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Germán Sánchez: el doble medallista olímpico en clavados que quería ser luchador

2016 Rio Olympics - Diving - Men's 10m Platform Victory Ceremony - Maria Lenk Aquatics Centre - Rio de Janeiro, Brazil - 20/08/2016.    German Sanchez (MEX) of Mexico celebrates winning the silver. REUTERS/Stefan Wermuth   FOR EDITORIAL USE ONLY. NOT FOR SALE FOR MARKETING OR ADVERTISING CAMPAIGNS.
Germán Sánchez ganó plata en clavados sincronizados en Londres 2012 junto a Iván García y plata individual en Río 2016. / Foto: Reuters

En la vida del niño Germán Sánchez las máscaras y las llaves de lucha libre eran su mayor ilusión y su padre el mejor cómplice.

Con el paso de los años, ese niño que le gustaban las luchas se convirtió en el mejor clavadista de México en la historia moderna con dos medallas olímpicas, solo por detrás del histórico Joaquín Capilla que cosechó cuatro podios entre 1948 y 1956.

El plataformista Germán, plata en sincronizados en Londres 2012 junto a Iván García y plata individual en Río 2016, comenzó sus ilusiones deportivas atraído por la expectativa de volar. Primero quería hacerlo como se veía en televisión, enmascarado y arriba de un ring, y luego como su padre lo cargaba cada que tenía la oportunidad de aventarlo.

“Cuando mi papá me enseñaba a echarme mis primeros clavados fue el primer momento en que me enamoré de volar, de subirme porque en ese momento no había plataforma, solo fue en los hombros de mi papá”, recuerda Germán, que debutó en los Olímpicos de Beijing 2008 y luego alcanzó podio en las siguientes dos ediciones. "Me enamoré de hacer cavados sin pensar en unos Juegos Olímpicos”.

Los sacrificios del niño

Germán Sánchez era un niño inquieto, latoso, hiperactivo. Sus calificaciones en la escuela promediaban el ocho, a veces le pegaba al 10 y de repente caían a un seis o siete. Lo que nunca faltaban eran muñecos regados en casa, los cómplices de sus puestas en escena que irremediablemente lo llevaban a imaginarse el futuro donde él se quedaba con los aplausos.

“Sí pasó por mi mente irme a lucha antes de entrar a clavados, pero yo quería hacer lucha olímpica para ser luchador y tener máscara, quería luchar en la Arena México”, revela Germán. “Hace unos años no veíamos en la televisión más deportes que el futbol, la lucha libre y beisbol. Me aventé los primeros mortales copiando a los luchadores, llegué a clavados ya haciendo mortales atrás y mortales al frente porque veía lo que los luchadores hacían en el ring”, dice.

“Yo era fan de Místico, que hoy se llama Carístico. Por él me quedaba sin comer en el recreo porque mi papá me decía ‘Si quieres la máscara, no te voy a dar de gastar’. O me decía que ahí estaban los boletos, pero eran de arriba y si quería ir a la parte de abajo tenía que ahorrar. Guardaba para comprar la máscara, la de 100 pesos que era la que más brillaba y la que más se parecía a la original”, recuerda.

El camino de la vida lo llevó a los clavados, donde empezó a entrenar en la escuela del Code Jalisco bajo el mando del entrenador Iván Bautista. Juntos llegaron a sus primeros Juegos Olímpicos en Beijing 2008, a donde Germán compitió recién cumplidos los 16 años. Fueron 30 participantes en la prueba individual y el mexicano se quedó en la posición 22, no superó ni siquiera el corte de la primera ronda.

El siguiente ciclo fue diferente. Encontró en Iván García al cómplice que le hacía falta e Iván Bautista pulió una pareja que hacía los clavados más complicados del mundo, incluido el 409C (cuatro vueltas y media hacia adentro) que tenía un grado de dificultad de 4.1 cuando los demás exponentes no superaban el 3.7 de dificultad.

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La diferencia de cuatro décimas es fundamental porque en una competencia de clavados las calificaciones de los jueces se multiplican por el grado de dificultad, así que 0.4 de ventaja en cada calificación puede marcar la diferencia.

La pareja de Sánchez y García obtuvo la medalla de plata, la primera de México en esos Juegos que terminaron con tres preseas de clavados.

Río, más complicado

El proceso a Río 2016 resultó más complejo para Germán Sánchez. El cuerpo le empezó a cobrar factura y llegaron las lesiones y la inconsistencia. Germán logró ser parte del equipo olímpico para los Juegos Olímpicos de Brasil, y ahora en la prueba sincronizada, nuevamente junto a Iván García, quedó en el quinto lugar.

En Juegos Olímpicos los clavados sincronizados son a final directa (solo participan ocho parejas) y son las pruebas que se compiten en los primeros días, para después dar paso a las competencias individuales.

“En Río luego de que no ganamos en sincronizados era todo lo contrario, era mucho dudar hacia mi persona”, recuerda Sánchez, quien se repuso en la última jornada de los clavados al ganar la medalla de plata en la prueba individual. “En Río me costó más y siempre está ese amor a lo que más me costó”, afirma.

En Tokio se corta la racha

El camino a Tokio 2020 llegaron más lesiones e incertidumbre. Al mismo tiempo la competencia interna se hizo mayor y las rivalidades en la alberca generaron duelos cerrados para definir a los equipos representativos de Mundiales, Juegos Centroamericanos, Panamericanos y Olímpicos. Germán Sánchez también tomó la decisión de separarse del equipo de trabajo de Iván Bautista y su nuevo entrenador ha sido en el último año Luis Huerta.

En el camino también cambió sus planes por el retraso de los Juegos Olímpicos a 2021 y su padre falleció de Covid-19 a principios de año. “Quiero seguir esos pasos de grandeza que diste día con día. Quiero amar como tú amabas, quiero reflejar a Dios como tú lo hiciste siempre. Gracias por tanto Papá”, escribió Germán en su Instagram a manera de despedida. “Tu legado cubrirá todas nuestras generaciones”.

El doble medallista olímpico despidió así a su padre, al hombre que lo llevó a su primera lucha, a los brazos que fueron su primera plataforma y a quien ahora busca honrar. Y es que para Germán, el tema de ser ejemplo es una obsesión. “Mi principal miedo es no ser un buen ejemplo para mi hijo, para mi familia. Lo demás creo que no es problema”, dijo el clavadista.

Germán siguió el proceso a Tokio 2020, se concentró en la Ciudad de México para el proceso selectivo interno y el día que iba a competir, durante el calentamiento se le rompió el tendón ligamento de la rodilla derecha. Terminó en el quirófano.

Germán Sánchez no se ha retirado formalmente, antes de su lesión hablaba incluso de continuar en el ciclo a París 2024 que ahora será de tres años y no de cuatro.

“Uno de los momentos que más me han marcado es cuando un niño me dijo que era su ídolo, que quería ser como yo. En ese momento te cambia la vida porque ya eres responsable de más cosas”, afirmó. "Me hubiera encantado contar otra historia, se termina mi proceso a Juegos Olímpicos Tokio 2021; pero estoy tranquilo, sabiendo que lo di todo y un poco más. Creo que me espera un futuro increíble dentro y fuera del deporte".

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