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La historia del arte a través de "las cosas", una muestra de otoño del Louvre

Nerea González

París, 11 oct (EFE).- Los artistas fueron los primeros en tomarse en serio los objetos, les dieron vida y "glorificaron" sus formas. Esa es la premisa de la exposición que abre el curso 2022-2023 en el museo del Louvre, que bajo el título "Les Choses" ("Las cosas") propone un recorrido por el universo de la naturaleza muerta.

A través de casi 200 obras que abarcan desde estelas funerarias egipcias a cuadros de Pablo Picasso, pasando por instalaciones artísticas basadas en la realidad virtual, "Les Choses. Une histoire de la nature morte" ("Las cosas. Una historia de la naturaleza muerta") rastrea la presencia de los objetos en el arte desde un punto de vista multidisciplinar y reflexivo.

Más que contar la historia de un género pictórico -el de la naturaleza muerta o bodegón, que se popularizó especialmente en el siglo XVII- la muestra es un relato sobre la historia del arte y de la civilización, comparando cómo distintos artistas, en distintas épocas, miraron a los objetos que los rodeaban.

"Muestro aquí que en todas las culturas hubo representación de cosas", explicó a la prensa, unos días antes de la inauguración, la historiadora del arte francesa Laurence Bertrand Dorléac, comisaria de esta nueva muestra temporal del museo parisino.

Incluso en los periodos en los que la religión casi monopolizó la práctica pictórica, los artistas siguieron representando objetos, según Bertrand Dorléac, quien rechaza la idea de que en el arte hubo un "eclipse de mil años" -entre el fin del Imperio romano y el siglo XVI europeo- en la representación de las "cosas", incluso aunque estas quedasen relegadas "al servicio de los personajes".

UN DIÁLOGO EN EL TIEMPO A TRAVÉS DE LOS OBJETOS

La exposición, que estará abierta entre el 12 de octubre y el 23 de enero de 2023, recibe al visitante con dos mujeres mirando objetos: la "Magdalena penitente de la lamparilla" de Georges de La Tour (1642-1644) y una escena del filme "Stalker" (1979) del cineasta soviético Andréi Tarkovski.

Hallar un paralelismo estético entre esas dos escenas, basadas en la mirada del sujeto femenino sobre los objetos, fue para Bertrand Dorléac el momento "fundacional" para el concepto de esta exposición.

Consiste, de acuerdo a la historiadora, en hacer una "reflexión cronológica y también geográfica" para mostrar cómo los artistas "dialogan entre ellos a través del tiempo y del espacio".

Ese ejercicio se repite al contraponer, por ejemplo, escenas de mercado pintadas por el flamenco Joachim Beuckelaer en el siglo XVI y la acumulación de productos alimentarios -en un sentido mucho más capitalista- propuesta por el islandés Erró en "Foodscape" (1964).

También "El dormitorio en Arlés", de Vincent Van Gogh (1889), encuentra su correlación con "Las pantuflas", de Samuel van Hoogstraten (1658-1670).

En una observación mucho más cercana a la "distopia" de nuestros tiempos, Bertrand Dorléac coloca una nueva obra del español Miquel Barceló, la naturaleza muerta "Grisaille à l'espadon" (2021), junto al "Bodegón del zapato viejo" de Joan Miró (1937).

Para la comisaria, era "muy importante" tener a este artista originario de la isla de Mallorca por ser un artista que dialoga de una forma muy "particular" a través de los objetos.

El arte español también está representado, entre otros, con la "Naturaleza muerta viviente" de Salvador Dalí, en la fotografía de Esther Ferrer, con el "Bodegón con costillas y cabeza de cordero", de Francisco de Goya, y con el "Agnus Dei" de Francisco de Zurbarán, prestado por el Museo del Prado de Madrid.

También artistas latinoamericanos como el mexicano Miguel Chevalier o el artista visual estadounidense-cubano Félix González-Torres aportan su particular mirada sobre la naturaleza muerta.

En total, más de 70 instituciones han prestado obras para alimentar esta nueva exposición otoñal del Louvre.

Dividida 15 secciones de distinta temática, "Les Choses" reivindica un género a veces considerado como menor y cuyo nombre en francés, "nature morte", no solo "nunca satisfizo a nadie", según el propio Louvre, sino que hace muy mal servicio a una disciplina, en realidad, muy viva.

(c) Agencia EFE