Los hinchas tienen la llave para rescatar la identidad de un fútbol acorralado por el negocio

Los jugadores de Independiente varados en la aduana del aeropuerto de Salvador, en Brasil
Los jugadores de Independiente varados en la aduana del aeropuerto de Salvador, en Brasil

Es cierto, el show tiene que seguir, pero hay imágenes que dañan al propio show. El lamentable episodio vivido esta semana por Independiente en Brasil desnuda una imprevisión básica de la Conmebol, al no tener en cuenta la unidad de criterio en el ingreso a las ciudades donde se disputen partidos de las copas continentales. Pero también es lamentable ver sufrir en la cancha a los futbolistas de San Pablo que llevan jugados diez encuentros en 25 días.

Ambos son hechos que atentan contra la competencia, contra su prestigio, contra la salud de los protagonistas y se podría discutir si incluso no van en contra del interés del consumidor, al que le ofrecen el mismo plato de fideos cada tres días.

Existen pilares que se deben respetar y coordinar para competir en las mejores condiciones: los tiempos de descanso, de recuperación y de entrenamiento. No se puede aspirar a una calidad de juego superior si los protagonistas no están bien descansados, bien dormidos y bien comidos. Lo contrario es inhumano.

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Sin embargo, a quienes compran un derecho de televisión, son propietarios de un club o toman las decisiones no parece interesarles demasiado la naturaleza del juego. Ellos dominan el negocio y el dinero, y como la reacción de casi todos los que de alguna manera participamos en el espectáculo tiende a ser la indiferencia, nada cambia. No nos damos cuenta que la indiferencia es un modo de maltrato y de complicidad con aquello que está mal.

El negocio ha abusado del jugador y del juego, y ha intervenido de tal manera que los futbolistas también se han ido enredando hasta convertirse en víctimas silenciosas e inmovilizadas. Una vez dentro del sistema no se puede hacer nada, más allá de quejarse o levantar un poco la voz de vez en cuando, y los jugadores terminan naturalizando situaciones y conductas que no están bien. “Es lo que nos exige el fútbol”, es la frase que vale para acatar en silencio.

El árbitro Petro Maza pide que William (17), del Sao Paulo, abandone la cancha tras mostrarle la tarjeta roja en el partido de la Copa Libertadores frente a Racing, el miércoles 5 de mayo de 2021 (Marcelo Endelli/ Pool via AP)
El árbitro Petro Maza pide que William (17), del Sao Paulo, abandone la cancha tras mostrarle la tarjeta roja en el partido de la Copa Libertadores frente a Racing, el miércoles 5 de mayo de 2021 (Marcelo Endelli/ Pool via AP)


El árbitro Petro Maza pide que William (17), del Sao Paulo, abandone la cancha tras mostrarle la tarjeta roja en el partido de la Copa Libertadores frente a Racing, el miércoles 5 de mayo de 2021 (Marcelo Endelli/ Pool via AP)

Los que participamos del show a través de los medios de comunicación no somos ajenos a esta tergiversación del espíritu del juego. Deberíamos comprometernos con la salud y la transparencia del deporte, procurar que mejore, que suba la calidad; participar como observadores y críticos, no como cómplices, pero noto que lamentablemente a veces no es tan así.

La industria del fútbol, que nunca ha sido muy sensible más allá de los maquillajes, nos empuja a tener que reprimir nuestras emociones y opiniones, a mirar un poco para el costado; aunque esto tampoco esté bien.

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Basta recordar que para el Mundial de Sudáfrica se construyeron estadios que en gran parte están hoy abandonados; que se jugó una Copa Confederaciones en Brasil pese a las multitudinarias manifestaciones en su contra; o que va a jugarse otro Mundial en Qatar sin importar las cifras de obreros muertos por trabajar en condiciones deplorables.

Nada hace pensar que la conducta vaya a cambiar para la próxima Copa América, no importa si dentro de un mes la actual situación en Colombia se resuelve o continúa siendo grave. Me permito disentir con quienes manejan así las cosas. No se puede atropellar e ir conquistando mercados sin importar lo que le sucede a los ciudadanos de los sitios adonde llegan los grandes torneos.

Michael Hoyos y Emmanuel Mas disputan la pelota durante el partido entre Boca Juniors y Barcelona S.C. de Ecuador.
Marcos Pin


Michael Hoyos y Emmanuel Mas disputan la pelota durante el partido entre Boca Juniors y Barcelona S.C. de Ecuador. (Marcos Pin/)

Aceptar que se juegue cueste lo que cueste en medio de la pandemia es también exponerse a que permanentemente aparezcan situaciones como las ocurridas esta semana, con equipos diezmados o problemas como el que le tocó vivir a Independiente. Un certamen en el que algunos equipos se ven obligados a salir a la cancha con mayoría de suplentes o juveniles pierde legitimidad.

La Copa Libertadores tiene la pretensión de emular a la Champions League. La temporada pasada ellos tomaron determinaciones inéditas, como armar una burbuja en Lisboa y resolver las series finales a partido único porque querían terminar la competición sí o sí. Nosotros vamos en ese camino.

Rosario Central's Lautaro Blanco (R) and San Lorenzo's Alexander Diaz vie for the ball during the Copa Sudamericana football tournament all-Argentine group stage match at the Gigante de Arroyito stadium in Rosario, Argentina, on April 28, 2021. (Photo by MARCELO MANERA / AFP)
MARCELO MANERA


Rosario Central's Lautaro Blanco (R) and San Lorenzo's Alexander Diaz vie for the ball during the Copa Sudamericana football tournament all-Argentine group stage match at the Gigante de Arroyito stadium in Rosario, Argentina, on April 28, 2021. (Photo by MARCELO MANERA / AFP) (MARCELO MANERA/)

La explicación a todas estas desprolijidades descansa en el inagotable poder del fútbol. El pueblo lo ama y no quiere que se lo quiten. Por un lado, cuando empieza a rodar, la pelota sirve de anestesia; por otro, para el jugador es el combustible que le hace sacar el amor propio para jugar en cualquier situación por adversa que sea. Los dueños del negocio lo saben y lo aprovechan.

Sin embargo, en este “problema” puede estar la solución. La gente puede salvar al fútbol. Como lo demostraron los hinchas del Manchester United, del Liverpool y otros clubes ingleses para rebelarse contra el monopolio de los más ricos. Su actitud y su conciencia se me ocurre aleccionadora para los hinchas adormecidos de otros países.

Independiente vivió una odisea para llegar a jugar con Bahía, en Brasil, por la Copa Sudamericana
Independiente vivió una odisea para llegar a jugar con Bahía, en Brasil, por la Copa Sudamericana


Independiente vivió una odisea para llegar a jugar con Bahía, en Brasil, por la Copa Sudamericana

Sería bueno entre nosotros dejar de lado el individualismo. Están muy bien la rivalidad, los memes, las batallitas que son parte del folclore, pero cuando se tocan los intereses del juego debería surgir algo superador, lazos que nos unan a los hinchas de los diferentes equipos para defender lo nuestro. La identidad de lo que somos, la conciencia del hincha del fútbol argentino debería estar siempre presente. No habría que dejar que también eso se ponga en juego.