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Los "náufragos" de Garrincha

“Este libro es una recopilación de las tiras hechas de manera intermitente en los últimos diez años. El primer boceto del náufrago salió en un cuarto en miniatura de un hotel en miniatura en Ankara, Turquía. Entre el frío, el cambio de hora y el equipaje perdido en una escala, supongo que  habían razones de sobra para sentirse náufrago”, cuenta el ilustrador y dibujante Gustavo Rodríguez (Garrincha) a Yahoo! sobre la génesis de su libro de historietas "Náufrago", el primero de una trilogía que continuará con los tomos: "Caos" y "Lombrices", publicado por la Editorial Cognitio. “La idea original de una tira con un náufrago como personaje —el cliché más viejo y sobado del humorismo gráfico— era tratar de generar material o ideas en un escenario limitado (una piedra en el mar) con un personaje nada sofisticado. Se han hecho miles y miles de caricaturas con ese escenario, a tal punto, que muchos caricaturistas han etiquetado el tema casi con desdén: ‘chistes de islitas’. Pues bien, yo quería ver si podía hacer chistes de islitas, y la verdad es que pudo haber sido peor”, añade bromeando. El náufrago de Garrincha tiene mucho de comediante de micrófono, obligado a lucirse con pocos elementos, encerrado en el haz de luz de una tribuna. Hay guiños, reconoce Garrincha, a comics clásicos como "Peanuts" y "Charly Brown" de Charles Schultz o  "Krazy Cat" de George Herriman, en la simplicidad de los temas y también en el sarcasmo, la moraleja del fracaso. El náufrago es más que un protagonista, un privilegiado espectador de los sucesos politicos, sociales, culturales, que suceden bien lejos de él, en 'tierra firme'; pero como todo renegado, abandonado a su suerte sobre un islote deshabitado, una piedra simbólica, puede comentar o criticar lo que le rodea sin pelos en la lengua y sin ajustarse a un guión de lo políticamente correcto. Un náufrago es tan inocuo como un bufón, aquellos personajes a los que les estaba permitida la sinceridad, la insolencia y el desafío. Sabemos que la única preocupación de un náufrago —un desterrado— es matar el tiempo y pasarla bien —mientras lanza algún que otro mensaje de humo subversivo— esa es la promesa que este libro de tiras cómicas también comparte con el lector.