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La historia detrás del contrato entre AySA y Boca: un error ortográfico, el ministro abrazado a la Copa Libertadores y la negativa de River

No eran 36 millones de pesos anuales, como Sergio Massa afirmó primero. Pero algo había: el final, el polémico contrato entre AySA y Boca por "sponsoreo" -establecido en dos millones de pesos por año- tiene detrás una trama en la que se destacan un error ortográfico, el fanatismo de un ministro, la negativa de River y el final de la aventura sellado por una nueva funcionaria.

Cuando ayer LA NACION publicó el facsímil de la factura emitida por Boca se advirtió, en principio, un error de forma: estaba fechada a nombre de "Agua y Sanamientos Argentinos SA". Alcanza con poner la lupa: donde dice "Sanamientos" debería haberse escrito "Saneamientos". Un detalle que, en el apuro por hacer efectiva la transacción, se les pasó por alto a los apurados encargados de concretarlo. Es que el contrato alumbró la semana posterior al principio del fin del Gobierno de Macri: establece una duración entre el 1 de septiembre de 2019 y el 31 de agosto de 2020.

La denuncia que disparó el presidente de la Cámara de Diputados el miércoles no es ajena a una serie de ironías. El acuerdo se cerró cuando el último responsable por la empresa pública era el ministro del Interior: Rogerio Frigerio, hincha entusiasta de River. Tan identificado está con el club que es probable que en diciembre, cuando debió dejar las oficinas del Ministerio a sus nuevos ocupantes, nada le haya costado más que mover la réplica del trofeo por la obtención de una Copa Libertadores que había recibido de manos del capitán del equipo campeón, Leonardo Ponzio. A Frigerio, ahora regresado al llano de la arena política, suele vérselo en los palcos del Monumental los días de partido.

Las ironías van más lejos: la discusión de ese contrato no pasó por manos de Frigerio, y los encargados de negociarlo con Boca intentaron también llegar a un acuerdo con River. Pero el club de los amores del exministro no aceptó la propuesta, según pudo chequear LA NACION con fuentes de ambos lados de la mesa.

La idea de hacer un contrato entre Boca y Aysa contradijo las restricciones presupuestarias que caracterizaron a los últimos meses de la gestión de Mauricio Macri. Con distintos programas limitados, el equipo de la empresa comenzó a buscar alternativas "austeras", según sus términos, de relacionamiento. La idea original era llevar invitados a los estadios de Boca y River, pero solo el primero aceptó.

El contrato "de sponsoreo" entre Boca y Aysa está fechado por el club el 15 de agosto de 2019, cuatro días después de las PASO. En él, la propuesta del club incluye un paquete de entradas y "experiencias" que se centra en seis plateas medias con acceso al VIP para todos los partidos de Boca en la Bombonera a lo largo de un año, tanto por el torneo local como en competencias internacionales. Eso, sumado a la posibilidad de sacarse fotos en el campo de juego y asistir a entrenamientos, por ejemplo, está estipulado en dos millones de pesos.

Massa y Malena Galmarini, presidenta de Aysa y esposa del presidente de la Cámara de Diputados, tienen una mirada distinta: consideran que una empresa pública no tenía por qué poner plata en un club de fútbol. Y relacionan el contrato con el vínculo entre Boca, Daniel Angelici y el expresidente Mauricio Macri. Por eso fue dado de baja.

Este viernes, la funcionaria habló sobre el tema en una entrevista que le concedió a Página/12. "Independientemente del valor del contrato, a mí lo que me parece es que es poco ético, sobre todo porque no se trataba de una acción de marketing. No era que la empresa estaba pagando eso para dar a conocer sus servicios, sino que llevaba periodistas, y ni siquiera el listado de esos periodistas se hacía desde Aysa sino en el Ministerio del Interior, Vale decir que no era una acción de marketing sino una acción política", refutó.

Frigerio se enteró por la denuncia de Massa. "¿Qué es lo de Boca?", preguntó a sus colaboradores. Su entorno sostiene que tampoco estaba en tema José Luis Inglese, que era presidente de la empresa de aguas.

En medio de las dificultades presupuestarias de la empresa, los exgestores de Aysa aseguran que no se pagó la factura de $2 millones que trascendió ayer. Y, parece, nunca se pagarán.