Un año después del fracaso de su invasión a gran escala, Moscú ha agrupado 320.000 soldados en la región oriental del Donbass para hundir a la defensa ucraniana. Mientras esperan la entrega de nuevas armas occidentales, las fuerzas de Kiev apenas alcanzan a mantener sus líneas con los equipamientos obsoletos que tienen. Este es un reportaje de France 24.

Al ritmo de los disparos de artillería y con la ayuda de maquinarias de construcción, una unidad ucraniana cava nuevas trincheras a unos cuantos kilómetros de la ciudad oriental de Bakhmut. Progresivamente, las fuerzas de Moscú han ganado terreno gracias a ataques frontales casi suicidas, dignos de la Primera Guerra Mundial, llevados a cabo por mercenarios del Grupo Wagner bien equipados. Mientras las tropas rusas se cierran sobre Bakhmut, a pesar de verse rodeadas las fuerzas ucranianas añaden nuevas líneas de defensa para poderse desplegar.

“Esta línea está fortificada en caso de que Bakhmut caiga”, le explica a France 24 un soldado llamado Igor, desde la cima de una colina. El objetivo de Ucrania: asegurarse que la caída de esta ciudad no se convierta en un avance para las fuerzas rusas.

“Estamos listos para pagar el precio por ganar”, afirma Igor, aludiendo a la gran cantidad de soldados ucranianos caídos en combate, “pero ahora la victoria está en manos de nuestros aliados, que deben darnos mejores armas”.

Después de haber invertido un tiempo en la guerra de desgaste al enviar prisioneros mal entrenados al frente, como a Bakhmut, Rusia parece haber cambiado de estrategia. En zonas como Kreminna o Vuhledar, Ucrania ahora se enfrenta a los asaltos de unidades mecanizadas profesionales.

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