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Los astrónomos reciben señales de radio desde el espacio que se repiten cíclicamente

Imagen del magnetar SGR 1806-20 108530. (Crédito imagen wikipedia).
Imagen del magnetar SGR 1806-20 108530. (Crédito imagen wikipedia).

Todos recordamos el fotograma: Jodie Foster descansa sobre el capó de su ranchera con unos auriculares puestos, atenta a las señales de radio que provienen del espacio. ¿Nombre de la película? “Contacto”, basado en la novela homónima de Carl Sagan, un fascinante relato de la detección de una radioseñal artificial emitida por extraterrestres inteligentes.

Bien, dejando a un lado la parafernalia SETI, lo cierto es que los astrónomos hace años que reciben señales de radio extraterrestre cuyo origen y naturaleza son una incógnita. Suelen referirse a ellas como “ráfagas rápidas de radio” (FRB por sus siglas en inglés) y se han venido detectando de forma esporádica, diseminadas aquí y allá, sin demasiado orden ni concierto.

Normalmente los astrónomos las detectan una sola vez. Las FRB consisten en una fuerte emisión de ondas de radio sumamente energéticas, tanto, que en unos pocos milisegundos pueden radiar tanta energía como cientos de millones de soles. ¿Pero de dónde vienen?

Ese el problema de los FRB, al aparecer de forma inesperada y no volver a repetirse, los astrónomos ni siquiera podían conocer la galaxia o cúmulo estelar de las que procedían. No había forma de estudiar esas señales que jugaban tan bien al escondite. Si al menos alguna se repitiese lo bastante como para poder rastrearlas…

Bien, parece que por fin las plegarias de los astrofísicos han sido escuchadas. Por primera vez, han descubierto una fuente de FRB que se repite cíclicamente. En efecto, la señal llamada FRB 180916.J0158+65 sigue un patrón: aparece cada 16,35 días y se queda ahí durante cuatro días, disparando una ráfaga o dos cada hora durante todo ese tiempo. Luego enmudece, y tras los citados 16,35 días vuele a aparecer de nuevo.

Gracias a este comportamiento repetitivo, los astrónomos que gestionan el CHIME (Experimento Canadiense de Mapeo de Intensidad del Hidrógeno) pudieron hacer un seguimiento de la señal a lo largo de 409 días, lo cual entre otras cosas sirvió para poder rastrear el punto de emisión: una galaxia espiral masiva situada a 500 millones de años luz de nuestra Vía Láctea.

Imagen de las instalaciones del experimento CHIME. (Crédito imagen Wikipedia).
Imagen de las instalaciones del experimento CHIME. (Crédito imagen Wikipedia).

Sin embargo lo que de verdad pretenden los astrónomos es determinar cuál es la causa de las FRB. La ahora detectada por los canadienses no es el primer FRB que se repite, de hecho la primera fue FRM 121102, de la cual se pudo determinar su punto de emisión, una pequeña galaxia enana que contenía estrellas y metales. Luego vino FRB 180916, a la que se pudo rastrear hasta una región de formación de estrellas situada en el brazo de una galaxia espiral similar a la nuestra. Hasta el momento se han detectado unas 11 que se han repetido más de una vez, pero sus mediciones no siguieron ningún patrón cíclico temporal, que es lo que los gestores del CHIME acaban de descubrir.

Todo esto añade más misterio aún a la causa posible de las FRB. ¿Por qué la mayoría de las veces solo las vemos una vez, otras se repiten sin aparente orden y ahora aparece una que lo hace con puntualidad británica? Sin duda el hallazgo de este patrón repetitivo en FRB 180916.J0158+65 podría ser una pista importante que podría ayudar a resolver la misteriosa naturaleza de estos objetos.

Los investigadores responsables de este descubrimiento apuntan una posible causa: podría tratarse de un sistema binario formado por un pulsar y una estrella de tipo OB temprano.

Los púlsares son estrellas de neutrones que emiten radiación de forma periódica, pero a intervalos cortos y regulares. Estas estrellas, formadas por los restos de supernovas, son las más pequeñas del universo pero poseen una densidad increíblemente alta. Pueden tener el diámetro de una ciudad grande (unos 20 kilómetros) pero su masa puede superar a la de nuestro sol. De hecho, una cucharadita de café del material que las compone, podría pesar miles de millones de toneladas. En cuanto a las estrellas de tipo OB temprano, son estrellas calientes y masivas cuya duración es muy corta.

La interacción de dos astros de este tipo podría hacer que el viento solar emitido por la OB bloquease de algún modo la fuente de radiación del pulsar, lo cual explicaría que en los FRBs no se apreciaran los patrones repetitivos tan cortos típicos de los púlsares. También podría suceder que desde nuestro punto de observación, solo apreciáramos las ráfagas de radiación algunas veces, cuando esta sucede frente a nuestros telescopios. En tal caso todos los FRBs podría exhibir patrones de repetición, como el ahora observado por los científicos canadienses, aunque aún no hemos sido capaces de detectarlos.

Se puede consultar el pre-impreso del trabajo de los canadienses en Arxiv.

Me enteré leyendo ScienceAlert.

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