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Frágiles ante el reconocimiento facial: Hoy son estos ultraconservadores y mañana, ¿quién perderá su privacidad?

El último rostro de este collage es el de uno de los presuntos líderes de la insurrección.
El último rostro de este collage es el de uno de los presuntos líderes de la insurrección.

Los incidentes que ocurrieron en el Capitolio durante la ratificación de Joe Biden como presidente de Estados Unidos el pasado 6 de enero han dejado varias capas de mugre en la sociedad estadounidense. Las obvias las conocemos de sobra después de presenciar el ataque a la democracia con víctimas mortales protagonizado por individuos que ahora se enfrentan a penas federales. Para que su aliento, supuestamente patriótico y libertario, tuviera forma, fue imprescindible la cizaña embustera de Donald Trump y la permisividad para la difusión de mensajes de odio y llamamientos a la violencia de redes sociales como Parler, donde estos grupos ultraconservadores encontraron su nicho.

Pero también hay una capa menos obvia, de una inmundicia que se propaga con una facilidad escalofriante. Durante los días previos a que Apple, Google y Amazon hicieran vacío a Parler, unos hackers lograron acceder a toda la información que estaba almacenada en esta red social que saltó a la fama gracias a ser una alternativa a la ‘censura’ de Twitter o Facebook con las publicaciones y los perfiles de las élites y los grupos ultraconservadores. Las débiles medidas de seguridad de Parler facilitaron que un virus informático básico fuera capaz de penetrar sin problemas en todos los mensajes, publicaciones, fotos y vídeos que se subieron al sitio, incluidos los datos de geolocalización de los usuarios.

¿Qué significa esto? Básicamente, que unos piratas informáticos han tenido acceso y se han descargado información sensible no sólo sobre los ideales, las perspectivas y los lugares a los que los usuarios de Parler habían accedido presencialmente, sino a todas sus fotos y vídeos. Según afirmó uno de los cerebros del hackeo, los responsables lograron obtener un 99 por ciento de la información almacenada de una manera harto sencilla, ya que Parler ordenaba sus publicaciones por números consecutivos en las URL del sitio. Un caramelo para los hackers y una prueba más de la fragilidad de los usuarios de ésta y cualquier red social.

Toda esta información robada fue publicada en Internet y una de las primeras consecuencias que han surgido a raíz de ello es la iniciativa, ‘Faces of the Riot’ (rostros de la revuelta). Se trata de un sitio web que ha sido capaz de detectar, extraer y filtrar información redundante (eliminar caras repetidas) de más de 6,000 asistentes a la manifestación y posterior ocupación del Capitolio. Todos esos rostros fueron capturados en 827 vídeos y están publicados en el portal. Cuando se pincha sobre ellos, se pueden reproducir los vídeos en los que aparecen. Según explican los responsables de esta idea, su objetivo es que haya personas que identifiquen a los asistentes y los reporten al F.B.I., pero lanzan un mensaje: que “nadie intente realizar su propia investigación” sobre gente que aparece en la página.

Un manifestante es detenido por la Policía en el Capitolio. (Getty Images)
Un manifestante es detenido por la Policía en el Capitolio. (Getty Images)

“Todos los que están participando en estos actos violentos, lo que realmente equivale a una insurrección, deben rendir cuentas”, afirmó a Wired el creador del sitio, un estudiante de universidad de Washington que tiró la piedra y escondió la mano tras pedir que se guardara su anonimato para evitar represalias. “Es totalmente posible que mucha gente que está en esta web se enfrente ahora a las consecuencias de la vida real por sus acciones”, prosiguió.

Es así como un estudiante con acceso a información robada y conocimientos de cómo crear un sitio web actúa como juez y decide quién debe rendir cuentas por su presencia en el Capitolio, ya sean los que tuvieron una actitud violenta, como los que simplemente formaron parte de la manifestación de manera pacífica. No sólo eso, sino que defiende para sí un anonimato que él mismo está infringiendo con la exhibición pública de miles de personas. ‘Face of the Riot’ es otra prueba más de los peligros que conlleva la tecnología de reconocimiento facial y cómo compromete la privacidad de los ciudadanos. Hay organizaciones como ‘Fight for the Future’ que abogan por una legislación que prohiba la barra libre a la tecnología de reconocimiento facial. Evan Greer es su director.

“Tanto si la utiliza un individuo como el Gobierno, esta tecnología tiene profundas implicaciones para los derechos humanos y la libertad de expresión”, señaló Greer a Wired. “Creo que sería un enorme error glorificar o alabar una tecnología que, en términos generales, perjudica de forma desproporcionada a las comunidades de color, a las comunidades de bajos ingresos, a las comunidades de inmigrantes, a las comunidades musulmanas, a los activistas... a las mismas personas que los rostros de este sitio web asaltaron el Capitolio con el propósito de silenciar y privar de derechos”, subrayó.

Seguidores de Donald Trump momentos antes de marchar hacia el Capitolio. (Getty Images)
Seguidores de Donald Trump momentos antes de marchar hacia el Capitolio. (Getty Images)

El creador de ‘Face of the Riot’ defiende que su deseo es que todos aquellos que “han hecho las cosas mal durante los últimos cuatro años” no se vayan de rositas. Aunque su razonamiento sea legítimo, este estudiante ejecuta su discurso tomándose la justicia por su mano y sentando las bases de un juego muy peligroso en el que los límites no están claros. ¿Y si aquellos que piensan lo contrario a él hicieran lo mismo y comenzaran a exponer a otros ciudadanos? ¿Acaso el reconocimiento facial servirá para perseguir el derecho a reunión y manifestación? ¿Y si en un futuro todo aquello que uno ha dicho en las redes sociales se puede volver en su contra sin necesidad de haber infringido ninguna ley? ¿Y si las listas negras usadas por dictaduras no muy lejanas se basasen en unos años en lo que usuarios han dicho, han compartido o han publicado en sus redes sociales?

Cada vez hay mayor sensibilidad social en lo que se refiere a la privacidad, sin embargo, la facilidad con la que cualquier persona puede infringirla pone de relieve la fragilidad que se esconde detrás de la imparable evolución tecnológica, ésa que tanto nos seduce pero que podría volverse en nuestra contra con sólo un chasquido. A golpe de click.

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