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Ernesto de Hannover vuelve a las andadas y tira por la borda su vida tranquila en Madrid

MADRID, SPAIN - OCTOBER 17: (EDITORS NOTE: This image has been altered – child’s face has been pixelated) Ernst of Hanover is seen with his grandchildren, Nicholas and Sophia, and his daughter-in-law, Alessandra de Osma, on October 17, 2021 in Madrid, Spain. (Photo By Antonio Gutierrez/Europa Press via Getty Images)
Ernesto ha paseado con sus nietos y parecía que sentaba cabeza (Photo By Antonio Gutierrez/Europa Press via Getty Images)

El príncipe alemán arrastra un currículum de polémicas bastante bochornoso y ahora, a sus 67 años, parecía que Ernesto de Hannover estaba enderezando su vida y encontrando, al fin, un equilibrio necesario para su salud.

Habiendo sido operado tras una pancreatitis aguda, la salud del todavía marido de Carolina de Mónaco ya le ha dado más de un susto, sin embargo, sus problemas con la bebida parecen no mejorar, ni siquiera ahora que está enamorado.

En verano de este año empezaron los rumores sobre un romance entre Ernesto y Claudia Stilianopoulos. Esta mujer es una reconocida artista, principalmente escultora y, además, es hija de la socialité Pitita Ridruejo.

Su historia de amor no tardó en llenar las páginas de la prensa del corazón y es que todo estaba a favor de Ernesto para poder dejar la mala vida y empezar de cero a sus casi 70 años. En Ibiza le hemos visto disfrutando con Claudia pero también con sus nietos, cosa casi impensable hace cosa de unos meses cuando litigó con su hijo a causa de unas propiedades.

Tras pasar por el centro de desintoxicación todo pintaba genial y los medios recogían que su hijo Christian incluso le había dado “el visto bueno” a Claudia. Ernesto llevaba unos meses sin dar escándalos pero esta buena racha ha llegado a su fin.

La revista ‘Semana’ publica un vídeo en el que el príncipe aparece en Madrid, ciudad en la que reside junto a Claudia, discutiendo fuertemente con ella y con otra amiga. La pareja fue a tomar algo a la terraza de un restaurante y estaban acompañados por un amigo y una amiga.

Ernesto aparece bebiendo en copa de vino lo que podría ser vino blanco (cosa que le tiene prohibida el juez de su última causa abierta) y empieza a gesticular y a hacer aspavientos hasta el punto de llegar a coger de la muñeca a su pareja, forzándola a sentarse cuando ella estaba ya de pie para irse y no aguantar el bochorno.

De hecho, Claudia coge un taxi y se va tras aguantar los gritos y malas formas de Ernesto y lo mismo sucede con su amiga, a la que él hecha de la mesa visiblemente alterado. Verle en esta actitud recuerda al Ernesto de siempre, el que fue condenado a diez meses de prisión condicional por agresiones y amenazas a dos agentes de policía cuando él mismo les llamó por un secuestro falso.

Bate de béisbol en mano, les intentó agredir y les insultó, obviamente esta no era su primera polémica estando ebrio. Todos recordamos aquellas imágenes de 1998 en las que, paraguas en mano, agredía a un cámara televisivo y por las cuales fue condenado a pagarle 7.000€ en concepto de indemnización.

Dos años después de aquello le pegó una paliza al dueño de una discoteca en Kenia, borracho perdido, porque no le gustaba la música que escuchaba. Una verdadera joya, vamos. No es de extrañar que desde hace décadas su todavía esposa, Carolina de Mónaco, no se deje ver en público con él y es que lo suyo es un divorcio sin firma.

Lo triste del asunto es volver a ver a Ernesto de esta guisa cuando al lado de Claudia, en un nuevo país, alejado de su pasado podría haber puesto punto y final a una enfermedad, la adicción, que siempre le lleva al camino de la perdición.

No se sabe si se trata de una pelea puntual o de algo habitual, pero con su curriculum es sencillo pensar que ha recaído y, de hecho, la actitud de agarrar de la muñeca a su pareja, deja mucho que desear en cualquiera de los contextos.