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Hondureños están pagando "vicios" como el control del poder, según socióloga

Tegucigalpa, 17 ago (EFE).- Durante la pandemia de COVID-19 los hondureños están pagando "vicios como la concentración, control y centralización del poder, además de actos de corrupción", según la exrectora de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (Unah) Julieta Castellanos, socióloga de profesión.

"Si vemos esta crisis, pudo haber servido para que la clase política, los que gobiernan específicamente, pudieran tener un grado de legitimidad", dijo Castellanos este lunes a Efe en Tegucigalpa, al referirse a la situación que vive su país por la pandemia.

LA OPOSICIÓN NO HACE LO QUE DEBERÍA

Castellanos, quien además es investigadora, percibe que la clase política "se ha desgastado mucho más", mientras que los políticos que no están en el Gobierno "no están haciendo los planteamientos de cómo hacer las cosas diferentes, de cómo hacer más que estar señalando algunas cosas de las que están incorrectas".

En ese sentido, Castellanos, directora del Instituto Universitario en Democracia, Paz y Seguridad (Iudpas), de la Unah, considera que es muy difícil ver, en materia política, el impacto que va a tener la pandemia, lo mismo que en lo económico, sector que también ha sido duramente golpeado.

Dijo además que con el mal manejo de la pandemia se irá viendo un "desgaste mayor de los sectores políticos", sin que asomen opciones de cómo hacer que sus actores hagan mejor las cosas a favor de la población". Además, "se ve una gran incertidumbre".

EFECTOS EN LO ECONÓMICO Y SOCIAL

La crisis sanitaria tampoco será el fin del capitalismo, pero según Castellanos, debería servir para una política redistributiva, lo que en su país, que ya registra 1.575 muertos y 50.502 contagios, "está por verse".

Durante la pandemia se ha visto una distribución de ayuda del Gobierno a sectores pobres, pero falta ver "cómo reactivar la economía", lo que Castellanos avizora como "lo más dramático".

A manera de ejemplo, señaló que, aunque el fuerte de Honduras no es el turismo -sector que genera unos 800 millones de dólares al año en condiciones normales-, la pandemia "está impactando fuerte y el desempleo del sector formal se está viendo también bastante dañado".

"Eso es un círculo, porque no solamente es el problema del sector informal de la economía, esto ya se conceptualizó, todos los que tienen un empleo formal, ya sea en el Gobierno, o el sector privado, si no hay producción, no hay ingreso, no hay salario, no hay ingresos fiscales", enfatizó Castellanos.

A eso hay que sumar reclamos de gremios por incumplimiento de conquistas o demandas de pago de salarios. Tal es el caso del sector de la salud, que se creyó "que por estar en primera línea estaban pagados, pero por sus denuncias, nos hacer ver que no".

En su opinión, a Honduras le vienen meses peores en el plano económico, lo que tendrá un impacto social, mayor descomposición, inseguridad y se podría elevar el número de asaltos.

"Lo que tenemos por delante es más difícil de lo que hayamos pasado hasta ahora, lamentablemente", expresó Castellanos.

EFECTOS EN LA ECONOMÍA INFORMAL

La magnitud del problema económico que está dejando la pandemia es enorme, en un país donde el sector informal, también conocido como "emprendedor", supera al formal.

A medida que se fue expandiendo la pandemia y un toque de queda decretado el 12 de marzo, recordó la exrectora, en principio la gente no tuvo espacios, se fue viendo que algunas personas, aunque tenían dinero, no podían comprar, ni abastecerse, pero la situación ha sido peor para los que no tienen recursos.

Castellanos explicó que, no se puede pronunciar sobre los efectos económicos, porque aún no hay investigaciones, ni cifras fehacientes, pero por las características de la economía del país, se sabe que hay un sector informal, de subsistencia, con "un nivel de precariedad muy alta", algo que ha señalado el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Según diversas fuentes, la pobreza en Honduras, país con casi 9,5 millones de habitantes, supera el 63 % y, con la pandemia, el número de pobres aumentará. Ahora se ve más gente, mujeres, hombres y niños en las calles, pidiendo dinero o comida.

La crisis "influye mucho en el núcleo familiar, no solamente con la escasez de alimentos, sino también porque mucha gente está confinada en viviendas totalmente estrechas, con una sola habitación en la que viven ocho personas", lo que además implica un mayor riesgo de contraer la COVID-19, subrayó Castellanos.

El hacinamiento también ha elevado los niveles de agresión y violencia, principalmente contra las mujeres, aunque también hay casos de hombres maltratados, añadió.

En los primeros meses de la pandemia, cuando ya había mucha gente pidiendo en las calles y algunos sectores protestando, hubo asaltos a vehículos distribuidores de alimentos u otros productos.

Para aliviar un poco la situación de inseguridad alimentaria, el Gobierno ha venido entregando ayudas en las regiones más pobres, lo que también han hecho iglesias, empresa privada, organizaciones populares y el Fondo de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), aunque no es suficiente para tantos pobres.

LA GENTE SALE POR NECESIDAD

El Gobierno decidió en junio reactivar la economía, de manera gradual, obedeciendo el interés del sector empresarial, que también se ha visto en muchas dificultades, como pagar a sus empleados, aunque no todos lo han hecho, recordó Castellanos.

Sobre críticas de algunas personas hacia los pobres que salen a las calles, incumpliendo el toque de queda y el día que les corresponde, a partir del último dígito de su carné de identidad, Castellanos enfatizó que "no tienen la culpa de lo que sucede" y que lo hacen por "necesidad".

"Lo hacen porque tienen que trabajar para vivir, hemos observado las zonas de los mercados, del comercio informal, sufrieron muchísimo; no podemos culpar de esto a la gente, que está haciendo lo que puede para el mantenimiento de la familia, es una acción natural de sobrevivencia de la persona", recalcó la socióloga.

Añadió que cuando se reabre la economía, el sector oficial se quita una presión, la de distribuir más ayuda, y que los pobres vean cómo resuelven porque pueden salir a trabajar.

Castellanos relató que en Tegucigalpa "el mercado se salió a las calles", en zonas como el casco histórico, por las que antes había acceso para circular, ahora están "ocupadas por vendedores", algo de lo que recordó que también ha visto en otras capitales como Santiago de Chile.

"Si eso lo vinculamos, también con el nivel político, hay mucho desencanto por la forma en cómo se ha manejado la pandemia, hay indignación en la gente, aunque esté silenciosa. Hay un rechazo por la manera corrupta" con la que se han manejado los fondos para la pandemia, afirmó Castellanos.

Germán Reyes

(c) Agencia EFE