Guillermo Chin: el indígena maya que estudió oceanografía física y trabaja para la NASA

Guillermo Chin conoció las estrella por los largos apagones en su comunidad indígena, hoy ayuda a la NASA a crear un dron que llegue a Saturno

El proyecto para el que trabaja Guillermo Chin busca aterrizar en Titán, una de las lunas de Saturno, un dron que permita analizar la zona y enviar estudios a la tierra  (Foto: Getty Images)
El proyecto para el que trabaja Guillermo Chin busca aterrizar en Titán, una de las lunas de Saturno, un dron que permita analizar la zona y enviar estudios a la tierra (Foto: Getty Images)

Hace 20 años la luz se iba con frecuencia en el pueblo de Bethania, un asentamiento indígena maya en el estado mexicano de Campeche. Entonces, por las noches no había muchas formas de entretenerse. “Se iban dos, tres o cuatro días. Lo que hacía mi papá era llevarnos a ver el cielo, a ver las estrellas”, recuerda a sus 26 años Guillermo Chin Canché, un estudiante de Oceanografía Física que hoy forma parte de un proyecto de la NASA para explorar una de las lunas de Saturno.

“De una u otra forma esto me hizo tener cierto amor a la astrofísica. Dicen que a veces las malas circunstancias son las que te permiten ver los pequeños brillos de la vida”, cuenta Chin a Yahoo Noticias. Orgulloso de sus raíces indígenas, reconoce que el apoyo de sus padres –dedicados a la venta de pozol, bebida ancestral popular en Tabasco– ha sido clave para lograr sus metas.

Apenas hasta la preparatoria fue que Chin salió a la ciudad para poder estudiar. Sus primeros años –la primaria y la secundaria– la hizo entre Bethania y la comunidad vecina de Hampolol. “Siempre fue un poco complicado estudiar. En el pueblo no hay comunicación, no hay señal de internet”, cuenta.

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Y aunque quería estudiar Astrofísica, su opción más cercana fue entrar a Mecatrónica en la Universidad Autónoma de Campeche: “No tenía la capacidad económica de estudiar en otros estados del país”. Se reconoce, sin embargo, privilegiado frente a otros jóvenes de su comunidad porque logró becas para seguir su objetivo.

Insistir y persistir

De Mecatrónica pasó a estudiar una maestría en Ciencias y Tecnologías del Espacio. Hoy va por un tercer título con la maestría en Oceanografía Física, justo por el cual logró su vinculación con la NASA. “Entré por mi tesis doctoral. Estuve más de un año postulando”, cuenta.

Se trata Dragonfly, un proyecto de la NASA que está creando un helicóptero con cuatro hélices de pequeña escala que prevén hacer descender en Titán, una de las lunas de Saturno. La unidad debe ser capaz de volar de forma autónoma, tomar y analizar muestras de suelo, así como enviar sus reportes a la Tierra.

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“Muchos apuntan que Titán tiene las mismas características que había cuando surgió la vida en la Tierra”, explica Chin, quien forma parte del equipo que desarrolla los espectrógrafos de masas –una suerte de analizador químico– que irán integrados al “helicóptero” y serán capaces de tomar las muestras para que los científicos hagan los estudios.

Aunque la pandemia retrasó la planificación, Chin espera estar en marzo de 2023 en Boulder, la ciudad de Colorado (EEUU) donde la NASA tiene una de sus instalaciones. “Para mí es como un sueño realizado, quien hubiera imaginado que un muchacho de pueblo pudiese llegar de alguna forma a las estrellas”, cuenta.

Chin participa en este proyecto –que la NASA espera lanzar oficialmente en 2028– como estudiante asociado, sin retribución económica. Su trabajo lo financia con el apoyo del estatal Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, así como el propio gobierno de su natal Campeche. También tiene respaldo del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada, Baja California, desde donde teletrabaja actualmente.

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En la hoja profesional de Chin se resume también se participación en otros importantes proyectos científicos locales: la micropropagación de agave, para reducir el tiempo en que se producen las piñas de donde sale el tequila; la elaboración de biocombustible a partir de algas, con el que representó al país en Túnez; y el desarrollo de consolas de inmersión temporal.

“Desde mis primeros proyectos, mi comunidad siempre me apoyó. Siempre le dio palabras de aliento a mis padres”, agradece Chin. Hoy, cree que puede ser una voz de sus vecinos, que siguen teniendo un deficiente sistema de transporte e internet. Quizás otro niño maya de Bethania se anime a seguirle los pasos.

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