¿Un desierto blanco? Sí, existe, y no es por culpa de la nieve


A algo más de 500 kilómetros, al suroeste de El Cairo, Egipto esconde un tesoro que hipnotiza a todo aquel que lo visita. Se trata del desierto Blanco, situado en la Depresión de Farafra y que ofrece unas vistas mágicas de formaciones rocosas de piedra caliza modeladas a su antojo por el viento y la arena. Sin embargo es por la noche cuando este lugar se convierte en un paraíso de ensueño. Un poco más al norte también está el desierto Negro, que recibe su nombre por la piedra volcánica. Ambos lugares se han convertido en un destino ineludible para los turistas.