Hernández inicia su último año en el poder con el compromiso de no buscarlo más

Tegucigalpa, 26 ene (EFE).- El presidente hondureño, Juan Orlando Hernández, iniciará este miércoles el cuarto y último año de su segundo mandato, que ha sido muy cuestionado y de fuertes denuncias de corrupción, además de crecientes rumores de que quiere quedarse otros cuatro años, aunque en la víspera él ha reiterado que no.

La oposición no le cree a Hernández que no buscará la reelección en los comicios generales de noviembre, aduciendo que lo mismo dijo para los de 2017 y no cumplió su palabra.

La Constitución hondureña no permite la reelección presidencial bajo ninguna modalidad, pero en 2015 una interpretación de un también cuestionado poder judicial, no de ahora, le dio luz verde para que la buscara y ganara en 2017, entre denuncias de "fraude" de la oposición.

En las elecciones de 2013 también hubo "fraude", según la oposición, principalmente de la excandidata presidencial Xiomara Castro, esposa de Manuel Zelaya, quien en 2009 fue derrocado cuando promovía reformas que la ley no le permitía.

Pero ahora pareciera que Hernández sí cumplirá, por lo dicho el lunes: "Quiero dejar claro, sobre todo a los que siempre están en contra de todo y a favor de nada. Este es mi último año de Gobierno, quiero dejarlo claro, les pido que se ocupen en sus proyectos políticos y en sus propuestas, no le sigan inventando al país que yo tengo intenciones de quedarme".

Hernández llega a su último año en el poder en un ambiente de mucha incertidumbre por los daños causados en Honduras por la pandemia de covid-19 que se comenzó a expandir en marzo de 2020 y que a la fecha ha dejado unos 3.500 muertos y más de 141.000 contagios.

A la pandemia, que sigue en alza alarmante, según fuentes oficiales, se sumaron en noviembre los severos daños que dejaron a la economía e infraestructura las tormentas tropicales Eta e Iota.

HERNÁNDEZ CALIFICA 2020 COMO EL AÑO MÁS DIFÍCIL

Según empresarios, debido a las tres desgracias que golpearon al país en 2020, se perdieron alrededor de un millón de empleos, lo que agudizó la pobreza, que antes de la pandemia de covid-19 ya superaba el 60 %.

Hernández considera que 2020 representó para Honduras el año más difícil de toda su historia, al hacer frente a tres emergencias nacionales con un poder devastador, de dimensiones "apocalípticas".

El último año de Hernández en el poder supone el fin de una crisis política y social que los hondureños arrastran desde el golpe de Estado de 2009 a Zelaya, que dejó violentas manifestaciones, con muertos, lesionados, detenidos, destrucción a la propiedad pública y privada y una sociedad dividida entre "golpistas" y "golpeados".

NARCOTRÁFICO SALPICÓ ÚLTIMOS TRES GOBIERNOS

La crisis de 2009 se agudizó con la reelección de Hernández, que además ha representado tres períodos consecutivos en el poder del conservador Partido Nacional, que han sido marcados por denuncias de corrupción, violencia y narcotráfico, entre otras.

El 27 de enero de 2014 Hernández relevó a su correligionario Porfirio Lobo, cuyo Gobierno también fue salpicado por denuncias de corrupción, que incluso derivaron en la captura y encarcelamiento en febrero de 2018 de su esposa, Rosa Elena Bonilla, acusada de corruptela cuando fue primera dama.

Lobo también fue golpeado por la captura en 2015, en Haití, de su hijo Fabio, quien fue llevado a EE.UU., donde cumple condena de 24 años de cárcel por narcotráfico.

Hernández también ha sido acusado de tener nexos con el narcotráfico, y un hermano menor suyo, Juan Antonio "Tony" Hernández, espera en estos días condena en Estados Unidos.

El presidente ha negado tener nexos con el narcotráfico y atribuye las denuncias a narcotraficantes presos en EE.UU., que fueron golpeados durante su Gobierno.

Según Hernández, por haber combatido el narcotráfico ahora está "pagando ese precio" con su familia, "recibiendo calumnias basadas en testimonios de narcotraficantes" que fueron capturados y otros que se entregaron en EE.UU. porque "sabían lo que les esperaba" en su administración.

Al resaltar la lucha contra el narcotráfico que Hernández atribuye a su Gobierno, el lunes dijo: "Me niego a que Honduras sea un país de narcotraficantes" y "¿quién dijo miedo?".

LA CORRUPCIÓN, UNO DE LOS PEORES FLAGELOS

Uno de los peores flagelos que Honduras ha arrastrado en su historia es la corrupción, pública y privada, aunque más acentuada en los Gobiernos civiles y militares que ha tenido el país, que en 2021 cumple 200 años de su independencia de la Corona española.

Ese flagelo, con mayor incidencia en los últimos tres períodos de Gobierno, es la causa de los altos índices de pobreza que siempre ha tenido Honduras, según sectores como la Iglesia católica.

Hernández asegura que ha librado una lucha contra la corruptela, lo que contrasta con hechos como la salida del país, ordenada en enero de 2020 por el Parlamento, de la Misión de Apoyo Contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (Maccih), que había llegado en 2016, dependiendo de la Organización de Estados Americanos (OEA).

Después de la salida de la Maccih, la corrupción ha seguido galopante, con un Ministerio Público que cada vez tiene menos personal para combatirla, según analistas y fuentes del mismo ente.

La denuncia más reciente de presunta corrupción oficial es la compra en Turquía de siete hospitales móviles, entre marzo y abril de 2020, valorados en unos 47,5 millones de dólares, para enfrentar la pandemia de covid-19, de los que solo está funcionando uno.

ROMPER CON EL BIPARTIDISMO

El presente año es de elecciones, internas de partidos en marzo, y generales en noviembre, lo que supone para muchos hondureños el fin del bipartidismo conservador de los últimos 40 años, en los que el poder se repartió en 20 de Gobiernos del Partido Liberal y 20 del Nacional.

En 40 años el país avanzó muy poco en algunas cosas y retrocedió en otras. Los sistemas de salud y educación, por ejemplo, siguen siendo deficientes.

Pero para romper el bipartidismo se requiere una fuerza superior al Partido Nacional, lo que según analistas y algunos líderes políticos solo sería posible haciendo alianzas. De lo contrario, no se descarta, incluso, que pese al desgaste de tres períodos los nacionalistas vuelvan a ganar en noviembre.

Por la misma división entre los hondureños, lo que también ocurre en los partidos de oposición, una alianza sólida no se vislumbra por ahora, y algunos de sus líderes siguen resumiendo su rechazo y repudio al actual presidente diciéndole "narcotraficante", "ladrón" y "corrupto", o coreando "Fuera JOH (Juan Orlando Hernández", una frase también pintada en las paredes en todo el país.

Germán Reyes

(c) Agencia EFE