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Sin la coca, aquí no se puede sobrevivir

SAMUGARI, Perú.- Poco antes de que amanezca Raúl Rúa, de 42 años, junto a 15 jornaleros entre mujeres, adolescentes y niños inician una caminata de media hora para cosechar uno de los miles de campos de sembríos en el mayor valle cultivador de cocales del mundo.

"Si no fuera por la hojita de coca no habría comida", dice Rúa mientras extrae las hojas elipsoidales de los arbustos con sus manos abundantes en ampollas y callos causados por la fricción del vegetal. Sus brazos también tienen algunas cicatrices causadas por los sangrientos choques contra Sendero Luminoso ocurridos en la década de 1990 en innumerables batallas que han permanecido en el anonimato.

Más de 600 mil habitantes del sureño valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro dependen de los cocales y están preocupados ante un posible ingreso de funcionarios del gobierno para destrozar los cultivos, que en 93% se usan para fabricar drogas, según autoridades.

"No somos narcotraficantes, pero la hoja de coca es el único sustento para el campesino", dice Próspero Ayala de la federación de agricultores del valle. "Mucho presupuesto para militares, para policías, pero casi nada para la educación, para la salud, para la gente". (Con información de AP)