Un inmigrante brasileño ha cambiado muchas vidas como entrenador. ¿Es eso suficiente para quedarse en Estados Unidos?

Henrique "Hicu" Motta, en Los Ángeles, el 19 de enero de 2020, ha sido el entrenador de RowLA durante los últimos tres años, donde convirtió a un grupo de chicas de la clase trabajadora en remeras de primer nivel. (Bethany Mollenkof/The New York Times)
Henrique "Hicu" Motta, en Los Ángeles, el 19 de enero de 2020, ha sido el entrenador de RowLA durante los últimos tres años, donde convirtió a un grupo de chicas de la clase trabajadora en remeras de primer nivel. (Bethany Mollenkof/The New York Times)

LOS ÁNGELES — Durante los últimos tres años, el entrenador de remo Henrique “Hicu” Motta ha logrado crear historias de éxito en un deporte que desde hace mucho tiempo se asocia con la gente privilegiada. Ha llevado a su equipo de niñas de bachillerato procedentes de familias de la clase trabajadora a los campeonatos nacionales y ha conseguido que varias de ellas entren en universidades de la División I con becas deportivas.

“Soy latina, pequeña y nunca había estado en un equipo deportivo”, dijo Isabella Soto, de 17 años, hija de una niñera y un maquinista. Tiene esperanzas de remar en una universidad de élite a finales de este año.

Isabella, quien fue aceptada en el equipo RowLA a pesar de que solo mide 1.52 metros, es una estadounidense de primera generación cuyos padres son mexicanos no autorizados. Kassie Kim es hija de inmigrantes coreanos, una cajera y un instalador de alarmas contra incendios. Samadhi Dissanayake, una estadounidense-esrilanquesa criada por una madre soltera en una vivienda subsidiada, toma dos autobuses para llegar al entrenamiento.

“Odiaba los deportes antes de venir aquí”, dijo Samadhi, quien también está considerando remar en la universidad. “Ahora me encanta remar y el sentido de comunidad”.

Pero Motta, de 39 años, un brasileño que se encuentra en el país con una visa de trabajo, ha sido notificado de que su petición para permanecer en los Estados Unidos ha sido rechazada. Las autoridades de inmigración de Estados Unidos le exigen que, para poder quedarse, debe demostrar que tiene una “habilidad extraordinaria” para hacer un trabajo que, de otro modo, sería realizado por un estadounidense.

En un deporte dominado por atletas que son blancos y ricos, RowLA, bajo el liderazgo de Motta, ha logrado enlistar a jóvenes que normalmente no tendrían acceso al remo. Ni la constitución física ni la perspicacia atlética determinan quién puede competir y triunfar. “Él puede tomar a una joven, independientemente de su tamaño y habilidad, y convertirla en una remera seria. Eso es raro entre los entrenadores”, dijo Liz Greenberger, analista de seguridad internacional retirada que hace una década fundó el equipo y trajo a Motta como su segundo entrenador en 2017. “La filosofía de Hicu es perfecta para nuestro programa”, afirmó.

La filosofía de Motta es simple: “Trato de hacer especial a cualquier chica que quiera darle una oportunidad al remo”, explicó.

La pregunta es la siguiente: ¿eso equivale a tener una habilidad extraordinaria?

En los tres años transcurridos desde que recibió una visa de trabajo, Motta ha elaborado un programa de remeras dedicadas que han competido en Rowing Youth Nationals de Estados Unidos, el nivel más alto para remeros de bachillerato, y han ganado becas universitarias. Pero Motta no solo es un entrenador.

Nutriólogo de formación, instruye a sus atletas para que mantengan una dieta equilibrada (nada de alimentos procesados antes de las carreras. Solo fruta para tener energía y agua de coco para hidratarse). Motta anima a sus remeras a invertir tiempo en sus estudios y pensar en futuros que puedan estar llenos de posibilidades.

“No solo nos enfocamos en cómo se desempeñan al remar; estamos haciendo atletas estudiantes”, dijo Motta mientras permanecía de pie en el estacionamiento 77 en Marina del Rey en el oeste de Los Ángeles, donde el equipo se reúne seis días a la semana para entrenar aunque llueva, truene o relampaguee.

RowLA es un pequeño programa de remo apoyado por donaciones privadas, y no se puede comparar con muchos de los equipos de élite con amplios fondos que hay a lo largo del país, algunos de los cuales han existido desde hace un siglo. El programa carece de un cobertizo para botes. Los 17 remos dobles, las máquinas de remo y otros equipos de RowLA se dejan en el estacionamiento, protegidos por lonas.

“Lo que Hicu hace es extraordinario”, dijo Iva Obradovic, una veterana entrenadora de remo y exremera de competencias. “Está compitiendo contra equipos ricos y privados. Casi ningún entrenador lo haría. No recibirá elogios y gloria por eso”.

Una vez al mando, Motta comenzó a hacer que RowLA creciera. Estableció un programa de desarrollo para niñas de bachillerato y amplió el alcance del programa de remo bajo techo de la organización, y de dos escuelas en el área de Los Ángeles ahora hay ocho que atienden a más de 4000 estudiantes cada año.

A principios de 2019, RowLA decidió patrocinar a Motta para que lograra tener su residencia legal permanente en Estados Unidos.

En la solicitud de 300 páginas, Greenberger describió a Motta como un “activo invaluable” para RowLA. Rob Glidden, presidente de la Asociación de Remo de Long Beach, reconoció los métodos de entrenamiento, el asesoramiento nutricional y las cualidades personales de Motta por haber creado un programa “excepcional” para desarrollar remeras.

“La confianza que inspira en estas jóvenes es palpable”, escribió Glidden, afirmando que eso había permitido que muchas de ellas alcanzaran un éxito académico y deportivo “que no habrían logrado de otra manera”.

No obstante, el gobierno respondió pidiendo más pruebas para demostrar que Motta era “extraordinario”. Su abogado, Richard Wilner, presentó 150 páginas adicionales de documentos, solo para recibir una negativa en agosto.

En una carta de cinco páginas, el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos, la agencia responsable de aprobar los permisos de residencia, describió las razones por las que Motta no cumplió con los criterios para ser considerado alguien con “habilidad extraordinaria”.

La decisión de la agencia hizo referencia a un manual de capacitación desarrollado por Motta para RowLA que, si bien reconoció que era “una contribución original”, no había ofrecido “evidencia objetiva de que esta innovación es ampliamente utilizada por otros en ese campo, más allá de su empleador o clientes”.

Motta tampoco había demostrado que se desempeñara “en un papel clave o esencial para organizaciones o establecimientos que tienen una reputación distinguida”, se decía en la carta de rechazo. Lo que más dolió era que los funcionarios sostenían que la evidencia no mostraba que Motta había recibido un “galardón o premio importante, reconocido internacionalmente” para su equipo.

Como atleta y entrenador competitivo, Motta afirma que obviamente quiere ganar. Pero tal vez, dijo, las victorias no deberían contarse solo con medallas.

Un portavoz del Servicio de Ciudadanía e Inmigración dijo que la agencia no podía comentar sobre casos individuales. “Hay un umbral de elegibilidad extremadamente alto que debe cumplirse para recibir esta visa”, dijo. De aproximadamente 1,1 millones de tarjetas de residencia permanente emitidas en el año fiscal 2018, alrededor de 39.500 personas las obtuvieron bajo la categoría de habilidad extraordinaria, según el gobierno, una cifra que además incluye cónyuges e hijos del solicitante.

Wilner ha apelado el rechazo del permiso y los gastos legales están aumentando, pues hasta ahora la cifra es de más de 15.000 dólares. RowLA también solicitó una extensión de su visa original de trabajador invitado, que expiró oficialmente el viernes, por otros tres años.

En vez de otorgar una renovación, las autoridades de inmigración a principios de este mes solicitaron que Motta presentara más evidencia de su “habilidad extraordinaria”. Tiene permiso de permanecer en el país y continuar entrenando hasta que se tome una decisión final sobre cualquiera de las solicitudes.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company