Impulso: la solidez económica, la mejor aliada de Donald Trump para su sueño de reelección

NUEVA YORK.- Siempre se supo que los alardes del presidente Donald Trump sobre el estado de la economía norteamericana ocuparían el centro de su campaña por la reelección. Al fin y al cabo, ese es su estilo. Lo que nadie sabía era que los datos de la economía real le darían al líder republicano genuinos motivos para jactarse.

Y eso fue especialmente cierto en la mañana de anteayer, justo en el cierre de una semana en la que su candidatura para el 3 de noviembre se fortaleció con la absolución en el juicio político, el aumento de su respaldo hasta el récord de 49% y los problemas demócratas para definir el resultado de la primera votación en sus internas, en Iowa. El viernes se conocieron los primeros datos sobre el desempleo de este año: el informe fue todo lo que podría esperar un presidente en funciones nueve meses antes del día de las elecciones, y no solo por motivos obvios.

La noticia principal de los datos más recientes es que durante el mes pasado se crearon 225.000 puestos de trabajo en Estados Unidos, holgadamente más de lo esperado por los analistas. Esa cifra sola deja entrever, como mínimo, que el crecimiento económico sigue firme, y hasta podría estar acelerándose con el comienzo del año.

Y la aparente mala noticia del informe -que el desempleo subió levemente, del 3,5 al 3,6%- es en realidad consecuencia de las buenas tendencias subyacentes, porque la porción de adultos que están trabajando o buscando trabajo aumentó al 63,4%, su nivel más alto desde mediados de 2013. Y la porción de adultos entre 25 y 54 años que están empleados alcanzó el 80,6%, su nivel más alto desde mediados de 2001.

Durante años, la gran pregunta fue si los muchos norteamericanos que se quedaron sin trabajo como consecuencia de la Gran Recesión alguna vez lograrían reincorporarse al mercado laboral. Y la respuesta es contundentemente afirmativa.

Después está el tema de los salarios, que fueron el punto oscuro del empleo durante años. Y lo sigue siendo: la hora promedio subió apenas 3,1% en los últimos 12 meses, por debajo de lo registrado durante la mayor parte del año pasado (la misma medición había crecido 3,5% interanual en agosto del año pasado).

Pero por mucho que les gustaría a los trabajadores norteamericanos ver un aumento extra del 10% en sus salarios, la buena noticia para el gobierno de Trump es que el estancamiento de los sueldos es una de las principales razones por las que probablemente la Reserva Federal (Fed) no subirá la tasa de interés durante este año, o que incluso la rebaje.

En efecto, si el alza de los sueldos enviara señales de presión inflacionaria en la economía, la Fed se sentiría inclinada a impedirlo, y al hacerlo podría generar una significativa desaceleración económica, o incluso una recesión. Un aumento débil o decreciente de los sueldos equivale a que la Reserva Federal permita la continuidad de los buenos tiempos.

Además, la inflación general ha sido tan baja que incluso el flojo incremento salarial del 3,1% promedio por hora implica que los sueldos igual aumentan más rápido que los precios, o sea que en promedio los trabajadores no pierden.

Rebote

Aunque la mayoría de los sectores de la economía se están acelerando y generando empleo a ritmo firme, hay una notable excepción: en enero, en el sector manufacturero se perdieron 12.000 puesto de trabajo, marcando un segundo mes consecutivo de caída.

En parte, se trata de un efecto de la guerra comercial con China y de la onda expansiva del cierre de la producción del 737 Max, el problemático modelo de avión de la empresa Boeing. Por el momento, nadie sabe cómo jugará políticamente la caída de la producción industrial en los estados cruciales que definirán las elecciones.

La buena noticia para Trump es que eso abre la puerta para un rebote en ese sector de aquí hasta el día de los comicios, el 3 de noviembre. De hecho, la "fase uno" del acuerdo comercial con China que se alcanzó el mes pasado sirvió para aflojar las tensiones y calmar a los mercados financieros. Y una encuesta clave del sector fabril sugiere que ya en enero la tendencia a la baja habría empezado a revertirse.

El éxito económico de un presidente depende mucho de en qué punto del ciclo económico se encuentre el país. Lo cierto es que los presidentes tienen mucho menos control de la economía de lo que la gente piensa.

La política impositiva y regulatoria pesa, por supuesto, al igual que los nombramientos en la Fed. Pero el peso exacto de las decisiones que se toman en la Oficina Oval de la Casa Blanca sobre una economía de 20 billones de dólares es un tema discutible.

Lo que sí queda claro es que una buena situación económica general suele ayudar a los presidentes en funciones. Esa fue durante mucho tiempo y sistemáticamente la conclusión de las investigaciones de los politólogos, aunque estudios más recientes parecen revelar que en los últimos años su efecto es menor, debido a la creciente polarización política.

En la vida no hay garantías, y lo cierto es que la economía norteamericana podría tropezarse con algo en los próximos meses. La epidemia del nuevo coronavirus -surgido en la ciudad china de Wuhan- podría propagarse y causar daños económicos globales; las guerras comerciales podrían recrudecer, o podría producirse alguna catástrofe inesperada.

Pero hoy por hoy la economía norteamericana tiene un excelente impulso, el empleo abunda y es improbable que la Fed haga algo que pueda modificar el panorama en los próximos meses.

La economía de Estados Unidos tiene infinidad de problemas estructurales, incluida la desigualdad y la falta de movilidad social y de oportunidades para muchas personas. Pero en términos cíclicos, la economía está más fuerte que en ningún otro año electoral (o que en ningún otro año, directamente) desde 2000. Y seguramente Trump no se privará de recalcárselo al electorado durante la campaña.

The New York Times

Traducción de Jaime Arrambide