Irán le ganó a Gales en una montaña rusa de emociones y dejó “destrozado” a Gareth Bale
Rouzbeh Cheshmi es uno de los recambios de los asiáticos. Está en la cancha hace algunos minutos y se encuentra con la pelota en la puerta del área, tras un rebote largo de Joe Allen. No lo piensa dos veces. No hay tiempo: apenas queda un minuto más de los 104 que se llevan jugados. Debe patear. Lo hace, y la pelota se incrusta al lado del palo del arquero Danny Ward. Lo festeja todo el plantel asiático. Hasta Sardar Azmoun, el mejor de todos sus futbolistas, salta por el aire apenas unos minutos después de haber sido reemplazado por problemas físicos. El instante lo vale. Es un gol que garantiza tres puntos para Irán ante Gales. Y la posibilidad de jugarse la clasificación en la última fecha del grupo B del Mundial Qatar 2022 en un mano a mano frente a Estados Unidos.
Nadie lo sabía en ese momento de éxtasis, y mientras los galeses quedaban tendidos en el campo como si hubieran perdido una definición por penales, pero la fiesta iraní continuaría. El árbitro guatemalteco Mario Escobar hace jugar el último de los 9 minutos que añadió al encuentro. Gales ataca como puede, sin Aaron Ramsey, de un opaco Mundial. Y con su capitán, Gareth Bale, en una versión demasiado gris. El ex Real Madrid, es cierto, entra en el libro de los récords ante 40.875 personas en Al Rayyan: llega a 110 partidos internacionales, un número inédito. Nadie lo iguala. Pero apenas da 36 pases, demasiado pocos para un futbolista que hace unos años se codeaba con la elite. Ahora juega en su quinta y se involucra poco y nada. Su equipo lo siente y pierde la pelota.
El resumen de la victoria de Irán 2-0 ante Gales
Mehdi Taremi, puro corazón, sí la pelea. Va hacia adelante y piensa. Hace la pausa, espera a sus compañeros que lo acompañan como flechas. Gales mira, sorprendido. Por la banda derecha aparece Ramin Rezaeian a toda velocidad, con el turbo prendido. Taremi lo ve y lo habilita. Un par de toquecitos a la pelota, que parece irse larga. Pero no. Rezaeian improvisa: levanta la pelota por encima de Ward. Segundo gol de los asiáticos. En el festejo, el autor del gol se quiebra. Lágrimas. Uno a uno, se le suben sus compañeros, en una montonera genuina.
“Estamos destrozados. No hay otra forma de decirlo”, dice Bale a la BBC tras la derrota por 2-0. “Hemos luchado hasta el último segundo. Es una de esas cosas que es difícil de asumir, pero tenemos que recuperarnos y volver a intentarlo”. Y agrega: “Evidentemente, la tarjeta roja cambia el partido por completo. Permitimos el primero (gol) y el segundo ya no importa”, afirma Bale.”Tenemos que levantarnos rápidamente. Nos queda un partido y tenemos que disfrutar de la ocasión. Va a ser difícil, seguro. Veremos qué pasa en el otro partido”.
Las estadísticas del partido no mienten: Irán lo juega con más intensidad. Nadie tira más centros (8) que el capitán Haji Safi, quien además es el más rápido en toda la cancha (7,27 kilómetros por hora de velocidad promedio). Azmoun lidera en chances de gol (4). No hay quien corra más que Rezaeian (11,9 kilómetros). Sin embargo, el equipo dirigido por Carlos Queiroz tiene un problema: no puede convertir. Hasta esa ráfaga del final, los asiáticos tienen dos chances de oro. En la primera, Azmoun recibe un pase filtrado, corre y corre hacia el arco, sin que ningún futbolista de los Dragones Rojos se interponga en su camino al gol. El hombre del Bayer Leverkusen, en la Bundesliga, se perfila hacia su derecha y arma el remate. La pelota se estrella en el palo derecho de Hennesey. En el rebote, Ali Gholizadeh ensaya una jugada a lo Ángel Di María: amaga irse hacia la derecha y se va por la izquierda en el vértice del área. Termina con un remate bombeado de zurda. El arquero galés vuelve a ser un espectador de lujo. Y el palo vuelve a salvar a los europeos.
También hay tiempo para un remate esquinado de Saeid Ezatolahi. La pelota parece ir rumbo al palo izquierdo del arco galés. Esta vez, sin embargo, Hennessey llega. Es largo, larguísimo (mide 1,98 metros), pero el arquero suplente del Nottingham Forest (Premier League, de Inglaterra) se estira todo lo que puede y salva el gol con la palma de su mano derecha. Irán hace todos los merecimientos para convertir y llegar al triunfo. Sin embargo, no lo lograría hasta los últimos compases del partido.
¿Y Gales? En el banco de suplentes está Robert Page, un ex futbolista con más de 550 presencias en partidos de la Premier League inglesa y otras categorías de ese fútbol: fue capitán y convirtió al menos un gol en cuatro divisiones diferentes. Aguerrido zaguero, sabe a la perfección cómo defender. Eso les pide a sus futbolistas cuando el árbitro expulsa a Hennessey. “5-3-1″, marca con sus dedos. Se aferra al empate parcial sin goles, aunque ese resultado lo obligue a hacer un buen partido en la última fecha del grupo frente a Inglaterra, el rival más poderoso de la zona. Sus jugadores, aplicados, le hacen caso. Los europeos, entonces, renuncian al ataque.
Tampoco es que hubieran tenido demasiadas oportunidades hasta ese momento: 10 tiros, apenas cuatro de ellos al arco. Y siempre chocaron con un seguro Hossein Hosseini, el reemplazante de Alireza Beiranvand, el hombre que protagonizó el primer gran susto del Mundial al romperse la nariz en un choque con un compañero en el primer partido, ante Inglaterra. Como el surcoreano Heung-min Song, el arquero usa ahora una protección facial, pero no está apto para jugar. Mira todo desde el banco de suplentes. Y alienta, como todos.
Termina el partido, Irán consigue la victoria balsámica que tanto necesitaba y sus futbolistas van a buscar al máximo responsable. Se llama Carlos Queiroz y hace apenas dos meses que regresó a Teherán para volver a convertirse en entrenador del seleccionado de ese país, envuelto en manifestaciones y reclamos sociales. El entrenador, de 69 años y nacido en Mozambique, vuela por el aire, empujado por sus propios futbolistas.
“Creo que ha sido un día maravilloso para nosotros, hemos vuelto al fútbol y no tengo palabras para dar las gracias a nuestros jugadores”, dice Queiroz tras la victoria. ”Se merecen toda la atención y el respeto. Creo que hoy la gente entiende que a estos chicos les gusta jugar al fútbol”, amplía. Y continúa: “Una vez más, los jugadores se merecen que se les apoye y lo hemos hecho por ellos (los seguidores). Esa es la única razón por la que estamos aquí, para jugar por los aficionados. “Es solo el comienzo, ahora tenemos que terminar el trabajo”, promete. El partido ya es historia. Irán está en carrera; Gales (y Gareth Bale) penden de un hilo.