‘Fidel ante el espejo’: el dictador que se desenmascara a sí mismo

Portada

Definida de una manera simple, la sátira política es el uso del humor para poner al descubierto la corrupción, los defectos y la hipocresía de los gobiernos de turno. Como género literario, es uno de los más antiguos que existen. Se considera que Aristófanes fue, con la representación de su comedia Las avispas, uno de los primeros autores satíricos de la historia.

Desde entonces, en la mayoría de los países se ha utilizado la sátira política como un arma de denuncia de las desigualdades sociales. Cuba, desde luego, no fue la excepción. Una de las primeras publicaciones de ese tipo en la Isla fue el periódico La Charanga, fundado en 1857 y en cuyo subtítulo se explicaba su contenido de esta manera: “muy pródigo de bromas, pero no pesadas y muy abundante de sátiras y caricaturas”. Un poco después aparecía en 1885, bajo la dirección del periodista Rafael Bárzaga, la revista El Fígaro, que comenzó siendo un magazín deportivo y terminó ampliándose hacia la literatura y los problemas sociales y políticos.

Esta tradición periodística no terminó con la instauración de la república en 1902, sino que continuó con el semanario La Política Cómica y el nacimiento del personaje de Liborio, un campesino con sombrero de guano y machete al cinto que representaba al pueblo cubano. Desafortunadamente, todo ese acervo cultural murió con la llegada de la revolución en 1959. Su certificado de defunción fue el cierre definitivo del semanario humorístico Zig-Zag.

Sin embargo, de la mano de muchos escritores cubanos, continuó en el exilio. Una prueba de ello es, Fidel ante el espejo (Ediciones Impacto), una obra satírica escrita por la profesora de literatura, Yolanda H. de Rivas, en la cual expone, mediante un monólogo del dictador cubano, la esencia maléfica de su personalidad y las consecuencias, por extensión, de su monstruoso régimen.

PUBLICIDAD

Justo al comenzar su soliloquio, Fidel no duda en confesar lo siguiente: “Si volviera a nacer, ¿haría lo mismo? Claro que sí, poque mi naturaleza es mala, diabólica, he destruido y engañado a todo el mundo, muchos que se creyeron mis amigos, hoy descansan en la paz de los sepulcros”.

Así, aprovechando las libertades literarias que la sátira política proporciona, la autora también desmonta el mito de su invencibilidad de una humorística manera: “El odio me ha desgastado, ya no me gusta verme en el espejo, la última vez que lo hice fue como si despertara a la dura realidad de un viejo decrépito. He perdido los dientes, la plancha dental me queda floja y a veces se sale”.

En realidad, de cierta manera, lo que Rivas ha hecho es desmitificar las biografías de Fidel Castro, tanto las escritas por tontos útiles como las oficialistas, haciendo que él mismo cuente su vida sin omitir ningún detalle. Desde las primeras reformas que propiciaron el desmantelamiento progresivo de la nación cubana hasta los heroicos pero infructuosos esfuerzos por derrocarlo: “Quien no acepte mis reformas revolucionarias, fue, es y será considerado un traidor a la patria. Para ellos, tengo un tratamiento especial”.

Lo que sigue, entre divagaciones sobre su poder omnímodo y su importancia en la arena política internacional, es un recuento de ese “tratamiento especial”: fusilamientos, largas condenas de cárcel, hundimientos de embarcaciones y derribos de avionetas.

Fidel ante el espejo es un libro en el que es posible advertir, a pesar de haber sido escrito como una obra satírica, una profunda lección sobre los peligros del poder absoluto. Y es que detrás de su tono humorístico no deja de estar presente la terrible realidad que le ha tocado vivir al pueblo cubano.

Yolanda H. de Rivas nació en Ciego de Ávila, Cuba. Se exilió en los primeros años de la revolución. En Venezuela, donde residió durante mucho tiempo, obtuvo una Licenciatura en Literatura y una Maestría en Educación. Fue profesora en la Cátedra de Castellano y Literatura Iberoamericana en el Colegio Internacional de Carabobo. Actualmente vive en Estados Unidos.