Giro: cómo fue la postura de Bergoglio en sus tiempos de arzobispo

El Papa pidió una ley de convivencia civil para los gays: "tienen derecho a estar cubiertos legalmente"
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Con gestos marcados, tonos más enfáticos y la visibilidad que da estar expuesto a una platea mundial de miles de millones de personas, la postura de Francisco a favor de una ley de convivencia civil para las parejas gay tiene un efecto mucho más multiplicador que las posiciones que pudo haber sostenido en sus tiempos de arzobispo de Buenos Aires.

Como presidente del Episcopado, en 2010 acompañó la posición mayoritaria de la Iglesia argentina, que hizo campaña por el voto en contra a la ley de matrimonio igualitario, encarnada con más entusiasmo por voces activas de las posiciones conservadoras, como el entonces arzobispo de La Plata, Héctor Aguer. Esa postura se definió en el Episcopado en una tensa votación interna y el cardenal Jorge Bergoglio acató el resultado, a pesar de que él respaldaba lo que en la propia Iglesia sostenían como "mal menor", legalizar el régimen de la unión civil para los homosexuales.

La opción de la unión civil era -y lo sigue siendo hoy- una forma de evitar la plena equiparación de las parejas gay con el matrimonio tradicional, que para la Iglesia sigue siendo válido entre contrayentes de diferentes sexos. En el debate abierto por la discusión del matrimonio igualitario, Bergoglio fue fiel a su bajo perfil. No le interesaba fomentar una cruzada y se drigía, principalmente, a las congregaciones religiosas.

"La postura de Francisco es coherente con el ejercicio de su prédica pastoral de un evangelio abierto a todos, sin excluidos", explicó a LA NACION un dirigente laico
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"La postura de Francisco es coherente con el ejercicio de su prédica pastoral de un evangelio abierto a todos, sin excluidos", explicó a LA NACION un dirigente laico que participa de varias iniciativas de atención a los sectores más vulnerables.

El Papa pidió una ley de convivencia civil para los gays: "tienen derecho a estar cubiertos legalmente"

Antes del debate sobre la ley del matrimonio igualitario, enarbolada como bandera por Néstor y Cristina Kirchner en su ofensiva contra Bergoglio, el entonces arzobispo de Buenos Aires tuvo a fines de 2009 un entredicho con Mauricio Macri, que ocupaba la jefatura de gobierno de la Ciudad y no apeló una sentencia judicial que habilitaba el casamiento entre la pareja de homosexuales Alex Freyre y José María Di Bello. En una reunión que mantuvieron a solas en el arzobispado, Bergoglio le recriminó tres veces a Macri por esa actitud, lo que fastidió al entonces jefe de gobierno.

En su primer vuelo papal, en julio de 2013, Francisco sorprendio a los periodistas con su histórica frase "¿Quién soy yo para juzgar a un gay?" Marcó un hito en la Iglesia por el giro que significaba en la atención pastoral a personas que se sentían excluidas y marginadas. Esa preocupación estaba centrada en la actitud de los cristianos frente a quienes no comulgaban plenamente con las mismas ideas.

Como arzobispo de Buenos Aires fue frecuente la preocupación de Bergoglio por la cobertura social de gente que en algún momento se apartó de la Iglesia, incluso sacerdotes que dejaron el ministerio religioso y formaron una familia. En pleno gobierno de los Kirchner, Bergoglo insistió en reiteradas veces en forma reservada ante la Cancillería para que avanzaran los trámites de la pensión a favor de Clelia Luro, que acompañó en los últimos 30 años de su vida al exobispo Jerónmo Podestá.

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El nuevo mensaje de Francisco, formulado en el documental Francesco del cineasta ruso Evgeny Afineevsky, tiene un carácter pastoral y, como tal, va dirigido especialmente al interior de la Iglesia.

"Su visión es tan amplia como su apertura. Se inscribe en la concepción de una Iglesia abierta a todos. Todos están incluidos", observó una fuente eclesiástica, al conocer las novedades que dijo Francisco en el documental.