Gina Haspel, la veterana espía vinculada a casos de tortura que se convertirá en la primera mujer al frente de la CIA

En un movimiento inesperado pero con repercusiones sustantivas, el presidente Donald Trump decidió reemplazar a su secretario de Estado y elevar al actual director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), Mike Pompeo, a ese puesto en sustitución de Rex Tillerson.

Eso dejó vacante la dirección de la CIA, que será ocupada por decisión de Trump por la actual subdirectora, Gina Haspel, de 61 años y una veterana espía y agente de inteligencia que, como narró en su momento The New York Times, operó de modo encubierto por bastante tiempo y supervisó la tortura de dos sospechosos de terrorismo en 2002, unos meses después del atentado del 11 de septiembre de 2001.

Gina Haspel, veterana agente nominada por Trump para ser directora de la CIA, la primera mujer en llegar a ese cargo. (The OSS Society/YouTube/Archivo Yahoo)
Gina Haspel, veterana agente nominada por Trump para ser directora de la CIA, la primera mujer en llegar a ese cargo. (The OSS Society/YouTube/Archivo Yahoo)

Además, se reveló que luego destruyó las grabaciones de sus interrogatorios, calificados por el Times como “brutales”, en una prisión secreta en Tailandia.

Según la televisora PBS, se trató de interrogatorios con la técnica llamada “waterboarding”, una práctica que lleva a la persona al borde del ahogamiento y que es considerada tortura. Haspel habría dirigido el interrogatorio mediante ahogamiento de Abu Zubayadah y Abd al Rahim al-Nashiri, detenidos vinculados a Al Qaeda, y luego cumplió una orden de destruir esos videos, lo que motivó una investigación del Departamento de Justicia que, al final, se cerró sin acusaciones formales.

La práctica del “waterboarding” está hoy prohibida pero el historial de Haspel en ella la ha seguido a lo largo de su carrera, que se desarrolló en el entorno de las operaciones clandestinas. De acuerdo al Times, la senadora demócrata Dianne Feinstein bloqueó por ello la designación de Haspel como jefa de operaciones clandestinas de la CIA, aunque años después, en 2017, escaló hasta la subdirección de esa agencia, al principio del gobierno de Donald Trump.

El propio Trump causó consternación durante la campaña presidencial al afirmar que la tortura es útil para extraer información de sospechosos de terrorismo y su posición al respecto ha sido mucho más dura, en sintonía con las posturas de Pompeo y Haspel, que la de la administración anterior. Trump, así, habría optado por mantener al frente de la CIA a una persona de ‘línea dura’ y que procede de las filas de la propia agencia, en lugar de buscar una figura externa para esa posición.

Es un movimiento importante si se considera que, por añadidura, Trump ha mantenido tensas relaciones con la comunidad de inteligencia, a la que ha vilipendiado en ciertas ocasiones, y con frecuencia ha rechazado los reportes emitidos por ella, sobre todo en el caso de la injerencia rusa en las pasadas campañas electorales.

Haspel será la primera mujer en dirigir la CIA, lo que es ciertamente un logro de peso, y ella goza de amplio respeto en la comunidad de inteligencia, según reportes del Times. Con todo, para ocupar el cargo Haspel debe ser ratificada por el Senado y aunque solo requiere para ello una minoría simple de votos favorables, la muy estrecha mayoría de los republicanos (51 de 100 escaños) añade al proceso un grado importante de incertidumbre.

Y algunos críticos, de acuerdo al Post, han censurado severamente a Haspel. Jameel Jaffer, de la Universidad de Columbia y ex subdirector legal de la Unión Americana de Libertades Civiles dijo tajante que Haspel es “bastante literalmente” una “criminal de guerra” por su participación en interrogatorios considerados como tortura.

En un comunicado citado por The Washington Post, Hasel expresó que “tras 30 años como oficial de la Agencia Central de Inteligencia, ha sido un honor servir como subdirectora junto a Mike Pompeo durante el pasado año. Estoy agradecida con el presidente Trump por la oportunidad… y por su confianza en mí para ser nominada la próxima directora de la Agencia Central de Inteligencia”.

El debate sobre el nombramiento de Haspel no hará sino crecer, pues aunque tiene importantes apoyos también es blanco de severas críticas. Aunque es sabido que Trump no se arredra ante la controversia y que, por el contrario, es asiduo de provocaciones y sacudidas en aras de impulsar su agenda y sus posiciones.

Y es previsible que el reemplazo de Tillerson por Pompeo y el arribo de Haspel al frente de la CIA, de concretarse, apuntalen la visión y posición de Trump, mucho más dura y cáustica que administraciones pasadas, en materia de relaciones exteriores y actividades de inteligencia, justo cuando el país enfrenta inmensos retos de seguridad nacional (la amenaza de Corea del Norte y negociaciones con Irán, por ejemplo) y cuando la presente administración y el propio Trump se debaten en escándalos continuos y bajo el punzante escrutinio del fiscal especial sobre la injerencia electoral rusa, Robert Mueller.

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