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EEUU: la grave escasez de equipo de protección se agudiza de nuevo a medida que aumentan los casos de Covid-19

Barbara Murray, enfermera de cirugía postoperatoria del Hospital General de San Petersburgo, en Redington Shores, Florida, el 7 de julio de 2020. (Tailyr Irvine/The New York Times)
Barbara Murray, enfermera de cirugía postoperatoria del Hospital General de San Petersburgo, en Redington Shores, Florida, el 7 de julio de 2020. (Tailyr Irvine/The New York Times)

A medida que aumentan los casos de coronavirus en todo Estados Unidos, los hospitales, los asilos para ancianos y los consultorios médicos privados se enfrentan un problema que mucha gente esperaba que ya estuviera resuelto a estas alturas: una terrible escasez de cubrebocas, batas quirúrgicas y guantes desechables para proteger del contagio a los trabajadores de salud de primera línea.

A diferencia de la crisis que tomó por sorpresa a algunos hospitales de las grandes ciudades en marzo y abril, la creciente demanda de equipo de protección ahora afecta a un amplio rango de centros médicos de todo el país, un problema que los expertos en salud pública y las asociaciones médicas destacadas han dicho que pudo haberse evitado si el gobierno federal hubiera actuado de manera más asertiva en la recolección y distribución de suministros esenciales durante los primeros días de la pandemia.

Los médicos del Centro Médico Memorial City en Houston que tratan a pacientes con COVID-19 han recibido la instrucción de reutilizar los cubrebocas desechables N95 durante quince días antes de desecharlos. La organización de enfermeros certificados más grande del país reveló, en una encuesta realizada a sus miembros a finales de junio, que el 85 por ciento había sido obligado a reutilizar cubrebocas desechables mientras atendía a pacientes con coronavirus. En Florida, algunos hospitales solo están repartiendo cubrebocas con un ajuste deficiente a los trabajadores que atienden pacientes recién admitidos que podrían ser portadores asintomáticos.

Kay Kennel en Lubbock Kids Dental, una clínica que atiende a familias de bajos recursos y que tiene una lista de 50 niños en espera de operaciones de emergencia, en Lubbock, Texas, el 7 de julio de 2020. (Dylan Cole/The New York Times)
Kay Kennel en Lubbock Kids Dental, una clínica que atiende a familias de bajos recursos y que tiene una lista de 50 niños en espera de operaciones de emergencia, en Lubbock, Texas, el 7 de julio de 2020. (Dylan Cole/The New York Times)

La incapacidad de encontrar equipo de protección individual, conocido como PPE (por su sigla en inglés), está comenzando a afectar otras áreas fundamentales de la medicina. Especialistas en neurología, cardiología y oncología de todo Estados Unidos han sido incapaces de reabrir sus consultorios en las últimas semanas, lo cual deja a muchos pacientes sin atención, de acuerdo con la Asociación Médica Estadounidense y otros grupos de médicos.

“Tenemos niños que llevan tres meses viviendo con abscesos del tamaño de una toronja y que no pueden comer ni beber y no podemos hacer nada para ayudarles porque no tenemos equipo de protección individual”, comentó Kay Kennel, directora ejecutiva de Lobbock Kids Dental, una clínica que atiende a familias de bajos recursos en Texas y que tiene una lista de 50 niños esperando cirugías de emergencia. “Ha sido terrible y, dado el número creciente de infecciones aquí, temo que las cosas vayan a empeorar”.

El miércoles, en una conferencia sobre coronavirus, el vicepresidente Mike Pence le restó importancia a la escasez, pero comentó que el gobierno estaba preparándose para publicar una nueva normativa en cuanto a la conservación y reúso del equipo de protección. “Sabemos que el abastecimiento de PPE sigue siendo bastante sólido”, dijo.

Muchos de los problemas que había a inicios de la primavera, cuando los trabajadores de los hospitales de Nueva York, Nueva Jersey, Míchigan, California y otros estados azotados por el virus batallaban para conseguir equipo de protección rudimentario, no han hecho más que aumentar. Estados Unidos sigue dependiendo de fabricantes en el extranjero e intermediarios fraudulentos que han septuplicado los precios en medio de una demanda mundial desorbitada, de acuerdo con especialistas de la cadena de suministro y expertos en salud pública, quienes advierten que el problema se intensificará a medida que la pandemia se propague. Las pocas empresas estadounidenses que siguen fabricando equipo de protección en el país afirman que ya están trabajando a su máxima capacidad.

“Para nosotros ha sido un caos”, aseguró Randy Bury, presidente de Good Samaritan Society que ha batallado para mantener sus 200 asilos con suficiente desinfectante para manos, cubrebocas y batas. “La cadena de suministro en Estados Unidos no está en buenas condiciones y nos hemos dado cuenta de que no podemos depender del gobierno”.

AUSTIN, TX - JULY 07: People sit in their cars and wait in line at a COVID19 testing center on July 7, 2020 in Austin, Texas. Some testing sites have hours long waits and some people arrive as early as sunrise. Patients have their temperature and pulse checked before being swabbed. Along with Florida and Arizona, coronavirus cases in Texas have spiked recently. (Photo by Sergio Flores/Getty Images)
Un centro para hacer pruebas en Texas. (Photo by Sergio Flores/Getty Images)

La crisis ha provocado llamados al presidente Donald Trump para que invoque la Ley de Producción de Defensa y ordene a los fabricantes estadounidenses que intervengan y presten ayuda. El presunto candidato presidencial demócrata, el exvicepresidente Joe Biden, afirmó esta semana que él recurriría a la ley para fomentar la protección nacional del equipo médico en caso de ser electo.

“Es increíblemente frustrante porque se prestó mucha atención a la necesidad de ventiladores en los primeros momentos de la pandemia, pero ahora nos estamos dando cuenta de que va a haber una impresionante necesidad continua de artículos sencillos como cubrebocas, batas y protectores faciales”, dijo Susan Bailey, presidenta de la Asociación Médica Estadounidense, que la semana pasada escribió una carta dirigida a Pence instando al gobierno a recurrir a la Ley de Producción de Defensa. “Necesitamos una estrategia nacional coordinada”.

Los miembros de National Nurses United (el Sindicato Nacional de Enfermeros Unidos), la mayor organización de enfermeros certificados del país, dijeron que les preocupaba la capacidad de los cubrebocas reutilizados de filtrar las partículas de virus después de tanto uso. A muchos también les preocupan las consecuencias para la salud de un proceso de descontaminación química para emergencias aprobado recientemente por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por su sigla en inglés) que consiste en rociar los cubrebocas sucios con peróxido de hidrógeno. La FDA también ha concedido autorización de emergencia para procedimientos de descontaminación que utilizan rayos ultravioleta y el calor húmedo, aunque los reguladores reconocen que la reutilización de las mascarillas desechables no es lo ideal.

“Los enfermeros y trabajadores de la salud se están viendo obligados a reutilizar los cubrebocas con un sistema no comprobado”, afirmó Deborah Burger, copresidenta de la organización. “Ya han pasado casi cinco meses de la pandemia en el país más rico del mundo y estamos poniendo en riesgo la vida de las personas porque no tenemos suficiente equipo de protección individual”.

Los riesgos no son abstractos. Más de 900 trabajadores de la salud han fallecido a causa del COVID-19, según el recuento de la organización, y Burger señaló que muchas de las muertes han estado relacionadas con un equipo de protección inadecuado.

“Hay herramientas a disposición del presidente Trump y nos ha fallado”, dijo. “Estas muertes son absolutamente prevenibles”.

La Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por su sigla en inglés) ha estado distribuyendo suministros de equipo para catorce días a los asilos de ancianos, pero muchos proveedores han agotado rápidamente las existencias. También ha habido quejas generalizadas sobre equipos defectuosos, como guantes de tamaño infantil, batas sin sisas y cubrebocas de tela con un ajuste deficiente que son ineficaces para filtrar las partículas del virus, de acuerdo con LeadingAge, una asociación nacional sin fines de lucro de proveedores de salud. La escasez de equipo de protección en los centros que atienden a adultos mayores ha detonado una alarma creciente entre los expertos en salud pública. Más del 40 por ciento de todas las muertes por coronavirus han estado relacionadas con asilos de ancianos y centros de cuidados prolongados, según un recuento de The New York Times.

FEMA aseguró en una declaración que había modificado los envíos más recientes en respuesta a la retroalimentación de los destinatarios.

En todo Estados Unidos, los consultorios médicos privados, en especial los que no tienen acceso a las redes de compra colectiva, están luchando por conseguir equipo de protección en el mercado abierto. Incluso cuando pueden encontrarlos en Amazon y otros sitios web, los médicos afirman que están pagando hasta 7 dólares por los cubrebocas N95 que se vendían por menos de un dólar antes de la pandemia.

“Los médicos de la comunidad estamos en una situación aún peor porque estamos en la base de la pirámide”, dijo Inderpal S. Chhabra, especialista en medicina interna de New Hyde Park, Nueva York, quien recientemente reabrió su consultorio, pero solo podía atender a cuatro o cinco pacientes al día debido a la escasez de suministros. “Todos corren como locos tratando de conseguir cubrebocas N95, pero nadie lo logra. Temo por mis trabajadores”.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company