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Hospital mantiene a un paciente en estado vegetativo durante un año para conservar sus estadísticas de supervivencia

Paciente en coma sometido a una prueba con electrodos para evaluar su actividad cerebral. (Foto creative commons vista en Flickr. Crédito imagen: Alatele fr).
Paciente en coma sometido a una prueba con electrodos para evaluar su actividad cerebral. (Foto creative commons vista en Flickr. Crédito imagen: Alatele fr).

Esta semana, gracias a la labor de investigación de ProPublica, nos hemos enterado de un caso de abuso médico en Estados Unidos, que parece haberse saltado todos los requerimientos éticos que se supone deben guiar a quienes ejercen la actividad sanitaria en cualquier lugar del mundo. Le sucedió a Darren Young, un paciente de 61 años que se sometió a un trasplante de corazón en un hospital de Nueva Jersey, Estados Unidos.

En efecto, el pasado 21 de septiembre de 2018, Young se sometió al trasplante en el Centro Médico Beth Israel de Newark, pero algo no salió bien y el paciente no volvió a despertar. Young, que sufrió un daño cerebral durante la cirugía, quedó en estado vegetativo, y ahora sus familiares han acusado al hospital de mantenerle artificialmente en este estado durante un año, para mantener altas las estadísticas de supervivencia del centro en su programa de trasplantes cardíacos.

Antes de seguir ahondando sobre el caso, que realmente parece más propio de una obra de ciencia ficción distópica (especialmente cuando se observa desde esta orilla del Atlántico, donde los sistemas sanitarios son públicos) expliquemos algo acerca de la fuente informativa que ha hecho público este caso.

ProPublica es una agencia de prensa sin ánimo de lucro que produce periodismo de investigación sobre temas de interés público (de ahí su nombre). Su intención es denunciar situaciones de abuso relacionadas con políticas gubernamentales o de partidos, así como casos de maltrato que atenten contra la justicia, el medioambiente, la educación, la salud, la inmigración, etc.

Volvamos ahora sobre el caso Young. Cuando ProPublica le preguntó al director del programa médico del hospital su opinión al respecto, su respuesta fue: “no estoy seguro de si esto es ético, moral o justo, pero se ha hecho por el bien global de los futuros receptores de trasplantes”. ¡Toma ya!

Nada dijo nada en cambio sobre la incapacidad de elección a la que se vio forzada la familia de Young, que no pudo elegir qué sería mejor para su pariente. Lo cierto es que si hubiera muerto, el índice de supervivencia del programa de trasplantes de corazón del hospital habría caído al 84,2% lo que – según alegan los dirigentes del centro – habría producido una investigación por parte del gobierno federal.

De hecho en una grabación, se oye al director del programa de trasplantes, el doctor Mark Zucker, decirle al equipo: “necesitamos mantener vivo al paciente al menos hasta el 30 de junio de 2019”. Esa es la fecha en la que la organización federal de control de trasplantes presentaría su próximo informe. La intención obviamente era que su posible muerte no entrase en la contabilidad del período en curso, para no hacer descender la tasa de supervivencia y así evitar la inspección.

Mientras tanto, Young como os decía permaneció en estado vegetativo durante un año. Esto no es lo mismo que estar en coma o en muerte cerebral, ya que los pacientes vegetativos conservan una consciencia disminuida. De hecho, ocasionalmente se mueven, gimen, abren los ojos, o muestran movimientos musculares involuntarios. Estos pacientes pueden reaccionar a sonidos fuertes y a sensaciones de dolor.

Por el contrario la gente en coma no abre los ojos, no habla y si todo va bien su situación puede resolverse en cuestión de días o semanas. Otros pacientes comatosos, en cambio, pueden progresar hacia un estado vegetativo.

Al contrario que los pacientes vegetativos o comatosos, que respiran por sus propios medios y muestran otros reflejos como la dilatación de la pupila ante la luz brillante, las personas que entran en muerte cerebral pierden toda la funcionalidad de sus órganos, incluyendo la del tronco del encéfalo. Estas personas no pueden respirar sin ayuda de máquinas, no responden a ningún estímulo y no muestran actividad encefálica, por lo que llegadas a este punto se les considera clínica y legalmente muertas.

En el caso del señor Young, y según ProPublica,el paciente abría los ojos ocasionalmente pero sus informes médicos indican que no “respondía a las órdenes”. Una vez que los pacientes entran en estado vegetativo durante más de un mes, sus posibilidades de recuperación son poco probables. Pasado un año es aún peor.

Durante el tiempo que el señor Young permaneció ingresado en estado vegetativo en el hospital, fue tratado de neumonía, derrames cerebrales, convulsiones y de una infección por hongos. Una vez que se cumplió un año desde la fatídica fecha de la operación, el hospital cumplió con su cuota de supervivientes.

Fue entonces cuando informaron a la familia del paciente que se le transferiría a un centro de atención a largo plazo. Según los informes manejados por ProPublica, en ese momento la hermana de Young preguntó por qué le trasladaban de forma repentina tras un año de estancamiento. Nunca le dieron una respuesta clara.

Tras haberse hecho público el caso, el hospital ha anunciado la contratación de una firma consultora de trasplantes para llevar a cabo una revisión de su programa. Al mismo tiempo el Departamento de Salud del estado de Nueva Jersey está investigando las reclamaciones interpuestas contra el hospital.

Lo dicho, una suerte que en Europa no dependamos de seguros médicos privados para cuidar de nuestra salud.

Me enteré leyendo LiveScience y ProPublica.