Una hija documenta la vida de su padre sin hogar

Makenzie Koch
Colaboradora

Diana Kim, fotógrafa y estudiante de Derecho que vive en Hawái, no había visto a su padre desde que tenía 5 años. Hacía años que había abandonado a Kim y su madre, desde entonces no lo volvieron a ver, hasta hace dos años, cuando Kim lo encontró viviendo en la calle.

La infancia de Kim, una madre de 30 años que tiene dos hijos, no fue precisamente estable. Vivía de forma habitual con otros familiares, e incluso en los coches, parques y casas de amigos. Durante esos tiempos difíciles, siempre estuvo interesada en la fotografía. “Mi padre era dueño de un estudio de fotografía en Honolulu, y cuando era niña me dejaba jugar con las cámaras desechables. Durante la secundaria, tomé clases de fotografía y pasé mucho tiempo en el cuarto oscuro”, le comentó a Yahoo Parenting.

Diana Kim y su padre en una de las pocas fotos de su infancia que conserva junto a él. (Foto: Cortesía de Diana Kim)

Durante su primer año de universidad, Kim comenzó a fotografiar las comunidades de las personas sin hogar que había en su entorno más cercano. “Llegué hasta las personas sin hogar porque, de cierta forma, me identificaba con su lucha. Sabía lo que significaba ser apartado y abandonado, sin tener la libertad y la estabilidad económica que se desean”, dijo Kim.

Finalmente, en el año 2013, encontró a su padre entre los hombres y las mujeres sin hogar que había estado fotografiando, aunque prefiere no mencionar su nombre para proteger su privacidad. La abuela de Kim se había acercado a ella para decirle que su padre estaba enfermo. “Al principio no entendía lo que quería decir y asumí que estaba enfermo físicamente”, comentó Kim. “Cuando fui a verlo, me di cuenta de que era algo más que una enfermedad física, padecía un trastorno mental grave”.

“No se baña porque sufre una enfermedad mental grave y escucha voces en su cabeza que le dicen que no se bañe”, escribió Kim en su blog The Homeless Paradise. “No tengo idea de por qué o cuando empezó a escuchar esas voces porque en realidad no crecí junto a él. Pero de lo que sí estoy segura es de que en algún punto del camino, su enfermedad se hizo más fuerte que él. En algún momento se convirtió en una persona menos funcional y perdió el contacto con el día a día que le da sentido a la vida”.

El padre de Diana Kim, de pie en una intersección en Honolulu. Estaba sin hogar y su salud mental se había deteriorado significativamente. (Foto: Diana Kim)

Kim encontró a su padre de pie, en la esquina de una intersección muy traficada de Honolulu. Se acercó a él cautelosamente y lo tocó en el hombro. Él no la miró. “Experimenté una sensación de pesadez. Sentí en mi corazón el peso de nuestras experiencias y luché para entender lo que estaba sucediendo. Fue doloroso y despertó muchos de mis sentimientos infantiles, inseguridades y frustraciones que sentía cuando él no estaba conmigo”, dijo ella.

En 2014 Kim también escribió en su blog: “El enorme vacío que había entre nosotros se rompió cuando una mujer se acercó y me dijo: “No te molestes, hace días que está parado allí”. Una parte de mí quería gritarle a esa mujer y al mundo entero, por ser tan insensibles. Quería gritar que él era mi padre y que ella era una persona sin corazón, porque no le importaba. Pero me di cuenta de que eso no cambiaría la situación. Así que en vez de gritarle, la enfrenté y le dije: “Tengo que intentarlo””.

Durante los años siguientes, Kim, sus familiares, amigos y trabajadores sociales le siguieron la pista a su padre por cada escalón o acera de Honolulu en la que había vivido. Le animaron a buscar ayuda médica, bañarse, comer y cambiarse de ropa. Él siempre se negaba o no respondía.

“En realidad, no creo que empezar a fotografiar a mi padre haya sido una decisión consciente”, dijo Kim. “En muchos sentidos, la cámara de mi teléfono se convirtió en un escudo, me ayudó a manejar emocionalmente lo que estaba pasando y lo que veía. Hubo días en los que ni siquiera lo pude ver fuera de la lente. Era demasiado fuerte y real. Pero, al mismo tiempo, sabía que tenía que recordar este momento. Pasé más tiempo con él durante esos dos años que estuvo en la calle, del que había pasado en toda mi vida”.

A partir de esas fotografías y de muchas otras que había tomado en las comunidades de las personas sin hogar, creó The Homeless Paradise. “Comenzó como un blog personal. Necesitaba un lugar donde verter el dolor, la frustración, la tristeza y las esperanzas que despertaba la condición de mi padre. A la vez, cada momento que pasaba junto a las personas que viven en las calles me hacía experimentar sensaciones muy intensas. De cierta forma, se convirtió en mi diario online”, dijo Kim. “Más tarde, en algún punto, sentí la necesidad de hacer más: crear algo y enfocar mi energía en ayudar a otras personas a lidiar con la seguridad de sus datos personales y la información médica”.

El padre de Diana Kim, en octubre de 2014, después de sufrir un ataque al corazón. (Foto: Diana Kim)

El deseo de Kim por hacer algo más provenía, en gran parte, por la condición de salud de su padre. En octubre de 2014 él sufrió un ataque al corazón. Afortunadamente, alguien llamó a una ambulancia y lo llevaron al hospital. “En el hospital, mi padre era un ‘John Doe’, hasta que mi primo recibió una factura del centro y nos enteramos de que tuvo un ataque al corazón. Me mató la idea de que hubiera estado en el hospital durante semanas y nadie lo supiera”, dijo a Yahoo Parenting. “Verlo allí fue una experiencia emocional muy intensa. Nunca lo había visto tan limpio. Sus mejillas estaban más llenas. No sabía si volvería a dormir en una cama de nuevo, pero él estaba allí, descansando bajo sábanas limpias”.

El nuevo objetivo de The Homeless Paradise y del proyecto de recaudación de fondos a través de la plataforma Kickstarter era producir un libro de fotografías para humanizar a las personas sin hogar, así como comprar y distribuir pulseras de identificación médica para ellas.

Afortunadamente, ese ataque al corazón llegó a salvar la vida del padre de Kim ya que le permitió obtener la ayuda que necesitaba para enfrentar su enfermedad mental. “Hubo un periodo en que él quería quedarse encerrado en sí mismo, pero la primera vez que lo vi, me quedé muy sorprendida pues su conducta había dado un giro de 180 grados”, dijo Kim. “Estaba vivo otra vez. Sus ojos tenían vida, me miró, sonrió y me dio un cálido abrazo. Era como ver a alguien que regresaba a la vida, un milagro”.

Kim dijo que sus hijos fueron muy receptivos con la situación de su padre. “Me gusta pensar que mis hijos son muy maduros emocionalmente para su edad. Cuando tenían 4 y 6 años, visitaban conmigo cada sábado un refugio para personas sin hogar. Yo había comenzado un taller de arte y quería que los niños vieran y conocieran otras formas de vida. De cierta forma, quería que se sintieran a gusto con las personas que no pueden vivir como ellos están acostumbrados”, comentó Kim. “Debido a esas experiencias, ellos fueron más receptivos con todo lo que estaba pasando con mi papá. No les dije que había encontrado a mi padre hasta que ingresó en el hospital. Quería proteger a mi familia, para que no tuvieran que ver y lidiar con mi dolor. Pasé muchas noches llorando mientras ellos dormían. Un día me abrí y les conté todo, les dije que mi padre no tenía un hogar, se quedaron pensativos y se sensibilizaron con mis sentimientos”.

Diana Kim y su padre en 2015. (Foto: Cortesía de Diana Kim)

Desde que su padre se recuperó, ha dejado de ser una persona sin hogar y Kim ha ido fortaleciendo su relación día tras día. “No tengo expectativas poco realistas sobre nuestra relación, me centro en apreciar lo que tenemos ahora”, dijo. “Reconozco que todavía nos estamos conociendo y estoy convencida de que todavía hay muchas cosas que él está procesando. Tengo que admitir que es muy agradable poder reunirnos para tomar un café y ver que su vida va por buen camino”.

Después de terminar la escuela de Derecho, Kim comentó que desea seguir ayudando a las personas, proporcionándoles el apoyo legal a aquellos que no pueden permitírselo. “Ya he conocido a un buen número de abogados públicos y privados cuya labor es inspiradora y que están “peleando esta buena causa”: ayudan a las personas sin hogar a acceder al sistema de justicia”.

Y añade: “Todos somos humanos, no importa cuántos bienes materiales poseamos”.