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Tuvo una idea novedosa y quiso hacerla en la Argentina, pero se la llevó a España

La máquina que creó Córdoba, llamada por muchos la Nespresso de cupcakes
La máquina que creó Córdoba, llamada por muchos la Nespresso de cupcakes

El emprendedor Rodrigo Córdoba creó en 2016 una máquina que hornea cápsulas de pastelería para que, en hogares, hoteles y restaurantes, los consumidores pudieran acceder a pastelería fresca en cuestión de minutos. Su idea era importar las máquinas desde China y producir en la Argentina las cápsulas, pero su esquema de negocio se fue complicando en el último año y medio por las distintas trabas a la importación.

Con ese escenario decidió adelantar el lanzamiento del producto en España -estaba previsto inicialmente para medio año después que el de Argentina- y viajó hace dos meses a Madrid, donde le otorgaron la visa de residencia de emprendedor. Ya aplicó a créditos blandos y está en conversaciones con la fábrica cerca de Sevilla en que producirá las cápsulas.

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“Adiós Argentina. Hola España. Hola mundo”, se titula el posteo que escribió Córdoba, fundador y CEO de Tigoût, en su perfil de la red social LinkedIn, en el que detalla todos los escollos que tuvo en el país para desarrollar su idea, mientras que, en España, le habrían abierto las puertas.

“En 12 días España me otorgó la Visa de Residencia de Emprendedor, una de las más difíciles de conseguir. En un mes obtuve mi Tarjeta de extranjero. En dos semanas le otorgaron a mi familia la residencia. Estamos aplicando a créditos blandos para nuestro lanzamiento. Iniciamos conversaciones con la empresa donde fabricaremos las cápsulas para España, Europa y el mundo. Todo esto en menos de dos meses”, aseguró Córdoba.

Mientras tanto, en la Argentina, dijo que por la resolución A-7201 del Banco Central, su distribuidor les informa que no puede girar divisas, ni sabe cuándo podrá. “Todas las máquinas que ya pre-vendimos serán entregadas. Vamos a necesitar una SIMI, (el permiso para importar). Veremos cuándo nos autorizan a ejercer nuestro derecho a comerciar y desarrollar un negocio. No existiríamos como empresa si no hubiéramos tomado la decisión de lanzar en España también. Nos habríamos fundido antes de lanzar”, afirmó.

Contactado por LA NACION, Córdoba contó que, si bien él ya había tenido otras empresas en la Argentina, en esta oportunidad, pasaron cosas que no pudo prever. “Yo sufrí a esta administración (en referencia a las anteriores gestiones de Cristina Kirchner) y las trabas a las importaciones y, cuando ganaron las elecciones, tomé las medidas para proteger la empresa suponiendo que iban a hacer lo mismo. En vez de operar nosotros la marca decidí tener un distribuidor. Lo que no vimos venir fueron las trabas del Central para girar divisas”, contó en referencia a la disposición que limitó el acceso al dólar oficial para los importadores de productos suntuarios, entre los que entraron los hornos eléctricos.

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Según el emprendedor, por esa disposición, tenía que financiar entre 8 y 9 meses la compra de las máquinas porque ninguna fábrica las produce a menos de que se les pague el 50%. Y la situación se complicó porque ni siquiera se estarían cumpliendo los plazos allí previstos para acceder al mercado oficial de divisas.

“Tengo 14 expedientes en el Banco Central. Entonces, ante esta situación que no vi venir, tuve que suspender el lanzamiento en la Argentina y todas las máquinas vienen a España. Yo tenía previsto facturar US$45 millones en 5 años y la producción de cápsulas, que es el negocio, iba a ser en la Argentina. Esto es lo que sucedió. Tuve que suspender el lanzamiento en la Argentina hasta que decida ser un país normal”, agregó.

Por otro lado, dijo que, mientras que, en la Argentina no le otorgaron en dos años el RNPA final de las cápsulas (Registro para vender y exportar), en España ese trámite no existe, ya que son las mismas fábricas las que están certificadas. “La Argentina es una máquina de impedir. Hay un pensamiento arcaico normativamente hablando, no adaptado al mundo en que vivimos. Se ve también en lo que están haciendo con las SAS (Sociedad por Acciones Simplificada). Nosotros fuimos la número 10 y yo estaba orgulloso de eso. En un día la abrías y ya tenías cuenta bancaria y ahora la quieren dar de baja. Eso da incertidumbre, redunda en mayores costos y es una pérdida de tiempo”, cerró.