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Hontarivka, una escuela "resistente" a 30 kilómetros de la frontera rusa

Leópolis (Ucrania), 19 mar (EFE). - El liceo de Hontarivka, en la región ucraniana de Járkov, ha sobrevivido a meses de ocupación rusa pero permanece bajo amenaza, a 30 kilómetros de la frontera con Rusia y donde alumnos y dirección responden con creatividad a la falta de una escuela física.

"Las pérdidas en educación son enormes. No sé cómo compensarlas. Los niños, sobre todo los más pequeños, necesitan comunicación presencial en la escuela. Se ponen muy contentos cuando a veces consiguen reunirse con nosotros", afirma a Efe Liudmyla Myronenko, directora de la escuela.

Las ocasiones en las que alumnos y maestros pueden interactuar cara a cara son escasas; sigue siendo demasiado peligroso impartir clases en la escuela. Un misil ruso podría alcanzar la población antes de que empezara a sonar la alarma y la escuela no dispone de refugio antiaéreo.

Tras el inicio de la invasión, cuando el pueblo aún no estaba ocupado, su directora impartió clases al aire libre, en forma de "escuela forestal".

"Tenemos un pequeño parque, con bancos, y allí enseñábamos a los niños", recuerda Myronenko a Efe.

"Era un riesgo, porque a veces nos sobrevolaban helicópteros y aviones. Sin embargo, nos aprendimos sus horarios y veníamos más tarde, cuando ya regresaban a sus bases", explica.

La directora se negó a colaborar con las autoridades instaladas en Rusia, que intentaban convencer a los maestros locales para que implantaran el plan de estudios ruso, además de intimidar a la población.

"Les dije que renunciaría y sugerí que cada profesor de mi escuela tomara su propia decisión. Estoy orgullosa de que ni uno solo colaborara", afirma la responsable del centro.

El liceo es una de las pocas escuelas de la región que ha podido reanudar los estudios tras la ocupación rusa. Muchos maestros de otros pueblos se han marchado y algunas escuelas fueron saqueadas, se confiscaron y destruyeron sus libros de texto y literatura en ucraniano.

"Ni siquiera sé a quién debo agradecérselo, pero los rusos no entraron en nuestra escuela. Escondimos libros, ordenadores portátiles y otros equipos. Escondimos todo lo que se podían llevar", dijo Myronenko.

Los niños de Hontarivka fueron enviados en autobús a una escuela rusa cercana. Ahí estuvieron hasta el 11 de septiembre, cuando el pueblo fue liberado en una contraofensiva ucraniana.

A partir de otoño, un grupo de alumnos tomó la riendas de la situación. Tres alumnos de 5º curso, ayudados por hermanos mayores, organizaron una "tienda-internet" de campaña, justo al lado de una torre de comunicaciones, para poder acceder desde allí a las clases online de la escuela.

"Denys, Mykola y Artem son creativos y piensan de una forma nueva", elogió la directora.

La iniciativa llamó la atención del equipo de la Escuela de Economía de Kiev, que ha estado ayudando a las escuelas de todo el país a seguir en activo pese a los ataques rusos contra infraestructuras civiles, que provocaron largos cortes de electricidad e interrupciones en la telefonía móvil e Internet.

Se donó a la escuela un generador eléctrico y un sistema de internet por satélite Starlink para garantizar que pudiera seguir impartiendo clases.

La situación de la seguridad sigue siendo una de las principales preocupaciones. "Se necesitan refugios en todas las escuelas. Los niños tienen que poder acudir a la escuela, no debemos dejarlos tirados", subraya la directora.

No sólo los niños necesitan aprender. La invasión ha llevado a Myronenko, profesora de lengua y literatura rusas, a analizar más detenidamente los anteriores intentos de Ucrania de protegerse de Rusia.

Ahora se concentra en explicar la historia del país a los estudiantes de la región, donde durante décadas los planes de estudios estuvieron dictados por los soviéticos y donde la propaganda rusa hizo luego que muchos pierdan el sentido de la identidad ucraniana.

La profesora sueña con iniciar cursos menos formales de lengua e historia ucranianas para adultos, ya que considera que los niños suelen estar influidos por los puntos de vista de sus familias.

"He llegado a la conclusión de que nunca permitiré que nadie hable mal de mi lengua, de mi Estado y mi Presidente", sostiene.

Rostyslav Averchuk

(c) Agencia EFE