Escándalo en la cúpula militar

Amantes, celos, amenazas y espionaje. La caída del idolatrado militar y héroe de guerra David Petraeus suma cada día nuevos elementos que parecen salidos de un thriller político. La prensa reveló que los mensajes amenazantes que envió su supuesta amante, la biógrafa Paula Broadwell, a una segunda mujer habrían sido el detonante de su caída en desgracia. Según se supo ayer, el caso que provocó la renuncia de Petraeus quedó al descubierto por varios correos electrónicos de "acoso" enviados por Broadwell a Jill Kelley, de 37 años, que vive en Tampa y trabaja para el Departamento de Estado. La destinataria de esos mensajes se asustó tanto que, según informaron diarios norteamericanos, recurrió al FBI por protección y para localizar al remitente. Fue así como el FBI comenzó a investigar las amenazas, hasta toparse con Broadwell y con unos mensajes de naturaleza explícitamente sexual entre ella y Petraeus, que revelaron claramente la relación extraconyugal entre ambos. En un nuevo giro en el escándalo, el Pentágono informó el martes que el comandante de la OTAN en Afganistán, el general John Allen, es investigado por supuesta comunicación "inapropiada" con Kelley a través de emails. En tanto se aclara la relación del alto mando militar con el caso, el presidente Barack Obama, dejó en suspenso la postulación del general como comandante supremo aliado en Europa.