Gina Lollobrigida y otras 9 divas y antidivas del mejor cine italiano

Gina Lollobrigida, Sofia Loren y Claudia Cardinale, tres divas del cine italiano
Gina Lollobrigida, Sofia Loren y Claudia Cardinale, tres divas del cine italiano

La reciente muerte de Gina Lollobrigida invita a mirar hacia atrås y a reflexionar sobre una época portentosa del cine italiano, entre el neorrealismo de los años cuarenta y los primeros años setenta, en la que numerosos directores de todos los estilos hicieron brillar a su país en la pantalla y en la que los intérpretes se convirtieron en rostros tan reconocidos popularmente en el mundo como cualquier estrella de Hollywood. Divas y antidivas que, aupadas en la mayoría de los casos gracias a su belleza, impusieron después una rotundidad interpretativa, un carisma y un glamour imperecederos en la historia del cine mundial.

Este recuerdo a algunas de las mĂĄs importantes artistas femeninas de la Ă©poca puede animar tambiĂ©n a redescubrir en plataformas una serie de tĂ­tulos imborrables, otros que corren peligro de olvidarse y un Ășltimo grupo de historias a reivindicar.

Gina Lollobrigida (1927-2023)

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Gina Lollobrigida en 1955

LlegĂł al cine a travĂ©s de la moda y de algo tan italiano como los concursos populares de belleza. Su carrera —no demasiado larga, de 25 años— se basĂł en tres vertientes: el drama social y la comedia a la italiana (Pan amor y fantasĂ­a; Pan, amor y celos); las grandes producciones estadounidenses rodadas en Europa (Trapecio, SalomĂłn y la reina de Saba) y las coproducciones europeas con mĂĄs prestigio en los nombres que en los resultados (Fanfan, el invencible; Venus imperial; La mujer de paja). La segunda es seguramente la mĂĄs conocida, pero la primera es con mucho la mĂĄs relevante. Y ahĂ­ destacan tres pelĂ­culas soberbias con interpretaciones maravillosamente enĂ©rgicas de Lollobrigida: Vida de perros (1950), de Mario Monicelli y Steno, tragicomedia sobre la penosa existencia de una compañía de variedades; La ciudad se defiende (1951), de Pietro Germi, relato criminal con tintes sociales y de miseria moral, ambientado en el atraco a la taquilla del antiguo Estadio Nacional Fascista durante un partido de fĂștbol, con Fellini y Comencini entre sus guionistas; y La romana (1954), de Luigi Zampa, basada en la magnĂ­fica novela de Alberto Moravia, sobre la compleja vida de una prostituta.

Anna Magnani (1908-1973)

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Anna Magnani en Nosotras las mujeres (1953)

La mayor del grupo, aunque coincidiera con las demĂĄs en el olimpo de las dĂ©cadas de los cincuenta y los sesenta. Una mujer capaz de todo, hija de madre trabajadora (y soltera), criada por su abuela en un barrio marginal, que llevaba escrito en la cara el sufrimiento. Las ojeras mĂĄs atractivas de la historia. El temblor de voz mĂĄs autĂ©ntico del cine. TrabajĂł con los mejores y en cualquier estilo de puesta en escena y de narraciĂłn. SĂ­mbolo de la mujer neorrealista con Roma, ciudad abierta, de Rossellini; madre desgarradora en Bellissima, de Visconti, obstinada en convertir a su (sin gracia) hija en una niña prodigio del cine; rescoldo amargo del neorrealismo con el punto de poesĂ­a de Pasolini en Mamma Roma. En 1955 fue a Hollywood para interpretar su primer papel en inglĂ©s, el de La rosa tatuada, de Delbert Mann, basada en la obra de Tennessee Williams, amigo y confidente de las noches romanas que habĂ­a escrito el texto pensando en ella, y ganĂł el Oscar a la mejor actriz. “Siempre me preguntĂ© cĂłmo se las arreglĂł para vivir dentro de la sociedad y, sin embargo, permanecer tan libre de sus convenciones”, escribiĂł el dramaturgo en sus memorias.

Sofia Loren (1934)

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Sofia Loren comiendo pizza en 1954

Un mito viviente. Siete premios David de Donatello a la mejor actriz protagonista. Un Oscar, ademĂĄs, por una pelĂ­cula italiana, Dos mujeres, de Vittorio de Sica, mĂĄs otro de carĂĄcter honorĂ­fico en 1991. TĂ­tulos extraordinarios en su paĂ­s, en Europa y en Hollywood. A los 15 años quedĂł segunda en el certamen de Miss Italia y el productor Carlo Ponti, 22 años mayor que ella, jurado aquel dĂ­a, le dijo: “¿Por quĂ© no viene mañana a mi despacho?”. El resto es historia del cine italiano, y de la familia. Se casaron dos veces: la primera, en 1957, por poderes en MĂ©xico, e ilegalmente para Italia pues Ponti estaba aĂșn casado con otra mujer; la segunda y definitiva, en 1966. Y estuvieron juntos hasta la muerte de Ă©l. A los 16 años saliĂł desnuda en la versiĂłn francesa de una producciĂłn italiana, El gerente general, de la que quedĂł una foto sorprendente. Y a partir de ahĂ­, interpretaciones cada vez mĂĄs cargadas de personalidad y de talento, en cualquier gĂ©nero, con un año cĂ©lebre, 1964, en el que hizo Ayer, hoy y mañana, La caĂ­da del Imperio Romano y Matrimonio a la italiana. En 1994, en PrĂȘt-a-porter, de Altman, se homenajeĂł a sĂ­ misma junto a Marcello Mastroianni recreando el striptease de Ayer, hoy y mañana.

Monica Vitti (1931-2022)

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La actriz Monica Vitti

La mås fría, la mås antidiva, la mås moderna, la mås misteriosa. Al contrario que la mayoría de sus compañeras en la cima, de cuerpos esculturales y comienzos cinematogråficos aupados por su belleza y por los concursos, con poca o nula preparación artística, luego solventada con la pasión, la espontaneidad y el carisma, Monica Vitti se había diplomado en la Academia Nacional de Arte Dramåtico en 1953. De una belleza casi mås nórdica que mediterrånea, pasarå a la historia del cine italiano por sus mujeres långuidas y glaciales de las películas de Michelangelo Antonioni, del que fue pareja en la vida real: La aventura, La noche, El eclipse, El desierto rojo. En la comedia popular, pese a que hizo un buen puñado en la segunda parte de su carrera (La ragazza con la pistola, El demonio de los celos...), parecía mås limitada. La mujer alienada con la mirada perdida entre las rocas de las historias de Antonioni encajó, sin embargo, a la perfección en el surrealismo de Buñuel, en uno de los mejores episodios de su brillantemente demencial El fantasma de la libertad.

Silvana Mangano (1930-1989)

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Silvana Mangano en Arroz amargo, de 1949

Aunque ya habĂ­a participado en un puñado de pelĂ­culas, su apariciĂłn con apenas 19 años en Arroz amargo (1949), de Giuseppe de Santis, legĂł una de las imĂĄgenes imperecederas del cine italiano. Una mujer de cuerpo rotundo y abrumadora sensualidad, pantalones cortos, medias raĂ­das, mirada retadora, trabajando duramente como campesina. Y una pelĂ­cula con un conflicto social plenamente vigente: el enfrentamiento en los campos de arroz entre las contratadas en origen y las ilegales sin papeles. No serĂ­a la Ășnica secuencia para la historia de Mangano: sus movimientos en el escenario de Anna (1951), de Alberto Lattuada, cantando y bailando “El negro zumbĂłn”, llegaron a ser homenajeados por Nanni Moretti en Caro diario, conformando la viva imagen del Ă©xtasis emocional. MĂĄs tarde llegarĂ­an tĂ­tulos señeros como Teorema, Muerte en Venecia e incluso Dune, en EE. UU., y otros quizĂĄ menos populares pero prodigiosos, caso de La gran guerra, El proceso de Verona y Confidencias. HabĂ­a sido elegida Miss Roma con 16 años y al año siguiente era una de las favoritas para ser Miss Italia, pero venciĂł LucĂ­a BosĂ©. ViviĂł de incĂłgnito en Madrid los tres Ășltimos años de su vida y fue incinerada en el cementerio de la Almudena.

Giulietta Masina (1921-1994)

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En 1956, la actriz Giulietta Masina en Paris - Créditos: @John Sadovy

Distinta a todas las anteriores y a las posteriores. Pequeñita, completamente alejada de los cĂĄnones de la belleza, licenciada en FilosofĂ­a y Letras y con comienzos en el teatro y en la radio, donde conociĂł a Federico Fellini, el hombre de su vida y de sus pelĂ­culas, que por entonces escribĂ­a guiones para seriales. Aunque trabajĂł con directores fundamentales del cine italiano (Rossellini, Lattuada, Comencini, Lizzani, WertmĂŒller...), sus trabajos para Fellini la llevaron a la cima de la naturalidad, el genio y la delicadeza: Almas sin conciencia, Las noches de Cabiria, Giulietta de los espĂ­ritus, Ginger y Fred. Su torpe tonadilla tocando el tambor y gritando con timidez “¡ha llegado Zampano!” en La strada no deja de acongojar por muchas veces que se haya visto. PodĂ­a ser payasa y señora, apocada y airada. Una fuerza de la naturaleza cargada de registros interpretativos. Solo sobreviviĂł cinco meses a su marido, con el que tuvo un solo hijo, muerto al mes de nacer, despuĂ©s de haber sufrido un aborto anterior al caer por una escalera.

Eleonora Rossi Drago (1925-2007)

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Jean-Louis Trintignant y Eleonora Rossi Drago en Verano violento (1959)

Era una de las favoritas para ser Miss Italia 1947, pero fue descalificada cuando los organizadores se enteraron de que habĂ­a estado casada y tenĂ­a un hijo. AsĂ­ de nefastos eran moralmente los concursos de belleza. TambiĂ©n procedente del mundo de la moda, Palmira Omiccioli, verdadero nombre de Eleonora Rossi Drago, es seguramente la mĂĄs desconocida de esta nota, pero el que esto escribe estĂĄ convencido de su necesaria reivindicaciĂłn, aparte de por Las amigas, de Antonioni, por otras dos pelĂ­culas fastuosas: Verano violento, de Valerio Zurlini, en la que interpretaba a una bella viuda burguesa que iniciaba una relaciĂłn con un joven en plena Guerra Mundial, pero en un microcosmos alejado de la contienda; y el aguerrido policiaco El enigma maldito, de Pietro Germi. De una elegancia suprema y con una mirada fascinante, trabajĂł tambiĂ©n en España en El diablo tambiĂ©n llora (1965), de Nieves Conde, y en la excelente (y tambiĂ©n reivindicable) El Ășltimo sĂĄbado (1967), de Pere Balañå. La prensa la llamaba “la señora” del cine italiano.

Lucía Bosé (1931-2020)

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Lucía Bose, en una foto para el concurso de belleza Miss Italia en 1947 - Créditos: @Archivio Cameraphoto Epoche

Conocida de sobra en España tanto por su vida privada —su matrimonio con el torero Luis Miguel DominguĂ­n y la dimensiĂłn pĂșblica y artĂ­stica de sus hijos— como por su protagonismo en Muerte de un ciclista, tĂ­tulo señero del cine español. Sin embargo, quizĂĄ no sean tan populares sus pelĂ­culas italianas. CrĂłnica de un amor (1950), Ăłpera prima de Antonioni, la mĂĄs importante, la revelĂł con su aspecto de elegante y frĂ­a burguesa tras haber ganado el certamen de Miss Italia cuando tenĂ­a 16 años; un concurso histĂłrico porque Gianna Maria Canale, otra futura actriz, fue segunda, Lollobrigida, tercera, Mangano tambiĂ©n participĂł y Rossi Drago fue descalificada. RepitiĂł con Antonioni en La señora sin camelias (1953) y ofreciĂł seguramente su mejor actuaciĂłn en la esplĂ©ndida Los extraviados (1955), de Francesco Maselli, sobre el conflicto de clases y el amor entre un joven aristĂłcrata y la refugiada de clase obrera que interpretĂł BosĂ©, durante la Segunda Guerra Mundial. Al año siguiente abandonĂł el cine para dedicarse a su familia, y tras divorciarse de DominguĂ­n en 1967 retomĂł su carrera, aunque con producciones de mayor significaciĂłn en España que en Italia. La mejor de las transalpinas, Metello, de Mauro Bolognini.

Claudia Cardinale (1938)

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Claudia Cardinale y el papa Pablo VI en 1967

De carrera tan inabarcable como su sonrisa, Claudia Cardinale trabajĂł en todos los registros y gĂ©neros y aĂșn sigue en activo, a los 84 años. Rocco y sus hermanos y El gatopardo, con Visconti; Fellini 8 y œ; el western Érase una vez en el Oeste, de Sergio Leone; y hasta La Pantera Rosa, de Blake Edwards, y Los profesionales, de Richard Brooks, ambas en los EE.UU., ademĂĄs de Fitzcarraldo, con el alemĂĄn Werner Herzog, pueden ser sus tĂ­tulos mĂĄs conocidos. Pero nos vamos a atrever a destacar otros papeles tan interesantes o mĂĄs que estos: el de la pueblerina descarriada y enamorada de un burguĂ©s, que acaba pasando la jornada de su vida con el hermano pequeño de este en la dolorosa La muchacha de la valija, de Zurlini; el de la señorita de familia burguesa arruinada, que inicia un affaire con el amante de su madre en Los indiferentes, de Maselli, basada en la novela de Moravia; el de la insatisfecha esposa de Mastroianni en la obra maestra de Mauro Bolognini Il bell’ Antonio y el de la mujer de un hombre desaparecido, presuntamente asesinado por la mafia siciliana, en El dĂ­a de la lechuza, de Damiano Damiani, uno de los mejores acercamientos de siempre a la Cosa Nostra. Nacida en TĂșnez, tambiĂ©n llegĂł al cine a travĂ©s de un concurso de belleza en el paĂ­s africano.

Stefania Sandrelli (1946)

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La actriz italiana Stefania Sandrelli (izquierda), el director Bernardo Bertolucci y la actriz francesa Dominique Sanda, en la presentaciĂłn en Cannes de Novecento, el 21 de mayo de 1976

DebutĂł con 15 años en El federal (1961), magnĂ­fica comedia sobre el fascismo de Luciano Salce. Ese mismo año, en la popular sĂĄtira Divorcio a la italiana, de Germi, el barĂłn interpretado por Mastroianni se enamoraba locamente de su sobrina, a la que ponĂ­a rostro Sandrelli. Poco despuĂ©s se confirmĂł como estrella juvenil en otra comedia de Germi sobre las muy particulares normas morales y sociales italianas: la fantĂĄstica Seducida y abandonada (1964). Dotada de un rostro y una voz delicados, de una extraña finura, y de un contundente cuerpo, ha trabajado con directores de todo tipo, incluido el erĂłtico Tinto Brass en La llave secreta. Entre sus pelĂ­culas mĂĄs importantes, las polĂ­ticas El conformista (1970) y Novecento (1976), ambas de Bernardo Bertolucci; la preciosa radiografĂ­a de una generaciĂłn en Una mujer y tres hombres (1974), de Ettore Scola, con el que tambiĂ©n hizo La terraza y La familia, y, cĂłmo no, su papel de mujer madura y sexy en JamĂłn, jamĂłn, de Bigas Luna. Y una debilidad: Yo la conocĂ­a bien (1965), de Antonio Pietrangeli. AĂșn en activo como actriz, dirigiĂł una pelĂ­cula en 2009 protagonizada por su hija Amanda: Christine Cristina, sobre la filĂłsofa del siglo XV Christine de Pizan, considerada como la precursora del feminismo occidental.