Geoglifos de Sihuas: las marcas en el camino de los antiguos viajeros en Perú

Por Katia Monteagudo.-No son pocos los misterios que albergan los desiertos del Perú ni los estudios para descifrarlos. En esas arenas se dibujaron enormes figuras que han cautivado a los expertos durante años -especialmente las de Nazca-, y todavía buscan encontrar la razón de su existencia en esos parajes remotos.

Ahora los científicos acaban de encontrarle explicación a los misteriosos geoglifos circulares que decoran grandes extensiones del valle del río Sihuas, en el sur de Perú.

Estos llegan a medir hasta la mitad de un campo de fútbol y pueden haber sido hechos durante varios siglos. Datan desde el año 200 dC y hasta 1400 dC.

Los dibujos en Sihuas. Foto: LiveScience
Los dibujos en Sihuas. Foto: LiveScience

Los investigadores, un equipo de varias universidades de Canadá y Estados Unidos, descubrieron que estas extrañas marcas probablemente fueron hechas por los propios viajeros durante sus recorridos por esos senderos desérticos.

El estudio, publicado en la revista Antiquity, sugiere que los caminos y esos geoglifos circulares están estrechamente vinculados. También explica que estos formaban parte de los rituales de los viajeros a sus deidades para que sus viajes fueran exitosos.

Para llegar a esas conclusiones los expertos tuvieron que hacer varios análisis espaciales, hacer modelos de simulación, además de utilizar drones y hacer varios reconocimientos de la superficie de esa zona del valle del río Sihuas.

Se compararon las imágenes de los drones con las de los satélites y se mapeó con precisión la ubicación de los antiguos senderos y los geoglifos circulares. Estos varían en tamaño que oscilan desde 3 a 55 metros de diámetro.

Justin Jennings, curador de arqueología del Nuevo Mundo en el Royal Ontario Museum, en Toronto, y uno de los investigadores, precisó a la revista Live Science que “la gente hizo esos geoglifos en el camino”. O sea, dibujaron durante las paradas que hacían en sus viajes.

Jennings y su equipo trabajan en un proyecto sobre transporte a larga distancia en Perú antes de la colonización española. Los viajes en esa época eran a pie, con llamas como bestias de carga.

El investigador segura además que estos dibujos se hacen fácil y rápidamente. Se crearon simplemente apartando las rocas y la tierra del suelo, de color marrón rojizo. Así quedó expuesta la capa más ligera de sedimento debajo de la superficie. En algunos tramos hay cerámica rota o pequeños escondites de piedras pintadas que semejan a ofrendas de carácter religioso.

Por la forma en que fueron hechos tienen cierta similitud con las famosas líneas de Nazca, también en la zona sur del Perú, aunque estas son mucho más elaboradas y representan animales como jaguares y monos, además de ser más grandes, con hasta 370 metros de largo.

En Sihuas, los expertos lograron determinar con este estudio que los geoglifos de un anillo eran los más comunes, refirió a Live Science Peter Bikoulis, graduado en Antropología de la Universidad de Toronto y coautor de esta investigación. Igual había otros con dos o tres círculos y solían tener más objetos añadidos.

Estos geoglifos se encontraban a menudo en lo que Jennings denomina “puntos de inflexión”, donde el camino o la vista cambian. Fueron más frecuentes en los lugares donde los senderos se extendían a unos 800 metros, desde los valles hasta el paisaje plano de la pampa.

“Estás escalando durante una hora aproximadamente, en una subida bastante empinada, y finalmente llegas allí”, explicó Jennings. “Ahora es bastante plano. Puedes ver todos estos grandes picos nevados. Es una vista muy diferente”.

“Incluso hoy en día, los pastores de los Andes a veces crean apachetas o mojones de piedras en los que pueden dejar un cigarrillo o derramar un poco de alcohol, como una ofrenda para los espíritus de las montañas”, abundó el experto a Live Science.

“Los geoglifos circulares pueden haberse hecho con motivaciones similares”, concluyó.

Fueron quizás puntos sagrados para los viajeros, quienes marcaron los caminos mientras descansaban, por si volvían por aquellas lejanas rutas o por si alguien perdía el rumbo y con esas marcas podían retomarlo.