Anuncios
Elecciones México 2024:

Cobertura Especial | LO ÚLTIMO

El lugar donde George Floyd fue asesinado: solemne de día, violento de noche

Fuera de Cup Foods, en una intersección de la Calle 38 y la Avenida Chicago en Minneapolis, el monumento conmemorativo a George Floyd está repleto de flores, letreros y mensajes de gente que vino a rendirle homenaje, el 15 de junio de 2020. (Caroline Yang/The New York Times)
Fuera de Cup Foods, en una intersección de la Calle 38 y la Avenida Chicago en Minneapolis, el monumento conmemorativo a George Floyd está repleto de flores, letreros y mensajes de gente que vino a rendirle homenaje, el 15 de junio de 2020. (Caroline Yang/The New York Times)
Fuera de Cup Foods en Minneapolis, flores en la instalación conmemorativa para George Floyd, el 15 de junio de 2020. (Caroline Yang/The New York Times)
Fuera de Cup Foods en Minneapolis, flores en la instalación conmemorativa para George Floyd, el 15 de junio de 2020. (Caroline Yang/The New York Times)

MINNEAPOLIS — Siguen viniendo… de todo el país y otras partes del mundo. Desde Nuevo México, Texas, Massachusetts. Desde África y Europa. Un hombre incluso dijo que caminó más de 1600 kilómetros, desde Alabama, solo para estar en Minneapolis.

“Vienen para sentir la energía y rendir homenaje”, afirmó Bianca Dawkins, de 28 años, residente del lugar que ha conocido a muchos de los visitantes.

Dos meses después de que la policía asesinó a George Floyd, el área de cuatro cuadras del sur de Minneapolis donde exhaló su último aliento sigue siendo un lugar sagrado, una zona prohibida para los policías. Hay un jardín podado con esmero cuya pieza central es una escultura de un puño levantado. Hay murales coloridos y las palabras: “No puedo respirar”, pintadas en el pavimento, así como los nombres de docenas de otras personas negras asesinadas por la policía.

Sin embargo, por la noche, el espacio se parece cada vez más a un campo de batalla, con tiroteos y sobredosis de drogas. El área ha visto un repunte de violencia armada similar a lo que ha sucedido en otras ciudades tras las protestas.

En todo momento, el vecindario se desborda de emociones. En su totalidad, se siente como el centro vivo de la concienciación de Estados Unidos respecto a la injusticia racial.

El caos nocturno ha planteado un reto para los funcionarios de la ciudad: recuperar el control del espacio sin detonar nuevas olas de furia y, a la vez, mantenerlo como un lugar solemne para rendir homenaje a Floyd. En Ferguson, Misuri, donde al asesinato de Michael Brown a manos de la policía desencadenó manifestaciones en 2014, las tensiones volvieron a avivarse cuando los policías se movilizaron para despejar un monumento conmemorativo.

Sin embargo, en Minneapolis, al menos por ahora, la ciudad está actuando con cautela.

“Reabrir los negocios con demasiada premura tendrá un efecto devastador para las personas que siguen de luto”, explicó Angela Conley, comisionada del condado de Hennepin, quien ha estado presidiendo debates comunitarios sobre el futuro del área donde Floyd fue asesinado.

Aun así, los funcionarios electos están respondiendo una cantidad cada vez mayor de llamadas de residentes preocupados por la violencia y el ruido que surge por la noche en el área, donde, entre otros incidentes, una mujer embarazada fue asesinada hace poco.

“Lo que la gente no está reconociendo es que las personas que viven ahí la están pasando muy muy mal por los actos ilegales que se cometen cuando cae el sol”, comentó Andrea Jenkins, miembro del ayuntamiento cuyo distrito incluye el espacio conmemorativo. “Todas las noches hay disparos constantes. No hay paso para los vehículos de emergencia. La gente con discapacidad no tiene acceso a sus medicamentos, citas médicas, entregas de alimentos, etcétera. Es una situación muy complicada”.

Jenkins, que señaló que, históricamente, el área ha estado plagada de violencia pandillera, también ha asumido un papel determinante en los debates sobre cómo conmemorar el asesinato de Floyd. Una de las propuestas sugiere conservar el jardín de manera permanente. Otras ideas incluyen un museo de derechos civiles y cambiar el nombre de la Avenida Chicago en honor a Floyd. Los activistas están encontrando maneras de conservar el arte callejero que se pintó en los tablones de madera contrachapada que se montaron para proteger los negocios durante las protestas.

Incluso antes del asesinato de Floyd, Jenkins y otros activistas en el sur de Minneapolis dijeron que tenían la esperanza de construir un sitio para reconocer la historia de la injusticia racial en la ciudad. “He estado hablando de establecer un museo desde hace tres años”, comentó Jenkins. “Mi máxima prioridad es construir un centro para la sanación racial en la ciudad de Minneapolis porque las personas negras han sufrido durante cientos de años”.

La conversación sobre qué hacer con el espacio llega en un momento en el que muchos activistas en la ciudad están luchando para retirar el financiamiento del Departamento de Policía y reformular el concepto de la seguridad pública. Sin embargo, ese llamado a favor de una reforma está sucediendo en medio de un aumento de violencia. Muchos residentes negros del sur de Minneapolis, sobre todo aquellos que viven cerca de Cup Foods, la tienda de comestibles donde Floyd fue acusado de usar un billete falso de 20 dólares para comprar cigarrillos antes de ser asesinado, afirman sentirse atrapados entre dos emociones: rabia contra la policía, pero temor por su seguridad ahora que los agentes de policía se han retirado del área.

Dawkins vive a unas casas de Cup Foods, y una tarde reciente estaba vendiendo golosinas y bebidas como parte de una campaña de GoFundMe para recaudar dinero y evitar una ejecución hipotecaria. Cuando se desató la pandemia, fue suspendida sin goce de sueldo de su empleo en Nordstrom, y su prometido también está desempleado.

No obstante, las preocupaciones financieras solo ocupan una parte de su mente. Tiene dos hijos, uno de ellos es un bebé de seis semanas. Dice que todo está bien de día, y ha conocido a mucha gente que ha viajado para rendir homenaje a Floyd.

“Pero cuando llegan los otros en la noche, no puedo llamar a la policía, y eso me asusta muchísimo”, relató. Dawkins señaló un balazo en el parabrisas de su auto, un sedán color dorado.

“En esta casa hay niños, así que sí quiero que la policía proteja a las familias”, comentó. “Es un equilibrio complicado. Me alegra que este incidente haya generado un cambio, pero quiero sentirme segura”.

Cerca de ahí, al lado de un gran mural de Floyd, un rapero del área, Jordan Wallingford, tomaba un descanso del rodaje de un video musical. Wallingford, cuyo nombre artístico es Haphduzn, dijo que al menos quería ver que el jardín, la rotonda y la escultura del puño levantado se quedaran permanentemente. “Porque esa fue la chispa que cambió el mundo”, afirmó.

Deborah Straub, quien ha estado repartiendo bocadillos a los niños del vecindario desde hace varias semanas —“dulces gratis, papitas gratis, palomitas gratis, hot dogs gratis”, anunciaba— dijo que el área debía ser preservada.

“Dejen todo así como está”, declaró.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company