Insólito litigio por el gallo Coco, la mascota de una mujer con Alzheimer

Mauro Villanueva – Neuquén, Argentina

Fidelina tiene 96 años, padece mal de Alzheimer y a esta altura de su vida, sólo una cosa la hace feliz: charlar con su gallo Coco. Pero la felicidad de la abuela neuquina tomó estado público después de que algunos vecinos del barrio se quejaron por la mascota: es que puntualmente a las 5:30 de todas las mañanas, Coco canta. Por eso, el Municipio intimó a la mujer para que se deshaga del animal.

Todo comenzó en diciembre de 2016. En realidad, comenzó antes pero fue cerca de fin de año que la denuncia con la ruidosa mascota se hizo pública. Coco apareció en la vida de Fidelina hace poco más de un año. Liliana, la hija de la mujer, contó que desde que el gallo llegó a la casa, la salud y el ánimo de su madre mejoraron. “Es más que una mascota, es su compañero terapéutico”, explicó.

Fidelina nació en Mendoza y se crió con animales de granja. Desde hace varios años su hija la trajo a Neuquén pero, debido a la enfermedad, la mujer cree que aún vive en su pequeño pueblo rodeada de animales. “Antes, con la medicación que le daban, ella estaba de muy mal humor, casi ni comía, pero ahora, se despierta todos los días con el canto de Coco y pasa tiempo hablando con él y dándole comida”.

A finales de 2016, una vecina del barrio denunció a Coco por ruidos molestos. Según la exposición presentada al departamento de zoonosis municipal, el animal canta unas 6 a 7 veces al día, comenzando a las 5:30.

En un primer momento, funcionarios municipales visitaron a la anciana y le dijeron que podía quedarse con la mascota, pero luego la intimaron a deshacerse del animal y le dieron 48 horas. En paralelo, se inició una causa en la Justicia Civil para determinar el futuro de Coco, el compañero de Fidelina.

Una de las principales preocupaciones de Liliana, la hija de Fidelina, era que Coco pudiera pasar las fiestas de fin de año con su madre. Y así fue: pasó Navidad y Año Nuevo en la casa, pero luego, por cuestiones legales, el animal fue trasladado a la Defensoría del Pueblo, hasta tanto se resolviera el conflicto.

La situación de Coco, Fidelina y los vecinos molestos tomó estado público y dividió a todos. Estaban quienes apoyaban a la vecina cansada de los ruidos y aquellos que defendían al gallo hasta las últimas consecuencias. Afortunadamente, y casi dos meses después del inicio del insólito litigio, la historia tuvo un final feliz.

Gracias a la solidaridad y la ayuda de muchos, Liliana adquirió una jaula acústica especialmente diseñada para que el canto mañanero de Coco no moleste a los vecinos. El nuevo hogar de Coco no es más que una jaula de hierro revestida con paneles que absorben el sonido y disminuyen los ruidos que van al exterior.

Después de varias idas y venidas, la historia de Fidelina y Coco terminó bien: el gallo seguirá cantando (porque es un gallo) pero sin molestar a los vecinos y la mujer de 96 años seguirá encontrando esa inocente alegría en cada encuentro con su ruidoso compañero terapéutico.