaron acabar con él con insinuaciones, intentaron acabar con él asustando a la gente con que ‘si llega Trump se acaba la democracia’. Luego, como ninguno de estos intentos funcionó, intentaron matarlo”.

Las autoridades identificaron a un sospechoso en el episodio de Florida, Ryan W. Routh, un contratista de obras de 58 años con antecedentes penales y un apasionado de la causa ucraniana. Se presentaron en su contra dos cargos relacionados con armas de fuego ante un tribunal federal. Es posible que se le imputen más cargos.

En respuesta al posible intento de asesinato, Carsten Luther, editor en línea de asuntos internacionales, expresó su profunda preocupación por la supervivencia de la democracia estadounidense en el respetado semanario alemán Die Zeit. “Se escuchan advertencias sobre una guerra civil y ya no suenan completamente irreales”, escribió. “Parece casi banal, como si estuviera destinada a suceder en algún momento”.

Claro está que también existen divisiones viscerales en otras sociedades occidentales, entre ellas Francia y Alemania, y han visto el ascenso de partidos xenófobos de extrema derecha con muchos mensajes semejantes a los de Trump. En mayo, un atentado contra el primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico, lo dejó gravemente herido.

Pero la cultura de las armas de fuego en Europa, que ha frenado el alcance de la violencia política por ser mucho más restrictiva, también ha dejado a los europeos alarmados e incrédulos ante la facilidad con la que los estadounidenses pueden obtener armas.

Félix Maradiaga, ex candidato presidencial y preso político nicaragüense que ahora es becario de investigación en la Universidad de Virginia, dijo que la polarización, la intolerancia y la amplia disponibilidad de armas de alto calibre en Estados Unidos habían provocado la “tormenta perfecta”.

“El mundo está mirando y lo que está en juego no podría ser mayor”, agregó. “Sin duda, Rusia y China se regocijan ante este deterioro de la democracia”.

Lebohang Pheko, investigadora principal del Trade Collective de Sudáfrica, un instituto de investigación económica, dijo que percibía “una militarización de la vida cotidiana en Estados Unidos que, al parecer, contamina, en esencia, estas elecciones”.

En varias ocasiones, ha parecido que Trump buscaba esta misma militarización, de la que él mismo se ha librado por muy poco de ser víctima. Este multimillonario, hijo de un promotor inmobiliario del barrio neoyorquino de Queens, se ha posicionado como el defensor de la frontera estadounidense, temerosa de Dios y armada, frente a lo que él considera la invasión socialista políticamente correcta de los demócratas.

Haciendo alusión a sus contrincantes demócratas, afirmó que “las cosas que dicen de mí” habían motivado el primer intento de asesinato y el segundo incidente, en lugar de atribuirlo al fácil acceso a las armas que él defiende.

La pregunta ahora es qué tan violenta resultará esta confrontación política en Estados Unidos. Para muchos en todo el mundo, parece contener las semillas de un conflicto desenfrenado.

Manifestantes se enfrentan a la policía en la Rotonda dentro del Capitolio en Washington después de escuchar un discurso del presidente Donald Trump, el 6 de enero de 2021. (Ashley Gilbertson/The New York Times)
Manifestantes se enfrentan a la policía en la Rotonda dentro del Capitolio en Washington después de escuchar un discurso del presidente Donald Trump, el 6 de enero de 2021. (Ashley Gilbertson/The New York Times)

La vulnerabilidad percibida de la democracia estadounidense ya ha provocado muchas reacciones en todo el mundo, desde el regodeo y la injerencia rusos hasta la ansiedad europea por su seguridad. Pocos países del mundo en desarrollo quieren lecciones estadounidenses sobre cómo dirigir sus sociedades en la actualidad.

Sin embargo, la fascinación por Estados Unidos perdura, y los pesos y contrapesos de sus instituciones han demostrado su resistencia, incluso durante el primer mandato de Trump.

Con frecuencia, Trump hace referencia al modelo del primer ministro húngaro Viktor Orbán que consiste en neutralizar un poder judicial independiente, someter a gran parte de los medios de comunicación, satanizar a los inmigrantes y crear nuevas élites leales mediante el capitalismo clientelar. Pero no sería fácil imponerlo en Estados Unidos.

Aun así, la ansiedad prevalece en el mundo. Los 48 días que faltan para las elecciones parecen ser mucho tiempo.

“En última instancia, el pueblo estadounidense tiene la última palabra”, concluyó Di Giuseppe, el legislador italiano. “Y si quieren derrotar a una persona que consideran que no es apta para gobernar Estados Unidos de América, tienen que derrotarla en un sistema democrático con elecciones, no con la justicia ni con Kalashnikovs”.

c.2024 The New York Times Company