El holandés Rutte, un superviviente a sus propias promesas rotas

Imane Rachidi

La Haya, 15 ene (EFE).- Ha liderado Países Bajos desde 2010 y aspira a la reelección en marzo para una cuarta legislatura que le permita finalizar el trabajo pendiente por culpa de la pandemia y de su dimisión este viernes, pero Mark Rutte, un holandés solitario y un político que ha dado la mano a aliados y opositores, se ganó la fama del primer ministro “superviviente”.

El de las irregularidades en las ayudas a los padres es el mayor escándalo político con el que ha tenido que lidiar el dirigente de los liberales, y se ha cobrado su legislatura a dos meses de las elecciones generales.

Rutte reconoció, tras anunciar su dimisión, que el informe de la comisión que investigó este escándalo es “duro y justo” y admitió que las cosas “se hicieron terriblemente mal” porque “se ha criminalizado a personas inocentes, sus vidas fueron destruidas y el Parlamento recibió información incorrecta e incompleta”.

Pero no es la primera controversia de su legado y se ganó el calificativo de “superviviente” al despachar todas con la dimisión de alguien de su equipo o cediendo en sus planes, saliendo él siempre ileso.

Lleva tres gabinetes consecutivos, y cual reino con sus monarcas, cada legislatura fue bautizada con el número correspondiente, cayendo este viernes la "kabinet-Rutte III".

Nadie descarta que, tras el 17 de marzo, inaugure su cuarta legislatura porque así lo dicen las encuestas y porque es la opción más viable de la docena de partidos existentes.

“Hay que hacer un examen de conciencia sobre cómo recompensar a Rutte tras diez años en el cargo con múltiples ministros fallidos, promesas incumplidas y este gran escándalo. Es personalmente popular, tiene poca competencia en la derecha y ha colocado a sus principales competidores en su propia coalición”, resume a Efe el analista Diederik Brink.

Rutte ha trabajado con todo el espectro político: conservadores, liberales, confesionales y socialistas. Entiende la política como una profesión que debe buscar soluciones a cualquier diferencia y eso le costó una llamada al orden de un exlíder de los liberales, Halbe Zijlstra: de tanta flexibilidad “se desvió demasiado” de las ideas del partido, le dijo.

TRAGEDIAS

Además de la tragedia del MH17, el derribo del avión de Malaysia Airlines en julio de 2014 en el este de Ucrania que se cobró la vida de 298 personas, en su mayoría ciudadanos neerlandeses, la gestión de la pandemia ha sido una de sus peores pesadillas, con una sociedad aferrada a su libertad de movimiento y a la que prometió tratar con “inteligencia”.

En plena primera ola, con restricciones en las visitas a las residencias de ancianos, falleció su progenitora, la “mujer de su vida”, como la calificaba, porque a Rutte nunca se le ha conocido pareja alguna y vive solo en un barrio acomodado de La Haya, donde los vecinos se lo encuentran por las mañanas montando en su bicicleta para ir a trabajar.

Un amante del piano al que le faltó talento para ingresar en el conservatorio, da clases de educación ciudadana en un colegio de la Haya y se ha construido una vida modesta, con un Saab destartalado aparcado en la puerta de casa y dejándose fotografiar con un estilo sencillo para acudir a reuniones con su equipo: vaqueros, camiseta y zapatillas de deporte.

El mayor de seis hermanos, nació el 14 de febrero de 1967 y terminó su licenciatura en Historia en la Universidad de Leiden en 1992, año en el que pasó a ser empleado de la multinacional Unilever. En 2002, dejó el sector privado para ser Secretario de Estado de Asuntos Sociales y Empleo, y después de Educación Cultura y Ciencia.

En 2006, el Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD) lo nombró presidente del grupo parlamentario, cargo que ejerció rodeado de halagos durante cuatro años, lo que le permitió presentarse a las elecciones en 2010, ocupando hasta nuevo aviso Catshuis, la residencia oficial del Primer Ministro, y siendo el primer jefe de gobierno liberal en 92 años.

NEGOCIADOR NATO

Su primer gabinete duró dos años. Una coalición con Llamada Democristiana (CDA, en sus siglas en neerlandés) tuvo que contar con el apoyo táctico del ultraderechista Geert Wilders para alcanzar la mayoría en la aprobación de las leyes, pero el líder populista le dejó tirado en las negociaciones de las medidas de austeridad, que incluían un paquete de miles de millones de euros en recortes para paliar el déficit presupuestario.

Ese primer gobierno cayó en abril de 2012. Se convocaron elecciones y Rutte volvió a liderar el partido ganador, aunque, como es habitual en Países Bajos, no logró una mayoría para gobernar en solitario.

Rutte se alió con el socialdemócrata PvdA, con su líder Lodewijk Asscher como viceprimer ministro y ministro de Asuntos Sociales, un entonces socio que dimitió ayer de su cargo en el partido porque, junto al Gobierno, es el principal responsable político del escándalo de las ayudas.

Esa legislatura llegó a buen puerto, aunque con sus contratiempos y escándalos puntuales, y en marzo de 2017, con el avance de la ultraderecha amenazando las encuestas, Rutte volvió a ganar y sobrevivió al golpe que sufrió su socio, PvdA, castigado en las urnas por haber apoyado los recortes de los liberales durante los años que estuvo en el gabinete.

Las negociaciones para una nueva coalición necesitaron casi ocho meses, pero a finales de octubre de 2017, Rutte presentó una coalición de cuatro partidos, con CDA, el progresista D66 y Unión Cristiana. Convenció a todos para que renunciaran a alguna promesa electoral y no retrasar más el inicio de la legislatura.

Lo que Rutte no sabía es que un escándalo administrativo jubile a su tercer gabinete antes de lo previsto, pero siempre permitiéndole centrar sus esfuerzos ahora en la campaña electoral que le devuelva a Catshuis por la puerta grande. EFE

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