Huir de México y negociar desde el extranjero, la fórmula para engañar a la 4T de AMLO

CIUDAD DE MÉXICO, 23AGOSTO2021.- Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México, durante la conferencia matutina en Palacio Nacional, al inicio de su exposición señaló que no había sido un buen fin de semana en referencia a las víctimas mortales por el paso del huracán Grace y la explosión en una plataforma de Pemex. Lo acompaño Ricardo Sheffield Padilla, director de Profeco.
FOTO: MOISÉS PABLO/CUARTOSCURO.COM
Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, durante su conferencia diaria donde se refirió al excandidato presidencial, Ricardo Anaya, que lo acusa de persecución política. FOTO: MOISÉS PABLO/CUARTOSCURO.COM

El pasado fin de semana Ricardo Anaya, excandidato del PAN a la presidencia de la república, difundió un video en redes sociales en el que acusa al presidente López Obrador de querer meterlo a la cárcel, basado en un “expediente mal hecho” donde fueron alteradas declaraciones de Emilio Lozoya, por el caso Odebretch, en las que lo acusa de recibir sobornos.

En un video posterior, Ricardo Anaya informó que había sido citado a una audiencia en el Reclusorio Norte para que declarara sobre delitos que, según él, suman 30 años de cárcel. Anunció que se exiliaría de México por ser “la única alternativa para poder seguir luchando, porque dejarte encarcelar por un autócrata muchas veces significa perder la batalla. Y que te quede bien claro Andrés Manuel: yo no me escondo ni huyo, doy la cara y me exilio con mucho dolor de mi país para poder seguir luchando."

El presidente López Obrador se deslindó de las acusaciones de Ricardo Anaya y de intervenir en las investigaciones de la Fiscalía General de la República (FGR). Desde su conferencia de prensa le dijo que se presentara al reclusorio a declarar, con un amparo, para que viera la cara ante el juez y demostrara que no recibió dinero, "pero que no me eche la culpa, que no sea marrullero".

Desde su mañanera, comentó López Obrador: “No afecta ir a la cárcel cuando uno es inocente… entonces él me acusa con un Twitter, yo respondo lo que yo creo que debe de hacer, no irse del país, sino enfrentar su situación. El que nada debe, nada teme. Él debe de presentar pruebas y hablar con la verdad”.

Mas allá de la veracidad de la versión de cada uno, López Obrador y Ricardo Anaya son políticos que no se caracterizan por presencia de la verdad en sus palabras. Uno miente y el otro engaña. Su polémica se desarrolla en el marco de la sucesión presidencial. Uno quiere conservarlo para sí y sus correligionarios. El otro desea continuar con su ambición de una candidatura que lo lleve al poder.

La versión de Ricardo Anaya es que lo quieren meter a la cárcel por declaraciones de Emilio Lozoya. La versión de López Obrador primero fue que la FGR lo citó por una denuncia que sus compañeros de partido presentaron durante la campaña de 2018, donde lo acusaron de un presunto lavado de dinero y tráfico de influencias. Luego corrigió y señaló que era por la denuncia que hizo Lozoya.

Ricardo Anaya quiere ser presidente y con ese objetivo se lanzó por el país visitando estados y municipios en una campaña anticipada, que imita las de Vicente Fox y López Obrador, que con su peregrinar y atención de medios lograron imponer su candidatura y conquistaron la presidencia.

La “campaña” de Ricardo Anaya no ha tenido impacto ni llamado la atención de los medios. Su actividad ha sido divulgada en redes sociales, en las que publica críticas al gobierno de López Obrador.

Que ahora Ricardo Anaya se abrogue el papel de perseguido por López Obrador, implica que está arrebatando al presidente el papel de víctima del poder, que tan buen resultado le ha dado en toda su carrera política y que mantiene desde su mensaje diario en la mañanera, donde señala la presión de sus “adversarios”.

En la versión de Anaya de que está siendo perseguido por el presidente, el resultado es la puesta en escena de la misma trama con la que Vicente Fox quiso llevar a la cárcel a López Obrador, al querer desaforarlo, con lo que fortaleció su primera candidatura en 2006, en busca de la presidencia.

El argumento de Ricardo Anaya para justificar su exilio tiene el sustento de la experiencia observada en el caso de Rosario Robles que, con diversas triquiñuelas legales, la mantienen en la cárcel desde hace 18 meses, a pesar de que los delitos que se le imputan no son graves.

Otra evidencia, que posiblemente observó Anaya para decidir su exilio es que, en caso de ser responsable de los delitos que se le imputan, desde el extranjero podría negociar su regreso, como Emilio Lozoya que, acusado de corrupción en Pemex, por el caso Odebretch, después de más de un año no ha pisado la cárcel y solo ha aportado información que no ha sido plenamente comprobada.

Otro caso similar de negociación, de reparación del daño y no entrar a la cárcel, es el del empresario Alonso Ancira Elizondo que, desde la cárcel en España, se comprometió a “regresar” al gobierno, 200 millones de dólares, por la venta que hizo a Pemex de la empresa Agronitrogenados, en contubernio con Emilio Lozoya.

Para Ricardo Anaya no son confiables las instituciones encargadas de impartir justicia, lo que incluye a la FGR, los jueces y el ministerio público, se ubica en la escena con el discurso de perseguido político y hace la analogía con personajes históricos, como Juárez y Madero, que salieron del país y regresaron para triunfar.

Llama la atención la respuesta y argumentación del presidente López Obrador con las que aporta información para deslindarse. El haber destinado en su conferencia mañanera casi una hora y haber exhibido imágenes de los detractores del PAN en contra de Anaya, de hace tres años, equivale a haber caído en la provocación que le planteó el aspirante a la presidencia.

Al interior del PAN a Ricardo Anaya, por su rápida carrera política, lo apodaban el “Joven Maravilla”, hoy parece utilizar al presidente para catapultar su candidatura.

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