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El fenómeno insólito de la nube de polvo del Sahara que está llegando a Estados Unidos y lo que conlleva

El fenómeno insólito de la nube de polvo del Sahara que está llegando a Estados Unidos y lo que conlleva

Una pluma de polvo de Sahara está llegando a la costa este de Estados Unidos. Y no una cualquiera: la mayor que se ha visto en décadas. Lo más curioso es que no va a ser ni mucho menos la única, porque ya se está formando la segunda. Y estas plumas tienen efectos muy curiosos, como darle colores sorprendentes al cielo, pero también consecuencias a nivel ambiental.

Vale, pero ¿qué son estas plumas? La definición sencilla sería “grandes masas de polvo del desierto arrastradas por los vientos dominantes”. Pero igual hace falta explicar un poco más qué significa esta secuencia de palabras.

En los desiertos, los materiales – las rocas, arenas, etcétera – se van puliendo. Cada vez se hacen más pequeñas hasta que su tamaño es mínimo, y se las puede considerar polvo. Porque en esencia, es lo que es. Así que el “polvo del Sahara” del que hablábamos ya está explicado.

Lo de los vientos dominantes es sencillo de entender también. En nuestro planeta, los vientos tienen una dirección “normal”, en el sentido de que es la más frecuente. La dominante, vaya. Esto ocurre porque la atmósfera está formada por células de convección, que hacen que los vientos “giren” y se dirijan en un sentido concreto. Las más importantes son tres: la que va del ecuador a la zona subtropical – que es la que pasa por el Sahara –, la que ocupa latitudes medias, entre los 30-60º al norte y sur del ecuador y que provoca el anticiclón de las Azores, y las células polares.

Pues bien, en el hemisferio norte los vientos dominantes de la célula de Hadley, que es la que va del ecuador hacia la zona subtropical, lleva los vientos en dirección oeste. Es decir, que el viento dominante cruza el Atlántico desde África hacia América, como bien sabían los marinos.

Estos vientos, al pasar por el Sahara, arrastran el polvo del desierto en la dirección dominante, lo que hace que el polvo del Sahara termine en mitad del océano… o llegando a las costas del este de América, como ocurre este año.

Una vez que ya hemos entendido, más o menos, en qué consiste esta pluma del Sahara, podemos entrar en las consecuencias. Y lo primero es hablar de las menos relevantes a nivel científico, pero las más bonitas.

Porque este polvo en suspensión tiene un efecto sobre la luz que vemos. Las partículas en suspensión que lleva la pluma reflejan la luz del Sol de vuelta al espacio, lo que le da a los cielos un color blanquecino muy poco frecuente. Pero no refleja todas las frecuencias por igual, y por eso la luz de color rojo o naranja pueden atravesar la nube mejor, dando un aspecto especialmente llamativo a los amaneceres y atardeceres.

Hasta aquí todo muy bonito. Pero seguro que a muchos se les ha ocurrido, cuando han leído que la nube refleja radiación, que tendría algún efecto sobre la temperatura. Y así es: como llega menos radiación, las temperaturas bajan. Las zonas que quedan cubiertas por la nube ven descender la temperatura, lo que puede ser una buena noticia… o no.

El segundo efecto que tienen estas plumas es el de actuar como fertilizante. Las nubes de polvo contienen hierro y fósforo, dos nutrientes muy necesarios. El hierro es especialmente relevante en los océanos, donde ayuda a crecer a las algas que están en la base de la red trófica, y el fósforo contribuye a que crezcan todas las especies vegetales.

¿Hay algún problema porque la pluma esté llegando al continente, en lugar de quedar en el océano como suele ocurrir? Pues sí, y no. Evidentemente, cualquier situación que modifique la dinámica natural de un ecosistema no es buena, pero no tiene por qué ser dramática. Otra cosa es que estos nutrientes lleguen a ecosistemas que ya estén dañados, como lagos o embalses en proceso de eutrofización – cambio en el equilibrio ecológico por aumento de nutrientes – donde puede suponer el último paso en la pérdida de calidad ecológica.

Y también podríamos pensar que, si este año se están produciendo plumas más grandes de lo normal, las siguientes que lleguen no tendrán tantos nutrientes que arrastrar. Esto no es literalmente así, pero es un factor a tener en cuenta.

Para acabar, un último detalle. El que aparezcan estas plumas evita que se generen huracanes y tormentas tropicales. El mecanismo es triple: al llegar aire muy seco, el de la pluma, reduce la humedad de la tormenta que es lo que más contribuye a que se transforme en huracán; cambia la dinámica de los vientos con lo que la tormenta no se puede organizar – sí, los huracanes necesitan organizarse para ser peligrosos –; y por último, como las plumas reducen el calentamiento debajo de ellas, evitan que se evapore más agua que aumente la humedad de la tormenta tropical.

De nuevo, esto es algo bueno, y malo. Es bueno porque menos huracanes implica menos daños cuando tocan tierra, menor pérdida de vidas humanas si fuese el caso, y de infraestructuras. Pero, de nuevo, todo lo que perturbe la dinámica natural del planeta no tiene por qué ser bueno.

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