El futuro de la UE depende de un puesto clave sin dueño en Alemania

Las elecciones federales alemanas a finales de septiembre perfilaron a Olaf Scholz, del Partido Socialdemócrata (SPD), como claro favorito para suceder a Angela Merkel en la cancillería, dado que el candidato de la coalición Unión Demócrata Cristiana (CDU) y la Unión Social Cristiana (CSU), Armin Laschet, llevó a la formación de la canciller a una caída hasta mínimos históricos.

Scholz ha servido como vicecanciller y ministro de Finanzas en el cuarto y último gobierno de Angela Merkel y ahora está inmerso en unas negociaciones que decidirán el equilibrio de poder del futuro gobierno alemán previsiblemente entre los socios de la coalición ‘semáforo’, bautizada así por sus colores: el rojo del SPD, el amarillo de los liberales (FDP) y el verde de Los Verdes.

Verdes, socialdemócratas y liberales negocian quién se queda el ministerio de Finanzas alemán. (Photo by Jens Schlueter/Getty Images)
Verdes, socialdemócratas y liberales negocian quién se queda el ministerio de Finanzas alemán. (Photo by Jens Schlueter/Getty Images)

Y en estas negociaciones es donde la UE se juega lo que quiere ser de mayor: un bloque con mayor integración fiscal o una unión económica y monetaria disfuncional, en la que un shock asimétrico puede poner de nuevo en jaque la mismísima pervivencia de la Unión, como ya sucedió a principios de la década pasada con la crisis del euro.

Un tema clave en esas negociaciones es quién obtiene la cartera del ministerio de Finanzas, cuyo asiento se lo disputan FDP y Verdes. Aunque ambos partidos coincidan en muchos aspectos (juventud, modernización, digitalización, libertades civiles, etc.) mantienen una importante diferencia: la política económica y cómo ven el futuro de Europa.

Los Verdes apuestan por medidas que frenen el cambio climático como principal política y, por ello, abogan por inversiones a gran escala, que permitirían levantar, o al menos hacer más flexible, el freno de la deuda alemán y los límites de endeudamiento público. En ese sentido, este partido busca una Europa unida que avance en el camino que se ha recorrido estos meses hacia políticas comunes financiadas con deuda conjunta, como ha ocurrido con el fondo Next Generation EU (NGEU).

Sin embargo, en política económica, el FDP es un partido mucho más tradicional y con la convicción germana de austeridad que ha llevado al gigante europeo a arrojar continuos superávits fiscales. Su líder, Christian Lindner, no está dispuesto a subir impuestos (que financiarían en parte la transición ecológica) y aboga por la limitación de la deuda y la mano dura ante los países europeos más endeudados. En este línea, la posibilidad de algún paso más hacia una mayor integración fiscal parece mucho más lejana.

La dirección que tome el ministerio de Finanzas alemán es clave. Inclinará la balanza hacia la austeridad y la vuelta al Pacto de Estabilidad y Crecimiento (con reglas fiscales estrictas del 3% de déficit y 60% de deuda pública) como defienden algunos estados o hacia una mayor integración y una reforma de las reglas fiscales que establezca un marco más flexible y realista.

Angela Merkel abandona el Gobierno tras 16 años. (Photo by INA FASSBENDER/POOL/AFP via Getty Images)
Angela Merkel abandona el Gobierno tras 16 años. (Photo by INA FASSBENDER/POOL/AFP via Getty Images)

El FDP se ha posicionado del lado de los ocho países del norte de Europa, entre ellos Austria, Dinamarca y los Países Bajos, que abogan para que las reglas vuelvan a estar en vigor cuando finalice la suspensión por la pandemia. De hecho, el partido rechaza la idea de introducir impuestos adicionales en la UE por considerarla “incompatible con los tratados europeos”, a pesar de que la Comisión Europea ya estudia posibles nuevas fuentes de ingresos como un impuesto digital o el mecanismo de ajuste en frontera de las emisiones de carbono.

Los expertos en finanzas del FDP insisten en que tanto Alemania como Europa deberían volver lo antes posible a las reglas de limitación de la deuda que prevalecían antes de la crisis de la covid-19. De hecho, según cuenta The Guardian, Christian Lindner, pidió hace tan solo cuatro años que se expulsara temporalmente a Grecia de la eurozona, desestimó los planes económicos de Macron por convertir a la UE en un “sistema al estilo de la Unión Soviética” y ha lanzado afirmaciones como: “No podemos usar las cuentas de ahorro de los trabajadores alemanes para salvar los ahorros de los italianos”.

Si finalmente Lindner consigue la cartera de Finanzas los debates en el seno de la Unión Europea serán muy intensos y la balanza podría inclinarse hacia la vuelta a reglas fiscales estrictas que pueden lastrar la recuperación en los países del sur de Europa e, incluso, si cambian las condiciones del mercado y la política monetaria del BCE, pueden conducir a una nueva crisis del euro.

Sin embargo, Scholz ha mostrado una mayor apertura de miras en los últimos años al frente de las finanzas alemanas. Ha acelerado la inversión pública, se ha posicionado a favor de un acuerdo global en la OCDE para establecer un mínimo global a multinacionales y, con la crisis del covid-19, ha comprendido la necesidad de gastar a gran escala. Además, se ha tomado en serio la fragilidad de la eurozona y colaboró de manera decisiva para la creación del SURE y del fondo NGEU.

Muñecos que representan a los tres partidos de la coalición semáforo. (Photo by CHRISTOF STACHE/AFP via Getty Images)
Muñecos que representan a los tres líderes de los partidos de la coalición semáforo. (Photo by CHRISTOF STACHE/AFP via Getty Images)

El historiador Adam Tooze, profesor en la Universidad de Columbia, nos recuerda en un artículo en The Guardian que “la ausencia de crisis en Europa en este momento, la capacidad de centrarse en la inversión y la política climática, no deben darse por sentados. Dependen, fundamentalmente, de mantener un delicado equilibrio dentro de la política alemana y entre Alemania y los demás actores importantes de Europa”.

La recuperación de Europa todavía es frágil y hay que tener en cuenta que muchos estados, como España, tienen una deuda pública por encima del 100% del PIB. La gobernanza económica y fiscal de la zona euro no puede perder de vista esta realidad. Como señala Tooze, “un conservador en el ministerio de Finanzas alemán es un riesgo sistémico para Europa”.

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