Glenn Greenwald: "El juez Moro conoce lo que hizo y sabe que vamos a contar todo"

RÍO DE JANEIRO.- En los últimos seis años, el abogado Glenn Greenwald (Nueva York, 1967) se ha convertido en una figura fundamental del periodismo de investigación. Instalado en Río de Janeiro desde hace 15 años, a él acudió en 2012 el analista Edward Snowden con los documentos que destapaban los programas de vigilancia masiva del gobierno de Estados Unidos. La publicación de esa historia en The Guardian le valió un Pulitzer y derivó en la creación del medio digital The Intercept. Ahí es donde desde hace un mes publica su última gran investigación: los mensajes que intercambiaron Sergio Moro, el juez que condenó al expresidente Lula y es un símbolo de la lucha anticorrupción, y los fiscales de la investigación Lava Jato.

-¿Cómo recuerda el instante en que recibió la filtración sobre Sergio Moro?

-Fue algo muy parecido a lo que sentí al recibir los archivos de Snowden. Incredulidad. En periodismo se logran buenas historias, pero muy rara vez historias que rompan con todo. Sabía que sería una bomba en Brasil porque lo que leía no solo era impactante, sino que implicaba a quien probablemente sea la persona más respetada y poderosa del país. Él es probablemente quien da credibilidad y legitimidad al gobierno de Bolsonaro.

-Se asociaron con el mayor diario, Folha de S. Paulo, y el mayor semanario, Veja.

-Sí, tienen equipos grandes que han cubierto la operación Lava Jato durante años. Cuantos más periodistas se implican en un tema, más profundo será el periodismo.

-The Intercept incluye en su web instrucciones detalladas para que las fuentes puedan hacerles llegar filtraciones.

-Sí, pero enfatizamos que no existe la seguridad absoluta. Es algo que el propio Moro acaba de descubrir: él usaba Telegram porque pensaba que era totalmente seguro.

-Moro se defendió y dijo que su comportamiento como juez puede sorprender en otros países, pero que es habitual en Brasil.

-Esta tradición que él dice es rechazada por el código de conducta judicial que exige imparcialidad a un juez. Pero más significativo resulta que durante los últimos cuatro o cinco años hubo sospechas, sin pruebas, de que Moro estaba colaborando con los fiscales y él nunca habló de "tradición". Lo negó vehementemente.

-¿Le preocupa que su imparcialidad sea cuestionada porque su marido es político [el diputado de izquierda David Miranda]?

-Nunca he creído que los periodistas deban fingir no tener opiniones. Es más honesto ser abierto sobre los puntos de vista. Me parece gracioso que en Brasil me asocien con la izquierda, mientras que en Estados Unidos a veces creen que soy de derecha porque voy a la cadena Fox.

-Hubo una campaña intimidatoria en su contra en la que han participado dos hijos del presidente sin que este o el ministro de Justicia lo pararan. ¿Tiene miedo?

-En periodismo siempre se corren riesgos. Nosotros decidimos que merecía la pena asumirlos. Creo que este gobierno es represor y autoritario y creo que Moro ha demostrado que está dispuesto a violar todas las leyes. Pero lo que los hace peligrosos es que están desesperados. Moro sabe que yo sé todo lo que dijo e hizo. Y que lo vamos a contar.

-¿El periodismo de investigación es más difícil que en los tiempos de Wikileaks o de Snowden?

-En el sentido tecnológico es más sencillo, pero en el legal, más difícil. Una de las genialidades de Wikileaks es que Assange fue el primero en ver que, gracias al almacenamiento, las filtraciones masivas de información de instituciones poderosas serían el nuevo motor del periodismo en la era digital.

-¿Assange es un periodista?

-Creo que ha hecho periodismo. No creo que un periodista deba tener formación específica como la que tienen un médico o un abogado. Cualquier ciudadano puede revelar información de interés público. Assan­ge ha trabajado con diarios de todo el mundo no como fuente, sino como socio periodístico. No tengo una relación estrecha con él, pero soy de los pocos que, pese a criticarlo puntualmente, siempre defendieron la importancia de su trabajo.

-¿Y con Snowden?

-Tengo mucha relación. Estuve en Moscú hace un año, fuimos al parque Gorki... Cuando lo visité la primera vez, no se sentía cómodo ni siquiera saliendo a la calle. Hoy no puede irse de Rusia porque sería detenido, pero es la persona más feliz que conozco porque, con coraje y sacrificio, tomó una decisión valiente y fue consciente de ello.

-Para sus hijos, ¿cómo es crecer en el Brasil de Bolsonaro con dos padres que son conocidos?

-Pensamos en eso antes de adoptarlos, cuando Bolsonaro aún no era presidente. En Brasil quieren presentar a la comunidad Lgtb como una amenaza para los chicos. La familia que creamos dinamita esa demonización. Es nuestra obligación mostrar que esas familias pueden ser completas y felices.

Diario El País