Quince largos años esperando el tercer Mundial de Fernando Alonso

Renault's Formula One driver Fernando Alonso of Spain celebrates with the Renault team after finishing second in the Brazilian Grand Prix, the last F1 race of the season, at the Interlagos track in Sao Paulo, October 22, 2006. Alonso of Spain won his second successive Formula One world championship at the Brazilian Grand Prix on Sunday. The 25-year-old Spaniard, needing only one point to secure the title, finished second in the season-ending race at Interlagos. Ferrari's Michael Schumacher, who had to win to have any hope of a record eighth title in his last race before retirement, was fourth.      REUTERS/Bruno Domingos (BRAZIL)
REUTERS/Bruno Domingos (BRAZIL)

Llegados a Interlagos, lo único que tenía que hacer Fernando Alonso era puntuar, lo que por entonces implicaba acabar entre los ocho primeros. Con eso le bastaba al vigente campeón del mundo para repetir corona a los 26 años, algo que anunciaba un futuro esplendoroso. Nadie en la historia había ganado tan joven su segundo campeonato. Michael Schumacher buscaba un milagro pero sin mucha esperanza. Anunciada ya su retirada de la Fórmula Uno, la rotura de motor en Japón, cuando lideraba la carrera, era una barrera mental muy difícil de superar.

De hecho, aunque Fernando acabó puntuando en Brasil y consiguió, por supuesto, su segundo Mundial, en realidad ni siquiera le habría hecho falta: un Schumacher descentrado acabó su última carrera con Ferrari en un anodino cuarto puesto. La vacante que dejaba libre en la Scuderia la ocupó Kimi Raikkonen, que había completado un año regular en McLaren después de un 2005 apoteósico, en el que luchó hasta el último momento por el campeonato. A su vez, el hueco de Raikkonen fue para Alonso. Había cierto consenso en que, pese a todo, McLaren seguía teniendo el mejor coche, o al menos el más rápido, y el asturiano tenía serios motivos para pensar que el esplendor de Renault tocaba a su fin.

La llegada de Alonso al equipo británico solo anunciaba más y más títulos. Como compañero, como aprendiz más bien, le tocó a un jovencísimo Lewis Hamilton, que venía destacando en las categorías inferiores de McLaren y era una suerte de protegido de Ron Dennis, el patrón de la escudería. Un par de años aprendiendo junto a Fernando le vendrían de maravilla para optar algún día al campeonato. Con 22 años recién cumplidos, Lewis era rápido, audaz y presentaba una confianza en sí mismo a prueba de bombas. Sus nueve primeras carreras en la Fórmula Uno fueron nueve podios.

De repente, McLaren se veía en una situación más que incómoda: Hamilton lideraba el Mundial, aunque con Raikkonen y Alonso pisándole los talones. La prensa británica se volcó con aquel chaval -guapo, mediático, inglés- y Ron Dennis les siguió el juego. Lo que durante meses había sido un trabajo para facilitar a Alonso su tercer título se convirtió en una guerra intestina como pocas veces se ha visto en la historia reciente de la Fórmula Uno. Una guerra que acabó, también en Interlagos con el coche de Hamilton parado en mitad de la pista por un problema eléctrico y Alonso intentando sin éxito superar a Felipe Massa para conseguir el título. No pudo ser. La batalla de los McLaren la acabó ganando el Ferrari de Raikkonen.

Aquello acabó con Alonso fuera de McLaren, como no podía ser de otra manera. Un sentimiento de traición que no sé si se ha llegado a quitar de encima. Con 27 años, el tercer mundial no podía tardar mucho. Tras dos años insulsos en Renault, Alonso fichó en 2010 por Ferrari y llegó a la última carrera, esta vez en Abu Dhabi, rozando el famoso tercer mundial. Aunque el principio de temporada no fue fácil, con un coche muy inferior a los Red Bull de Vettel y Webber, las últimas carreras habían mostrado a un Alonso voraz, con cinco podios consecutivos y tres victorias que le colocaban líder.

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Fernando llegó a Abu-Dhabi con 246 puntos por 236 de Webber y 231 de Vettel. Si el australiano ganaba la carrera, a Alonso le bastaba un tercer puesto para ser campeón. Si la ganaba Vettel, podía permitirse incluso acabar cuarto. Terminó séptimo, a rueda durante media carrera del mediocre Vitali Petrov, culpa de una lectura pésima de carrera por parte de los ingenieros de Ferrari, que se empeñaron en quedar por delante de Webber y lo consiguieron... pero descuidaron tanto a Vettel, que se hizo ahí mismo con el primero de sus cuatro mundiales consecutivos.

Entonces no lo sabíamos, pero aquel había sido el canto del cisne de Alonso cara al esperado tercer título. Aún tenía treinta años, aún estaba en Ferrari... ¿cómo no pensar en más oportunidades? El caso es que todo salió mal: de entrada, la relación con los ingenieros jefe de Ferrari no era buena; aparte, por buena que hubiera sido, nadie parecía poder hacerle frente al Red Bull, un coche de época, como el Mercedes que apareció justo después -ambos se han repartido los once últimos campeonatos y este año, uno de los dos va a conseguir el duodécimo-. Ferrari se quedó atrás y atrás sigue, pero en 2012, Alonso, con un trabajo de hormiguita, volvió a llegar a la última carrera con posibilidades de triunfo.

A mitad de aquella temporada 2012, tras ganar en el G.P. Alemania, Alonso se plantó con una ventaja de cuarenta y cuatro puntos sobre Vettel... pero, a partir de ahí, todo cambió: el asturiano no volvió a ganar una carrera y el alemán venció en cuatro seguidas para anular toda la desventaja y ponerse por delante. El último gran premio de aquel año se celebraba de nuevo en Brasil y el que necesitaba un milagro era Fernando. La diferencia de trece puntos le obligaba a ganar y que Vettel acabara al menos quinto. En la clasificación, los McLaren y los Red Bull arrasaron. Alonso acabó octavo. Aquello ya no era un milagro, era la Biblia entera.

Y, sin embargo, empezaron a pasar cosas desde el principio: en la salida, los dos Ferrari consiguen ponerse tercero y quinto... mientras Vettel se va para atrás y acaba chocando y haciendo un trompo. Pánico en Red Bull. Si Vettel se retira, Alonso necesita quedar tercero. En una de las primeras curvas de la segunda vuelta, adelanta a Webber y a Massa a la vez y consigue la posición soñada. Cuando pasa por segunda vez por meta, Alonso es campeón del mundo virtual. Aun así, la lluvia lo cambia todo. Vettel va remontando posiciones y Fernando las pierde ante Hulkenberg. Va cuarto. Cuando Hamilton choca, tercero. Faltan dieciséis vueltas y, con Vettel décimo, Alonso vuelve a ser campeón del mundo virtual.

Lo que pasa es que la lluvia sigue cayendo y Fernando necesita cambiar sus neumáticos. A falta de diez vueltas, Hulkenberg le cede la posición en boxes y Alonso se pone segundo... pero ya es tarde. Vettel sigue remontando bajo la lluvia y llega al séptimo puesto. Aún tendrá tiempo para adelantar a Michael Schumacher y acabar sexto, ganando el campeonato por solo tres puntos de ventaja. Es la tercera vez que Alonso roza el tercer título y será la última. En 2013, vuelve a quedar segundo, pero a más de cien puntos de Vettel. A partir de ahí, la cuesta abajo: el último año en Ferrari es un desastre, los cuatro en McLaren, aún más. Con 38 años, se retira momentáneamente para volver con 40 a Alpine-Renault. Su "plan" es intentarlo el año que viene, con 41 para 42. De ser el bicampeón más joven de la historia a ser el tricampeón más viejo. ¿Se imaginan? Él parece convencido. Al fin y al cabo, quince años no es nada.

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