Cinco films para descubrir que Hitchcock también es el maestro del romance

Una taza de café. Una llave. Un anillo. Una melodía. Una caja de fósforos. Objetos cotidianos que no parecen contener en sí mismos una amenaza. Y, sin embargo, en las películas de Alfred Hitchcock pueden ser peligrosísimos. Mortales.

Al director británico se lo conoce como el maestro del suspenso porque nadie como él consiguió mantener al público absorto frente a la pantalla y al borde de su asiento, concentrado en una taza de café amenazante o un anillo que puede ser la prueba de un asesinato. Hitchcock filmaba considerando siempre la reacción del público y usaba la puesta en escena para dirigir la atención de los espectadores a ciertos detalles, que contribuían a generar las sensaciones que deseaba: la emoción del suspenso, pero también la del romance.

Para quienes lo conozcan como el director de Psicosis, tal vez sea difícil pensar en Hitchcock como especialista del romance en la pantalla pero varias de sus películas prueban que lo es. Junto con el suspenso y un sentido del humor irónico, el amor y el sexo (solo insinuado, como corresponde a la época en que se desarrolló la mayor parte de su filmografía) completan los pilares en los que se apoya la obra del director, que utiliza las mismas armas de manipulación del público para el suspenso y para el romance.

En estos días de permanecer en casa y en que las horas se hacen más largas, ver una película de Hitchcock permite olvidarse por un rato de todo lo que está sucediendo para entregarse a las sensaciones que el director preparó con cuidado para su público.

Psicosis y Vértigo son dos grandes obras que siempre vale la pena ver (ambas están disponibles en Qubit, que tiene 24 de sus títulos, y Apple TV). Pero aquí van algunas recomendaciones disponibles en streaming que muestran la faceta de Hitchcock más lúdica y romántica y que prueban que es el maestro del suspenso y también del romance.

La ventana indiscreta, disponible en Qubit, Apple TV y YouTube

Viviendo una cuarentena, es más fácil que nunca identificarse con el protagonista de La ventana indiscreta, interpretado por James Stewart. L.B. "Jeff" Jefferies es un fotógrafo confinado a su departamento neoyorquino tras haber sufrido un accidente y quebrarse una pierna. Al hombre, acostumbrado a viajar por el mundo capturando situaciones emocionantes con su cámara, no le queda más que quedarse en su silla de ruedas y mirar por la ventana lo que hacen sus vecinos. En cada una de las ventanas hay una historia: la de una bailarina, la de un músico aficionado al alcohol, la de una pareja que duerme en el balcón para soportar mejor el calor, y la de una mujer solitaria. Pero lo que Jeff descubre en una ventana despierta su interés y le siembra una sospecha: uno de sus vecinos ha asesinado a su mujer. Sin salir de su casa, el fotógrafo se propone resolver el misterio, con la ayuda de su novia Lisa, una modelo tan hermosa como lo era la actriz que la interpreta, Grace Kelly.

El suspenso en La ventana indiscreta no está sólo en la resolución del enigma sino también sobre qué sucederá con el romance entre los protagonistas. Al comienzo de la película, Jeff es reacio a casarse con Lisa. Mientras el fotógrafo mira por la ventana en busca de indicios sobre el supuesto asesinato se encuentra con un muestrario de distintos tipos de situaciones amorosas: los vecinos solteros, en distintos estados de soledad, y los casados, que van desde un flamante matrimonio entregado a la pasión hasta uno que parece haber terminado con un crimen.

La ventana indiscreta se puede ver mil veces y en cada una de ellas concentrarse en un distinto aspecto del film, mucho más allá de los detalles de la trama y su humor inteligente. La reflexión sobre la relación entre el voyeur en la ficción y el espectador voyeur; las distintas ideas sobre el matrimonio; la fascinación que ejerce la puesta en escena en un decorado tan peculiar como el que fue creado para la ocasión; o tan solo admirar los elegantes vestidos que luce Grace Kelly. Lo que no cambia es la ansiedad que genera la secuencia del anillo de bodas (mejor no entrar en spoilers), ni el deseo de que Jeff y Lisa sean felices y aventureros para siempre. También se emitirá HBO Mundi, en la trasnoche del sábado, a las 4.15.

Para atrapar al ladrón, disponible en Qubit, Apple TV y YouTube

Poco antes de convertirse en princesa de Mónaco, Grace Kelly paseó por la Costa Azul junto con Cary Grant en esta película que es un ejemplo de cómo Hitchcock puede hacer un entretenimiento liviano, que le guiña el ojo al espectador y, a su vez, convertirlo una verdadera obra de arte.

Todo es glamoroso en Para atrapar al ladrón, que tiene como protagonista a John Robie, interpretado por Grant, un ladrón de guante blanco conocido como "El gato", por su método para entrar en mansiones de millonarios y robar sus joyas. Retirado de la actividad criminal, se ve obligado a probar su inocencia cuando alguien comienza a robar imitando su estilo para incriminarlo. Mientras intenta desenmascarar al verdadero ladrón, Robie conoce a la heredera norteamericana Frances Stevens, encarnada por Kelly, quien se divierte tentándolo con sus carísimas joyas y lo enamora con otros atributos (recientemente, Telefe adaptó parte de la trama para una serie).

Tal vez la pareja más sexy de la filmografía de Hitchcock, Grant y Kelly se sacan chispas en la pantalla, mientras el director encuentra formas creativas de que su seducción le escape a las reglas del código Hays (que regulaba lo que se podía mostrar y lo que no en las películas de los estudios de Hollywood). Una escena nocturna, con la luz de la luna y fuegos artificiales iluminando un beso entre los protagonistas, es de las más románticas de la historia del cine. Aunque tratándose de Hitchcock, por supuesto que el peligro los está acechando. También se verá por Fox Classics, el sábado, a las 20.12.

Tuyo es mi corazón, disponible en Qubit

Más dramática que La ventana indiscreta y Para atrapar al ladrón, aunque no exenta de toques de humor irónico, esta película combina una trama de espías con un romance complicado.

Ingrid Bergman, otra actriz que brilló en la filmografía de Hitchcock, encarna a la hija de un espía alemán que es reclutada por la inteligencia norteamericana para acercarse a un grupo de nazis radicado en Río de Janeiro. El incipiente romance entre ella y su contacto en inteligencia, el agente interpretado por Cary Grant, se complica cuando las órdenes para la mujer incluyen un acercamiento aún más íntimo al líder del grupo (encarnado por Claude Rains, el capitán Renault de Casablanca).

El melodrama está presente en los impedimentos de los enamorados que tienen que ver con la desconfianza y el orgullo, además del deber patriótico a cumplir y la intervención de una de las suegras más malvadas de la historia del cine. Hitchcock, basándose en el guión escrito por el legendario Ben Hecht, maneja al melodrama tan bien como el suspenso, exacerbando las ansiedades de las que se alimenta cada uno de estos géneros. El director crea secuencias de alta tensión alrededor de objetos como tazas de café, botellas de champagne y llaves. Con el mismo talento y ojo para el detalle ofrece perfectas escenas de romance, como aquella en un balcón, en la que Grant y Bergman se dan besos cortitos para cumplir con las normas de recato impuestas a los films de la época pero los repiten tantas veces que terminan transgrediéndolas.

La dama desaparece, disponible en Amazon Prime Video

Una de las últimas películas del período británico de Hitchcock antes de desembarcar en Hollywood, La dama desaparece muestra muchas de las características de la futura obra del director.

Lúdica y centrada casi en un solo escenario, la película gira en torno a una joven heredera británica, interpretada por Margaret Lockwood, que entabla conversación con una simpática señora mayor que viaja en el mismo tren que ella, rumbo a Londres. Pero luego de una siesta, la joven se despierta y no encuentra a la señora. Todos los que la rodean insisten en que la señora nunca estuvo allí hasta que un joven músico, interpretado por Michael Redgrave, la ayuda en la búsqueda.

El tren como escenario del misterio es una constante en las películas de Hitchcock, quien toma los viajes como un contexto ideal para las aventuras a las que somete a sus protagonistas. También es una obsesión del director tener como protagonista a un personaje que no consigue que le crean y que es víctima de personas que juegan con su psiquis. Y se suma la importancia de la música en la trama, como clave para resolver un misterio.

La dinámica entre los protagonistas es digna de las comedias screwball (alocadas) de la época, con una mujer inteligente y decidida y un hombre encantado con esas cualidades. En especial recuerda a Lo que sucedió aquella noche, de Frank Capra, trabajando sobre la noción del amor como aventura, típica de la screwball. Aquí el joven Hitchcock ensaya esa idea que sobrevuela a varias de sus películas más románticas, antes de que su visión de las relaciones amorosas se tornara más compleja y oscura (como sucede en Vértigo y Marnie, por ejemplo).

Intriga internacional, disponible en Qubit, Apple TV y YouTube

Otra de las películas más famosas de Hitchcock con un protagonista enredado en un conflicto de identidad equivocada y un viaje en tren como parte esencial de la trama. Cary Grant, más Cary Grant que nunca, es Roger Thornhill, un elegante publicitario que es confundido con un agente de inteligencia por una organización de espías. Cada paso que da Thornhill complica más su situación, incluido un encuentro romántico con una hermosa joven, encarnada por Eva Marie Saint (otra de las rubias que ocuparon el lugar que Grace Kelly dejó vacante).

El humor expresado a través del personaje de Grant y su peculiar situación es un condimento que resalta lo emocionante que resulta el film, repleto de escenas que tienen al espectador con el corazón en la boca. Incluidos, por supuesto, un impactante final en el monte Rushmore y una de las más famosas secuencias de acción de la historia del cine, que implica a Grant y un avión fumigador.

También el humor es parte de la trama romántica, expresado en diálogos que juegan con el doble sentido y con insinuaciones sexuales que son menos sutiles que en las películas anteriores de Hitchcock (acorde a los cambios de la época, ya que estamos en 1959).

Para los aficionados a la arquitectura, entre los magníficos escenarios y locaciones del film, que incluye al edificio de las Naciones Unidas en Nueva York, se destaca una casa modernista en la que sucede buena parte de la acción del último tramo de la película. Diseñada siguiendo el estilo del reconocido arquitecto Frank Lloyd Wright, vale la pena volver a ver la escena una vez terminada la película para poder admirar, sin la ansiedad de la espera del desenlace, la belleza de la magnífica casa. Claro que como suele suceder con Hollywood y más aún con un maestro del engaño como Hitchcock, esa joya arquitectónica no es más que un decorado fabricado para la ocasión.