Otra vez Georgia

Atlanta (EE.UU.), 9 nov (EFE).- Con una copa en una mano y el celular en la otra, Anthony revisaba atento los datos actualizados del conteo electoral desde el cuartel demócrata en Atlanta. Su rostro de resignación lo decía todo. Y es que Georgia lo ha vuelto a hacer.

El estado sureño tenía este martes un papel decisivo en unas elecciones de Estados Unidos, pero las urnas arrojan un resultado tan ajustado que no puede definirse quién ocupará un escaño del Senado clave para la segunda mitad de la Presidencia de Joe Biden.

Parece que ni el candidato republicano, el exjugador de fútbol americano Herschel Walker; ni el actual senador demócrata, el reverendo bautista Raphael Warnock, alcanzarán el 50 % de los votos necesario para hacerse con el cargo.

El 2 % cosechado según las proyecciones por un tercer candidato, el libertario Chase Oliver, empujará probablemente a los dos políticos a una segunda vuelta en diciembre.

EEUU, EN VILO DE NUEVO POR GEORGIA

Ello no hace más que alargar la incertidumbre para Biden, que esta noche se irá a dormir sin saber con qué Senado contará durante la segunda mitad de su mandato, que termina en 2024. Los disputados estados de Georgia, Pensilvania y Nevada tienen la clave.

No es la primera vez que Georgia deja en vilo a Estados Unidos. Hace dos años, Biden ganó por la mínima a Donald Trump en Georgia, algo que utilizó el expresidente republicano para denunciar falsamente un fraude electoral y forzar un recuento.

Ese año, además, el escaño del Senado por el estado también tuvo que definirse en una segunda vuelta, que finalmente fue a parar a manos de los demócratas.

DEL FUNKY AL COUNTRY

Los progresistas querían este martes una noche electoral diferente como parecía indicar la fiesta que organizaron en un hotel de Atlanta, donde muchos sacaron a relucir sus mejores pasos de funky.

Los seguidores del senador demócrata, la mayoría afroamericanos, tenían ganas de fiesta, avivados por los buenos resultados en los núcleos urbanos y la alta participación en el voto anticipado, un mecanismo que los republicanos han intentado limitar en el estado desde que Trump difundió los bulos del fraude electoral.

Jennifer estaba tan convencida de su victoria que esta mañana votó en Nueva York, donde reside, y voló a Georgia para apoyar a Warnock, a quien conoce de la iglesia desde hace más de una década.

"Cuando hay una persona de buena fe y que hace un buen trabajo, tienes que creer en ella", dijo Jennifer sobre el reverendo en declaraciones a EFE.

Pero las altas dosis de fe, que se materializaron con varias oraciones de diferentes confesiones religiosas, no evitaron que el republicano Walker, pupilo de Trump, fuera ganando terreno a medida que se escrutaban los votos de las zonas rurales.

Fue entonces cuando se animó la noche en el cuartel del exjugador de fútbol americano, situado también en Atlanta, donde sus seguidores, la mayoría blancos, se animaron al son de música country.

DE ESTADO CONSERVADOR A BISAGRA

Georgia es un estado peculiar. Tradicionalmente formaba parte del sur conservador y sistemáticamente se dibujaba de color rojo republicano.

Sin embargo, el crecimiento de la población afroamericana -que representa el 30 % en el estado, por encima de la media nacional- y de otras minorías lo ha convertido en un estado bisagra donde ambos partidos tienen opciones.

"Siempre supimos que el resultado sería ajustado. Pero tengo buenas sensaciones", dijo Warnock al comparecer ante sus seguidores al filo de la medianoche, cuando todo apuntaba a una segunda vuelta.

"No he venido aquí a perder", expresó ante sus fieles Walker, quien ha hecho una fuerte campaña contra el aborto a pesar de que dos mujeres lo han acusado de haber financiado su interrupción del embarazo.

De hecho, este candidato ha tenido un desempeño electoral mucho peor al del gobernador del estado, el también republicano Brian Kemp, más distanciado de Trump, quien ganó este martes su reelección con facilidad frente a Stacey Abrams, una reconocida activista de los derechos de los afroamericanos.

EJEMPLO DE POLARIZACIÓN

Georgia tiene una economía pujante. Es sede de compañías como Coca-Cola, la CNN o la aerolínea Delta, pero también sufre una inflación superior a la media de Estados Unidos, algo que Kemp ha convertido en un arma arrojadiza contra Biden.

"Queremos ley y orden", decía este martes Glen, un votante conservador de 63 años, después de sufragar en Atlanta. La criminalidad también ha sido una bandera de campaña de los republicanos.

Los votantes demócratas acudieron a las urnas con otras preocupaciones, como el acceso al aborto, restringido por una sentencia del Tribunal Supremo del país, o el control de las armas de fuego.

"Parece que vamos hacia una segunda vuelta", decía Anthony, de 37 años, sin terminarse todavía la bebida con la que pretendía celebrar una victoria demócrata esta noche. "Este es un estado muy, muy dividido. Estamos muy polarizados", lamentó.

Eduard Ribas i Admetlla

(c) Agencia EFE