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Grupo Firme y el vergonzoso racismo y clasismo que surgió por su récord en el Zócalo

Grupo Firme en el Zócalo de CDMX |  FOTO: EDGAR NEGRETE/CUARTOSCURO.COM
Grupo Firme en el Zócalo de CDMX | FOTO: EDGAR NEGRETE/CUARTOSCURO.COM

El concierto de Grupo Firme en el Zócalo de la Ciudad de México generó una fuerte discusión en redes sociales. Los más de 280 mil asistentes fueron implacablemente escrutados por el ojo público. La abundancia de comentarios clasistas no se pudo ocultar. Incluso, a este grado, se podría decir que los insultos eran predecibles. "Nacos" fue la palabra predilecta de quienes dispararon contra la multitud reunida en la Plaza de la Constitución. Y todo lo de siempre: que esa música solamente la escuchan pobres; que puros gorrones; que la cultura ha muerto.

Las intenciones del gobierno pueden ser debatibles, como en cada espectáculo público que se brinda de manera gratuita . Pero eso no es (no tendría que ser) justificación de ningún tipo para emitir comentarios clasistas, y esa ha sido justamente la máscara en la que se han encubierto quienes ejercieron todo tipo de discriminación con motivo de la presentación del afamado grupo musical. ¿Hay forma de garantizar que cada uno de los 280 mil asistentes al concierto es afín al gobierno? Esa discusión no tiene sentido para efectos del vehemente tono discriminatorio que se palpó a causa del evento.

Pero todavía más escandalosa resulta la doble moral que invade a la opinión predominante. Hace poco más de un mes, les denuncias de racismo en contra del restaurante Sonora Grill pusieron patas arriba a todo mundo: era indignante que un comercio nice hiciera una discriminación tan explícita. Y, justamente, porque se trataba de un lugar fino, elegante, resultó tan chocante que segmentaran el acceso a sus instalaciones. Nadie lo dudaba: ese mecanismo era deplorable y merecía una condena generalizada. No faltó quien defendiera aquello, o quien se sintiera orgulloso del método, pero fueron una minoría. Por suerte.

¿Qué pasa entonces en un concierto de Grupo Firme? ¿Por qué la etiqueta se pone tan fácil? Si supuestamente hemos tomado conciencia de lo que significa la discriminación. En realidad, los prejuicios salen a flote cuando se trata de un concierto de música regional mexicana, que además lleva consigo el pecado de ser gratis. Queda muy fácil etiquetar y decir a que a "esos" conciertos va "puro naco" y "arrimado". ¿Dónde quedó el coraje por las mesas otorgadas en función del color de piel?

Y, en general, valdría la pena hacer una revisión general del clasismo musical. Se arrastra la idea de que escuchar un tipo de música hace mejor persona a alguien o le brinda mayores credenciales a nivel intelectual. Ya se puede ir dejando de lado esa teoría: una persona podría escuchar a todos los clásicos y eso no le serviría de absolutamente nada, porque los prejuicios seguirían mandando en su vida. Y todo prejuicio es un lastre intelectual en tanto obstaculiza la germinación de nuevas ideas.

Ya no resulta sorpresivo hablar de racismo en México. Si hasta hace poco todavía existía el debate sobre su existencia o inexistencia, hoy se puede pasar a otra conversación: ¿por qué denunciamos el clasismo sólo cuando nos enerva la sangre?, ¿hay un clasismo que no nos importa por el simple hecho de que lo podemos aplicar?, ¿nos reservamos el derecho de llamar "naco" a alguien porque, en el fondo, no nos molesta el clasismo sino el hecho de no poder aplicarlo —y por eso aprovechamos cuando podemos hacerlo—?

Al final, los hechos son claros. Y dan para sonrojarse: dardos por doquier con etiquetas y estereotipos de clase que nos ponen de cara contra nuestra racista realidad. A muchos les tocó el turno de disparar ayer y, al parecer, han disfrutado su rol de verdugos.

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