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La fiesta petrolera avanza con diésel: cientos de autobuses movilizan a los asistentes al mitin por la expropiación

Andro Aguilar
Andro Aguilar

El autobús que trasladó a Juan José y otras 43 personas desde Guerrero cobró 22 mil pesos, explica el hombre que viaja con su hijo adolescente. Frente al Museo de la policía, a unos metros donde está estacionado el autobús en que viajó, el padre de familia asegura que en su caso cada quien pagó su pasaje. Y lo repite enfático: “Échale cuentas, somos 44“, dice, “nos tocó de a 500”.

La asistencia a la conmemoración de la expropiación petrolera en el Zócalo no sólo se notó en las decenas de miles de personas en el primer cuatro de la ciudad sino en las filas de autobuses foráneos y locales que trasladaron a la gente desde otras entidades y colonias de la misma Ciudad de México.

Días atrás, legisladores de Morena informaron que pondrían recursos propios precisamente para ayudar a trasladar a las personas que quisieran llegar al mitin convocado por el presidente López Obrador.

Los vehículos comenzaron a llegar a la zona del Centro Histórico desde la tarde del viernes provenientes de estados como Sinaloa, Baja California, Sonora, pero en la mañana del sábado llegó la mayor parte de unidades.

La concentración aumentó conforme el día avanzó y se sumaron autobuses locales del Estado de México y de la capital del país.

A las 4 de la tarde, una hora antes del inicio de la ceremonia, sobre el Eje Central los cierres vehiculares por parte de agentes de tránsito generaron un congestionamiento que impidió a autobuses que buscaban llegar al Zócalo acercarse un poco más.

Y la movilización de las miles de personas que llegaron al centro del país causó que para algunos, aunque se haya tratado de un mitin, ésta fue una marcha para llegar al Zócalo desde los autobuses que los trasladaron al centro de la Ciudad.

Fue común ver cientos de autobuses estacionados en hilera en calles y avenidas como Victoria, Bucareli, Morelos, Rivera de San Cosme, México-Tenochtitlan, De la República, alrededor del monumento a la Revolución y calles perpendiculares al Eje Central, provenientes de entidades como Guerrero, Chiapas, Oaxaca, Guanajuato, Veracruz y colonias de la Ciudad de México.

En la esquina con la calle Claudio Bernard, precisamente frente al monumento a Lázaro Cárdenas en la colonia Doctores, decenas de autobuses locales fueron estacionados mientras los operadores hacían tiempo conversando. Vienen de San Clemente y otras colonias del poniente de la Ciudad de México, en la alcaldía Álvaro Obregón. Explican que ahí, a 2.2 kilómetros del Zócalo, tuvieron que dejar a las personas que transportaron porque no podían acercarse más.

En la calle siguiente, Dr. Velasco, al frente de otra hilera de autobuses, un conductor hace una pausa a su llamada telefónica y cuenta que llegó de Acámbaro, Guanajuato, poco después de las cuatro de la tarde y tampoco pudo acercarse más al Zócalo. Dejó a sus pasajeros unas calles adelante y acordó que les mandaría su ubicación para que lo encuentren de regreso.

Un autobús proveniente de León, Guanajuato, encontró lugar para estacionarse frente a la Escuela Normal, a poco más de tres kilómetros hasta el Zócalo. El operador se reserva su nombre pero dice que llegaron casi a las 5, pocos minutos antes de que comenzara el discurso de Andrés Manuel en el Zócalo. Las personas, muchas molestas, tuvieron que caminar para acercarse un poco.

El desfile de políticos y sus grupos

Entre quienes llegaron durante la mañana de este sábado a Ciudad de México se podía identificar a funcionarios y seguidores de políticos locales que buscaron hacerse notar en la concentración convocada por López Obrador.

Una docena de personas usó la misma playera con la leyenda “Armando la 4T en Ensenada”, para promocionar al alcalde morenista de ese municipio, Armando Ayala.

“¡Su-sy! ¡Su-sy! ¡Su-sy!”, coreaba otro grupo sobre la calle Cinco de Mayo. “¿Pues quién es Susy?”, preguntó alguien. “La presidenta”, respondió una muchacha de las que venía en el grupo y también portaba la misma playera de Tizayuca Hidalgo, cuya alcaldesa se llama Susana Araceli Ángeles Quezada.

La alcaldesa de Tláhuac, Berenice Hernández Calderón, entró al Zócalo capitalino con baile a ritmo de música de viento al frente de un contingente con cientas de personas que portaban distintivos de esa alcaldía.

Gobernadores morenistas como Cuitláhuac García, de Veracruz; Rubén Moya, de Sinaloa, o David Monreal, de Zacatecas se pasearon algunos minutos también sobre la Plaza de la Constitución para retratarse con los asistentes.

Venimos por nuestro gusto”

Al final del mitin, en forma paralela a algunas personas que vuelven a sus autobuses, las hermanas Mercedes, Irma y María Rosales caminan sobre Rivera de San Cosme, ya casi a punto de llegar a su vivienda.

Relatan que estuvieron en el Zócalo y casi llegaron casi frente al templete, pero una de ellas, María, se sintió mal y decidieron salir y caminar con calma de vuelta a casa.

A unos metros de los autobuses estacionados, Irma da su opinón sobre la movilización de personas.

“Yo hablo por mí: a mí nadie me trajo. Soy docente, del tecnológico de Zacatepec, y nadie me dijo ‘vas a ir a la marcha’. Yo vine, me compré mi playera, me compré mi gorra y me compré mi muñeco de AMLO”.

Mercedes también da clases, en la UNAM. Advierte que respeta el pensamiento de cada corriente política, pero enfatiza que al menos ella y otras personas que se encontró en el Zócalo: “venimos por nuestro gusto”.