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Inmunidad de grupo: La polémica estrategia de permitir el contagio de millones para inmunizar a los británicos del coronavirus

El primer ministro británico Boris Johnson decidió ir contra corriente para enfrentar la crisis del coronavirus: su estrategia sanitaria se aferrará a la teoría de la inmunidad colectiva. Eso significa que no intentará frenar al virus sino que permitirá que ocurran contagios controlados para generar un nivel de inmunidad que los proteja en el futuro.

People wearing face masks walk along Oxford Street in London, Saturday, March 14, 2020. For most people, the new COVID-19 coronavirus causes only mild or moderate symptoms, such as fever and cough. For some, especially older adults and people with existing health problems, it can cause more severe illness, including pneumonia.(AP Photo/Frank Augstein)
(AP Photo/Frank Augstein)

El principal consejero científico Patrick Vallance y el director médico del gobierno británico Chris Witty acordaron que el objetivo será reducir el pico de la epidemia y aplanar la curva. Pero desestimaron la meta de eliminar el virus por completo porque creen que es imposible.

“La inmensa mayoría de los contagiados sufrirá trastornos leves, y de ese modo conseguiremos construir cierta inmunidad de grupo para que más y más gente sea resistente a la enfermedad y reduzcamos el número de contagios”, declaró Vallence a la BBC.

¿En qué consiste la inmunidad grupal?

El término específico usado por Vallence fue "herd inmunity" y que literalmente significaría "la inmunidad del rebaño".

La inmunidad colectiva ocurre cuando un alto porcentaje de una población está vacunada, lo que hace difícil la propagación de una enfermedad infecciosa porque hay poca gente susceptible al contagio.

Los ejemplos son muy sencillos. Si la mayoría de los niños de un colegio están vacunados contra el sarampión no se contagiarán aunque haya un niño con la enfermedad y la patología desaparecerá.

Por eso las campañas de vacunación son fundamentales para la salud pública porque protegen a los bebés, a los ancianos y a las personas con problemas inmunológicos que no pueden ser inoculadas.

Pero si llega un niño con sarampión a una escuela donde pocos están vacunados, la enfermedad se esparcirá rápidamente, como ocurrió en Gales en 2013 y ha ocurrido en Venezuela por la suspensión de las campañas y la fragilidad del sistema sanitario.

¿Y qué tiene que ver esto con el coronavirus?

La pandemia del coronavirus SARS-CoV-2, que para sábado 14 de marzo contaba 144.283 contagios confirmados y 5.396 muertes, no tiene vacuna ni tratamiento. Y los expertos coinciden en que no saldrá al mercado una vacuna segura en los próximos 12 a 18 meses.

Entonces, Vallance cree que para que Gran Bretaña adquiera la inmunidad a ese virus, es necesario que se contagien y luego se recuperen 40 millones de británicos, aproximadamente el 60% de la población.

Si eso ocurre, entonces las personas serán menos propensas a enfermar con COVID-19 en el futuro y el público generará resistencia al virus.

Ese escenario es importante porque Vallance está convencido que el coronavirus llegó para quedarse. Y como se convertirá en uno de los virus que llegan todos los años cuando se instalan las gripes, es fundamental que exista una inmunidad colectiva.

El problema es que el coronavirus SARS-CoV-2 es completamente desconocido y no hay manera de predecir cuánto tiempo tardará en propagarse al 60 por ciento de la población. Italia es el país europeo con mayor número de casos con 17.660 personas contagiadas, lo que representa el 0,02 % de sus 60,3 millones de habitantes.

Algunos críticos señalan que el costo en vidas para alcanzar la inmunidad colectiva será muy alto. Con una tasa de mortalidad que ronda el 0,7%, se podría extrapolar que 277 mil británicos vulnerables como ancianos y personas con problemas de salud morirán mientras logran la meta a largo plazo de Johnson.

Roy Anderson, un experto en epidemiología de enfermedades infecciosas del Imperial College de Londres, expresó sus dudas sobre la estrategia a The New York Times. "Están tratando de mantener el delicado equilibro de no alarmar al público, no perjudicar a la economía y asegurarse de controlar esta epidemia", señaló Anderson. "¿Funcionará? Para ser honesto, no estoy seguro".

La Unidad Nudge

Según NYT, algunos epidemiólogos se han "erizado" por la dependencia del gobierno de un equipo de comprensión del comportamiento de una firma privada. El grupo ha ayudado a delinear la estrategia de Johnson de aplazar el cierre de lugares públicos hasta que la pandemia esté más avanzada, con la teoría de que las personas se cansarán de permanecer en casa para el momento en que el brote esté en su pico y sea más urgente del distanciamiento social.

El director de la publicación médica The Lancet, Richard Horton, expresó en su red social Twitter su descontento con la posición de Johnson.

“No pretendo sonar alarmista. Lo que está pasando en Italia es muy real, y nuestro Gobierno no nos está preparando para esa realidad. Necesitamos medidas firmes e inmediatas de aislamiento social y órdenes de cierre. Y preparar cuanto antes a nuestro servicio público de salud".

Otros expertos piden que los asesores de Johnson revelen más datos para comprender mejor el razonamiento científico detrás de las arriesgadas medidas. La profesora de salud pública del Imperial College de Londres, Helen Ward, dijo: "No conocemos las pruebas que sustentan las decisiones del gobierno"